Osvaldo Riganti—
La AFA quedó en manos del yerno, Claudio
“Chiqui” Tapia, y el suegro, Hugo Moyano. Entre ambos, Daniel Angelici, ariete
de Mauricio Macri en Boca Juniors y el fútbol argentino.
Destino el de Tapia con algunas
similitudes con el ya fallecido Julio Grondona. Este inició su larga
trayectoria como presidente de un club, entonces del ascenso, Arsenal de Sarandí.
Tapia también, en Barracas Central.
Y fue elegido por casi unanimidad, como
lo era el hombre de Sarandí, cuyo poder sólo osaron desafiar Nitti y Vila durante su largo
reinado.
El origen fue también humilde. Ferretero
el uno, barrendero el otro. Y vaya casualidad, Tapia ostentaba esta condición en una empresa de Macri, el
hombre que ahora a su pesar debió consentir que sentara sus reales en el
edificio de la calle Viamonte. Hubiese preferido “algo más parecido a los
tantos CEOS de su gabinete”, conjetura “El Día”. Pero el titular del Poder
Ejecutivo debió ceder al poder que el nuevo primer mandatario de AFA fue
acumulando en ese organismo. Conjeturas que se tejen en el medio futbolístico
dan cuenta que Luis Segura no fue ajeno a las voluntades que su sucesor fue
sumando.
Es que cuando la embestida de Tinelli
para quedarse con el fútbol, Tapia se puso al lado con Segura. Después, las
cosas se fueron dando como se fueron dando, pero en el fútbol y en la vida la
devolución de favores es moneda corriente.
La condición de barrendero en los
orígenes de Tapia suscita evocaciones por las modalidades imperantes en el país
con los sombríos días de fines de 1955 cuando el almirante Rial, uno de los
jerarcas de la dictadura instaurada, aseguró que “esta Revolución se hizo para
que el hijo del barrendero muera barrendero”. Hay mucha similitud entre aquella
filosofía de lo que el ingenio popular
llamó “Libertadura” y la vigente en estos tiempos de “Revolución de la
Alegría”, en que las declaraciones de sus principales popes enfatizan que el
destino del pobre es morir pobre y si alguna pretensión albergó en contrario,
debe archivarla y convencerse que esa
fue una malsana ilusión que alentó el kirchnerismo.
Pero por cierto el destino de Tapia no
parece ser el de otros barrenderos.
Hubo algún caso aislado en la suma de
voluntades cosechadas por Tapia.
River Plate, por caso, votó en blanco a
través de su vicepresidente Brito, el hombre que dijo que “ya sabemos que
Gallardo a fin de año se va” para ser al día siguiente rectificado por el
presidente D´Onofrio, que aseguró que de seguir él al frente del club hay
Gallardo para rato.
Pero en el caso que nos ocupa, Brito se
alineó firmemente con la posición de D´Onofrio, que no aceptó ocupar cargo
alguno en la entidad madre de nuestro fútbol, asegurando que no comparte el
proyecto del flamante triunvirato Tapia-Angelici-Moyano.
Sin embargo en su momento D´Onofrio se
alistó con Angelici y Moyano en el operativo de renuncias coordinadas a los
cargos, que derivó en la orfandad y destitución de Segura.
Se señalaba que Tinelli –otro que quedó
afuera– iba a conducir junto a D´Onofrio (uno de sus principales sostenes –si
no el más–) en su tentativa de gobernar desde la calle Viamonte la Superliga.
Pero al cierre de este número se decía que el conductor de “Bailando” se
alejaría del fútbol. No se termina de saber a ciencia cierta qué temperamento
adoptará en definitiva.
En su momento esgrimió algo similar en
su club, San Lorenzo de Almagro, en que invocó
que razones de trabajo lo forzaban a apartarse de la conducción. Pero al
adjudicarse los azulgranas la Libertadores reapareció bruscamente en los
primeros planos e inició rápidamente su fracasada escalada para regir los
destinos del más popular de los deportes.
El gobierno de Tapia comenzó dando
señales de celeridad y firmeza en las decisiones. Así celebró rápidamente el
acuerdo definitivo por el tema de la televisión con Fox y Turnes, al tiempo que
despachó al efímero seleccionador nacional Bauza, que debió irse con la música
a otra parte en medio de sus predicciones de que ganaríamos el año que viene el
Mundial, su calificación de 10 puntos para sus dirigidos tras un pobre partido
con Chile y su comentada conformidad exteriorizada tras la derrota ante Bolivia
que tanta desazón causó, porque “en el segundo tiempo se jugó mejor”
Las horas por venir seguramente traerán
prontas noticias sobre el perfil que imprimirá Tapia a su gestión. La
nominación del nuevo coach del representativo nacional es una de ellas. Pero no
la única, seguramente.
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