Mauricio Epsztejn—
Cuando
6-7-8 no es un programa de televisión
Al momento de escribir esta nota —fin de marzo de
2017 —sólo en este mes se han producido una cantidad impresionante de
movilizaciones a lo largo y ancho del país cuestionando las políticas públicas
del gobierno macrista, en particular las económicas y de derechos humanos, muchas
de las cuales convergieron sobre la Plaza de Mayo, transformándola en epicentro
del malestar general nacional subyacente, que debido a su masividad le fue imposible
ocultar al oficialismo y a su aparato de propaganda público, sumado a la cadena
privada de medios hegemónicos aliada.
La seguidilla comenzó con el paro nacional docente
del 6 y 7 de marzo, que le impidió a Macri inaugurar normalmente el ciclo lectivo,
lo obligó a intentarlo desde los pagos del radical Gerardo Morales, carcelero
de la presa política Milagro Sala.
El 7 de marzo continuó con la concentración que el
triunvirato de la CGT convocó a desgano frente al Ministerio de la Producción, en
un lugar extraño a la tradición popular, pese a lo cual los trabajadores,
agremiados o no, ambas CTA y otros contingentes populares, inundaron el espacio
público del centro porteño, junto a importantes contingentes de otros sectores
perjudicados por la política oficial, que desbordaron a la tolerante,
conciliadora y, hasta cierto punto cómplice, máxima dirigencia cegetista, para exigirle
masivamente “pongan fecha, la puta que
los parió” al paro general nacional que frene la política gubernamental.
El 8 de marzo fue el turno de las mujeres, que
cerraron el primer tercio del mes con el paro y
movilización en reclamo de sus
reivindicaciones de género, que se concentraron en Plaza Congreso y
multitudinariamente marcharon encolumnadas hasta Plaza de Mayo, para cerrar con
un acto que fue replicado de diversas formas en ciudades y pueblos sobre toda
la geografía nacional y que, trascendiendo las fronteras argentinas fue
recogida como bandera en más de 40 países por organizaciones femeninas que
llevaron a cabo sus propias acciones de reclamo por motivos semejantes.
La segunda
quincena tampoco dio respiro
El 22 de marzo la Plaza de Mayo fue copada por la
finalización de la Marcha Federal docente que arrancó el 21 desde distintos
puntos del país y durante su recorrido fue realizando actos en ciudades y
pueblos en los cuales recibió el apoyo a sus reclamos salariales y en defensa
de la escuela pública, además de engrosar sus columnas con contingentes locales
que terminaron en la multitudinaria concentración que desbordó la Plaza de Mayo,
sus calles adyacentes y avenidas convergentes y cubrió el espacio público con
una muchedumbre multicolor, donde se destacaban los guardapolvos blancos.
Dos días más tarde, el 24 de marzo, le tocó el
turno a la gigantesca movilización conmemorativa del
41º aniversario del golpe
de estado que instauró la última dictadura genocida cívico-militar-eclesiástica,
una movilización que posiblemente haya sido la más grande e importante desde
que tal práctica se inició para exigir Memoria, Verdad y Justicia. Antes de
cantar el Himno Nacional con que se cerró el acto, representantes de cada una
de las organizaciones convocantes leyeron por partes el documento final, que se
reproduce íntegro en otro lugar de la presente edición. Con el mismo motivo
hubo marchas en todas las provincias.
Por eso, la campaña del gobierno macrista por
denigrar, minimizar y banalizar el terrorismo de Estado de la última dictadura
tienen por objetivo no sólo garantizarle una salida barata a sus ejecutores
uniformados ya condenado o que esperan su turno en los tribunales, e impunidad para
los demás, sobre todo para los responsables civiles, sus verdaderos promotores
y beneficiarios (empresarios, banqueros, jueces, funcionarios y jerarcas de la
iglesia).
Para cerrar esta serie de movilizaciones masivas
que durante marzo culminaron en la Plaza de Mayo porteña, al cumplirse el 30 de
marzo un nuevo aniversario del paro y movilización que en 1982, bajo plena
dictadura, convocó la CGT encabezada entonces por Saúl Ubaldini, se hizo la concentración
organizada en esta oportunidad por ambas CTA y el Movimiento de Trabajadores
Peronistas Saúl Ubaldini, enrolado en la CGT, movilización a la que adhirieron otras
corrientes del movimiento obrero organizado, junto a trabajadores no
sindicalizados, movimientos sociales, estudiantiles y demás perjudicados por la
política de exclusión y miseria
planificada impulsadas por la
plutocracia internacional, que en cada país ejecutan sus respectivos personeros
locales.
¿Abril
pinta igual que febrero y marzo?
Así como febrero ya presagiaba lo que iba a
suceder en marzo, el 6 de abril, con el paro general anunciado y que puede
adquirir el carácter de plebiscito sobre la política económica del gobierno
nacional, como advirtiera Hugo Yasky en su discurso, seguramente abrirá un
nuevo capítulo en la resistencia contra los planes antipopulares ya programados
por el macrismo y Cambiemos, que no cierran sin ilegalidad y represión a la que
sólo se podrá enfrentar y detener si el pueblo sigue movilizado, en la calle y
logra sintetizar una dirigencia política y social, con fuerte participación de
los trabajadores, capaz de encauzar esa potencialidad hacia una alternativa de
poder, cuya próxima etapa serán las elecciones legislativas de octubre. Si en las
mismas es derrotado el proyecto de Cambiemos, se abre la posibilidad de frenar
el acelerado deterioro nacional, sobre todo de las condiciones de vida de las
mayorías y empezar a dar vuelta la tendencia.
Entre la
academia y la calle
Los argentinos formamos parte de un mundo
convulsionado, que debate su futuro cuando por todos lados se han derrumbado paradigmas
que parecían intocables. Sin embargo, lo que a nosotros y al resto de Sudamérica
le suceda durante los próximos años, puede incidir como ejemplo sobre otras
geografías aquejadas por males semejantes. Este proceso se lleva a cabo en medio
de movilizaciones populares y callejeras, plurales y multitudinarias,
laboratorio donde se generan nuevas ideas y formas de organización que, sistematizadas
vuelven a la calle, a la vida cotidiana, lugar en el cual ponen a prueba su
legitimidad y viabilidad todas las teorías y donde las que sobreviven, perduran
siempre y cuando sean perfectibles.
Dado que quien escribe esta columna es apenas una
pequeña partícula del magma que masivamente se manifestó en marzo, continuará
el 6 de abril con el paro general nacional, seguido por un plan de acción anunciado
por ambas CTA, que durante 7 días de abril recorrerá el país haciendo actos en 40
ciudades para culminar el 1º de Mayo con uno central en Plaza de Mayo, pequeña
partícula que tiene unas pocas certezas y a quien acosa un universo de dudas para
compartir con los lectores.
Una de las certezas es que la disputa por el
reparto de la riqueza de un país donde están involucrados grandes actores con intereses
contrapuestos, se resuelve en el terreno político, a nivel del Estado, por lo
que las luchas sociales por si solas no alcanzan ya que es necesario modificar
la relación de fuerzas a ese nivel, es decir, el de la política. Eso significa
que donde imperan regímenes democráticos, los movimientos sociales deben
articularse con fuerzas políticas existentes o crear las propias, para ganar
elecciones y, desde el Estado, producir los cambios económicos, políticos y sociales que prioricen el interés de las
mayorías.
Como el tema del rol y responsabilidad de los movimientos
sociales excede la posibilidad de ser tratado este espacio, quién aquí opina
sostiene los movimientos sociales deben mantener su independencia de los
gobiernos y del Estado, aún de aquellos que se hayan originado en su seno o de
alianzas en los que tuvieron un rol predominante. Además, la experiencia enseña
que no hay un nexo automático entre movilización popular y construcción
política, pero que cualquier construcción política popular será débil si no se
apoya en una sociedad activa y movilizada y la escucha atentamente, algo válido
aún y sobre todo para gobiernos surgidos desde el espacio nacional y popular,
que no deben aislarse en “palacio”, sin contacto directo y frecuente con “la
calle”, falencia que suele aquejar a los funcionarios bajo la presión de la propia
gestión del Estado. Si eso ocurre, el funcionario empieza a ver el mundo mediado por terceros, un territorio en el
que, además de gente honesta, pululan amanuenses arribistas y adulones de todo
tipo, que se mueven a sus anchas en “palacio”, dispuestos a deslizar cosas agradables
para el oído oficialista, el oficialismo que sea, que siempre apuestan a
ganador y rápidos para cambiar de camiseta según el humor del mandamás de turno.
En cuanto a las dudas, es tan difícil priorizar
una que, como diría un aspirante a prócer, se las debo.
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