domingo, 30 de abril de 2017

Acerca de P4R+Operación Walsh*

Mauricio Epsztejn--
Antes que nada quiero aclarar que pertenezco a la categoría de espectadores cuyos conocimientos sobre el arte cinematográfico apenas exceden lo básico y, cuando le toca opinar sobre una película recién vista, sea cual fuere el género del que se trate, sus comentarios suelen limitarse al cauto y mezquino “me gusta-no me gusta”, pero que se ríe, se emociona, aplaude o se queda unos minutos sentado después de haber leído la palabra “fin”, para reflexionar sobre lo que vio. Pero si no le gustó, si se aburrió, bosteza y hasta se duerme y ronca, como forma de expresar su opinión, sin importarle el lugar donde lo hace ni el tamaño de pantalla al que se enfrenta.
En el caso de P4R+, operación Walsh, el documental que el programa Bibliotecas para Armar proyectó durante el ciclo dedicado a Rodolfo Walsh al cumplirse 40 años de escribir su “Carta de un escritor a la Junta Militar” y su desaparición, en la sala sucedió algo especial: los presentes no sólo permanecimos amarrados al asiento durante los 85 minutos que duró, sino que seguimos allí debatiéndola hasta que la hora nos obligó a abandonar la sala.
Dado que la ficha técnica de ese documental está al alcance de cualquiera que tenga acceso a Internet, me ahorro el comentario. En cambio, lo que sí me interesa destacar es que para hacer una buena producción cinematográfica, del género que fuera, lo decisivo no es el dinero sino el trabajo y tener talento, que en esta descollaron. Por lo que pude percibir, la producción de P4R+… requirió una baja inversión, consistente en los gastos que implicó concretar la serie de entrevistas con las personas que lo frecuentaron y la búsqueda de materiales de archivo, un combo que, convenientemente editado, armó la secuencia donde pudimos apreciar la amplitud de facetas que caracterizaron la personalidad de Walsh, que lo diferenciaronn del rígido ícono en el que se suele congelar a personalidades destacadas que merecen nuestra admiración y respeto. En ese sentido es muy ilustrativo el texto de la sinopsis que a continuación se reproduce y que acompañó el estreno del film en octubre del año 2000: 
 Rodolfo Walsh distinto: valiente, mujeriego, talentoso, amante del whisky, obsesivo, militante, lleno de dudas... pero fundamentalmente humano”.
Quienes mejor lo conocieron y opinan sobre esas sucesivas o coincidentes etapas y facetas fueron Ricardo Piglia, Lilia Ferreyra, Osvaldo Bayer, Carlos Walsh, Susana (Poupeé) Blanchard, Martín Caparrós, David Viñas, Patricia Walsh, Rogelio García Lupo y Mario Firmenich.
Y esta cuestión de lo humano en Walsh, nos hace reflexionar sobre lo cuidadoso que debemos ser cuando a veces juzgamos y catalogamos algunas otras sinuosas trayectorias: a mediados de los ’40 él perteneció a la Alianza Libertadora Nacionalista, un grupo de jóvenes que adhirieron al nacionalismo y a Perón en 1945, aunque después, dirigidos por Gullermo Patricio Kelly derivaron para cualquier lado; a mediados de la etapa 1945-1955, se hizo antiperonista y hasta gorila, al punto que en 1955, después de la intentona golpista del 16 de junio, escribió una nota de elogioso homenaje a un piloto que ese día había bombardeado y asesinado civiles indefensos en la Plaza de Mayo, antes de ser abatido y muerto por las tropas leales a Perón; es necesario tener en cuenta que él mismo pudo haber sido uno de esos pilotos, como lo fue su hermano Carlos —uno de los entrevistados para el documental—, si la Armada no hubiera rechazado sus solicitud de ingreso debido a problemas físicos.
Hasta fines de 1956 su vida estuvo circunscripta a corregir pruebas de galera para una editorial, traducir textos del inglés al catellano, escribir buenos cuentos y ser un apasionado jugador de ajedrez después del trabajo. En ese momento su vida dio un vuelco fenomenal cuando “en forma casual” —como admite en el prólogo a la tercera edición de “Operación masacre”—se entera que hubo un sobreviviente a los fusilamientos que en junio de ese año llevó a cabo la dictadura de Aramburu y Rojas en un basural de José León Suárez.
A partir de entonces y hasta que lo desaparecieron, pasó a ser un “intelectual comprometido”, con todas las implicancias, cuestionamientos y discusiones que ese concepto incluía y aún incluye.
La manera que él lo entendió, lo acompañó de modo consecuente hasta que lo desaparecieron, un día después de haber terminado de escribir un cuento de ficción, que también desapareció cuando arrasaron su casa, y la famosa “Carta de un escritor…”.
Sobre esas cosas y otras más, hablan en el documental al que contribuyeron con su testimonio, algunos de sus amigos y otros no tanto, además de sus mujeres y parientes. Creo que a quien no haya visto este documental le vendría bien hacerlo porque le aportará una visión distinta sobre un personaje nada común y su época; y para quienes ya lo conocen, no les vendría mal repetirlo y, si es  posible junto a quienes están interesados en analizar de dónde venimos y por qué.

*Nota publicada en Libro de Arena –de Bibliotecas para armar– el 11 de abril de 2017. http://bibliotecasparaarmar.blogspot.com.ar/2017/04/p4roperacion-walsh.html

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