Mauricio Epsztejn—
Ganas de pertenecer... |
Y si usted todavía no lo percibió porque el “segundo semestre” pasó desapercibido y lo recaudado por el blanqueo apenas alcanzó para tapar el agujero de una recaudación fiscal inferior a la de 2016, tanto en valores nominales como reales —, la culpa es de “la pesada herencia” y de López y Báez. Además, el clima tampoco ayudó ya que el tórrido verano incrementó la creciente malaria, con su combinación de inundaciones e incendios, típicos del Apocalipsis, según nos desasnó el responsable del área, el rabino y ministro Bergman, que como experto en las Sagradas Escrituras nos instó a rezar para detenerlos.
Al gobierno, el verano le parecía la época más propicia para
experimentar hasta dónde podía llegar la distracción y/o tolerancia de los
argentinos respecto a sus políticas, que a pesar de resistencias y escándalos, en
esencia logró hacer pasar los nuevos tarifazos en los servicios públicos, la
habilitación para que los parientes de los funcionarios pudieran blanquear dineros
mal habidos, incluido Franco Macri, su padre, una regresiva modificación a la
ley de Riesgos de Trabajo (aprobada con el apoyo de la cúpula cegetista y de
los opoficialistas), aunque tuvo que dar marcha atrás en el ataque a nuestra
memoria histórica (los feriados del 24 de marzo y 2 de abril), con el intento
de fraude para calcular la actualización de los haberes jubilatorios y sufrió una
derrota frente al gremio bancario con el intento de veto a lo que los
trabajadores consiguieron en la negociación paritaria. Sin embargo allí no
pararon las malas noticias para el oficialismo, porque estalló el escándalo por
el multimillonario regalo que Mauricio Macri intenta hacerse a si mismo con fondos
públicos, en el litigio que el Correo Argentino —una las empresas de Macri —mantiene
con el Estado, una verdadera estafa que escala hasta los setenta mil millones
de pesos, cuyo final es imprevisible porque la maniobra no es la de un
particular cualquiera, sino la del presidente de la Nación contra el Estado que
él encabeza. Por eso, cuando hasta por sus trapisondas más groseras el macrismo
busca echarle la culpa a Cristina, a esta altura del partido, el argumento de
que su gobierno comete errores porque está aprendiendo a administrar el Estado,
le resulta cada vez más difícil hacérselo tragar a la sociedad, incluidos a
varios de sus socios y cómplices de Cambiemos y a los otros, los que en nombre
de la gobernabilidad, la juegan de opositores complacientes, pero que hasta
ahora le aprobaron el pago a los fondos buitres, el blanqueo, el nuevo y
acelerado endeudamiento público y consintieron atropellos a la legalidad, persecución
a opositores, cárcel a Milagro Sala y otras tropelías.
Articular lo político
y lo social
Articularlos movimientos |
Durante la campaña electoral que llevó a Mauricio Macri a la
presidencia, Cambiemos utilizó exitosamente técnicas de marketing, las mismas
que todavía aplica desde el gobierno y que, junto al cerco mediático de la
prensa hegemónica, le permiten seguir gozando de una no desdeñable valoración positiva,
incluso entre un sector de la población perjudicado por su política.
Sin embargo, ese sopor que aún en parte lo protege ante una
realidad cada vez con menos claroscuros y una oposición social a la política de
Cambiemos que se muestra cada día más fuerte y organizada en la resistencia y movilización
callejeras, a pesar de las reticencias de la dirigencia cegetista encabezada
por un triunvirato que hasta ahora logró frenar una respuesta unificada y contundente
frente a los despidos masivos, el ataque contra las paritarias, el cierre de
empresas, la invasión de productos importados, la carestía de la vida
desbordada y la pérdida de derechos laborales y sociales.
Sin embargo, a esta altura, la gran debilidad que todavía
padece este creciente descontento social, es la inexistencia de una alternativa
política clara que logre articular con el movimiento social ascendente que
permita ponerle freno a la derecha y abrir una perspectiva de cambio en las
relaciones de poder, a nivel del Estado, sin lo cual todo derecho que se logre
conservar o recuperar no tiene futuro.
En este sentido, a criterio de este escriba, conviene dejar
en claro algunos conceptos que, considerados fuera del tiempo y del espacio, se
prestan a confusión. Por lo menos vale actualizar algunos como democracia,
legalidad y legitimidad, rol de los partidos políticos y organizaciones
sociales y su relación con el Estado.
En tiempos como el actual, donde el reclamo de “que se vayan todos” sólo completó su
ciclo Cambiemos, liderando la derecha pura y dura, sin intermediarios, con un
programa explícito, capaz de ser conocido por cualquier interesado. Para eso están
a mano los debates y resoluciones alcanzados durante los encuentros de la Fundación Internacional Para la Libertad,
presidida por Mario Vargas Llosa, con sede en Rosario (República Argentina),
que el PRO integra a través de la Fundación
Libertad, creada en 1988 con el mismo domicilio y que encabeza Gerardo Bongiovanni.
Mientras tanto el campo nacional, popular y democrático
todavía se debe tal proceso, aun considerando los años de gobierno kirchnerista,
cuando recién bajo el gobierno de Cristina, una secretaría de Estado de nombre demasiado
largo, encabezada por Ricardo Forster organizó en marzo de 2015 un encuentro
internacional al respecto(1).
Sin embargo, dado que los tiempos del movimiento político y
social son más dinámicos que los del análisis académico, las fuerzas populares
que hoy aspiren a recuperar el espacio perdido en favor de la derecha deben
apurar el paso, aunque con la ventaja de que ahora pueden comparar de manera
crítica lo dicho dos años atrás, para profundizar en los aciertos y evitar
repetir los errores.
De todos modos, hay algunas cuestiones que la historia ya
confirmó: cuando el conflicto entre uno y otro proyecto, económico, político o
gremial, es tan agudo que lo hace inconciliable, como en la actualidad nacional,
en los momentos de quiebre las masas populares legitiman con su acción la propuesta
y el liderazgo que adoptan como suyos, los impulsan y defienden en las movilizaciones
y en la calle y no hay manuales, catedráticos, conciliábulos burocráticos o
dirigentes que se creen predestinados, capaces de torcer esta situación.
Eso sucedió en determinados momentos de nuestra historia y se
expresó de variada manera: uno que marcó un quiebre fue el que se inició en
Buenos Aires con el rechazo a las invasiones inglesas de 1806/1807 y cristalizó
en mayo de 1810; otro fue la irrupción plebeya y democratizadora que culminó con
el triunfo de Yrigoyen en 1916; un tercero fue el del 17 de octubre de 1945,
cuando emergió “el subsuelo de la patria
sublevado”, según expresó Raúl Scalabrini Ortiz, y encontró a un líder,
Juan D. Perón, que durante una década lo encabezó y supo conducir. No ocurrió
lo mismo en diciembre de 2001 con esa gran sublevación popular que expulsó a De
la Rua, pero carente de un proyecto político y sin un liderazgo que lo
contenga, fue decayendo sin plasmar en la remoción de un régimen que la etapa
kirchnerista, pese a los inmensos avances en la distribución de la riqueza y el
otorgamiento de derechos, no pudo transformar en un proyecto político y un
liderazgo suficientemente amplio y homogéneo capaz de remover de raíz las
estructuras de dominación existentes, por lo que aquel movimiento se agotó en
el reclamo de “que se vayan todos”.
La articulación entre el movimiento social, una propuesta
política profundamente transformadora y el liderazgo necesario, es hasta ahora la carencia principal que
actualmente aqueja al movimiento popular, por lo que se transforma en la
condición necesaria y excluyente para frenar y derrotar al proyecto neoconservador
y que si este año no fragua antes de las elecciones, las calamidades para el
pueblo se pueden profundizar.
Cuando en el párrafo anterior hacemos la salvedad de hasta ahora es sólo para señalar un
momento, una instantánea de cómo está la situación de cuando estamos
escribiendo esta nota. Pero como los procesos sociales no son una foto sino que
se asemejan más a una película, si observamos lo que ocurrió en febrero en la
calle y lo que nos augura marzo, con centenares de miles de personas sobre toda
la geografía nacional manifestando su descontento con la política oficial
respecto a los más diversos temas, cabe concluir que los reclamos sectoriales
y/o paralelos, más temprano que tarde, deberán confluir en un escalón superior
de la acción social y política.
(1) Para quienes quieran
profundizar en lo allí debatido, pueden acceder al desarrollo completo del
encuentro haciendo clic sobre el título “Acceder a las conferencias completas” después
de ingresar a la siguiente página:
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