Osvaldo Riganti—
Quizás fue el principal líder del
sindicalismo peronista. Nacido en Mataderos en 1937 (lo que potenciaba su
orgullo justicialista) describió siempre sus pasiones en la adolescencia: “Tomar
un buen vino, jugar chinchón con mis amigos, ver ganar a Huracán, escuchar las
viejas citas del general Perón”.
Cuando ingresó al Frigorífico Lisandro
de la Torre participó en 1959 en la toma del mismo. Allí empezó su carrera
gremial.
Enfrentó a los sectores claudicantes del
movimiento obrero y ganó las calles en las luchas contra la tiranía procesaste.
Al producirse la división entre las centrales de Asopado y Brasil, se volcó a
la segunda. Tuvo actuación destacada en el primer paro contra el régimen
castrense el 27 de abril de 1979. Luego organizó la marcha por trabajo a la
Iglesia San Cayetano, en el barrio de Liniers, cuando el régimen de Videla
entraba en un cono de sombras. La consigna era “Paz, Pan y Trabajo”.
Se puso al frente de la presión de la
calle en el recordado paro del 30 de marzo de 1982 que jaqueó al régimen de
Galtieri. Hubo represión y fue a dar con sus huesos a la cárcel. La inmediata
toma de Malvinas provocó una distensión y fue liberado.
El gobierno dictatorial se caía en
picada y lo acorralaba con sus paros. Confrontó con el gobierno de Alfonsín a
medida que su política económica entró en colisión con los objetivos del
Movimiento Obrero, al que le organizó trece paros.
Cuando el levantamiento de Rico en 1987,
se mostró activo en la defensa del orden constitucional. ”Si los golpistas
quieren asaltar las instituciones de la República a este secretario de la CGT
lo van a sacar de la central obrera con los pies para adelante”. Los militantes
peronistas nos encolumnamos con Ubaldini (junto a quien al poco tiempo formamos
el Grupo Línea y el agrupamiento “Paz, Pan, Trabajo”). En esa época cantábamos:
“Dicen que somos los negros de mierda pero al final nos vinieron a buscar//porque
la gente que sabe comprende//que el peronismo se la banca adonde va”. Por ese
respaldo Alfonsín lo recibió en la Casa Rosada y le expresó: “Yo sabía que usted
no me iba a fallar, Saúl”.
Su buena estrella declinó durante el
gobierno de Menem, que le dividió su estructura y lo enredó mediante sus pactos
con Barrionuevo. Ubaldini rechazó el ofrecimiento de una embajada y se presentó
para gobernador de la provincia de Buenos Aires enfrentando al menemismo en
1991 pero cosechó escasos votos. Comenzaba la estrella ascendente de Duhalde,
que saltó de la vicepresidencia a la gobernación del primer Estado Argentino.
Se abroqueló con el trío De Gennaro-Mary
Sánchez-Esquivel enfrentando la política privatista de Menem. El 6 de octubre
de 1990 expresaba en un documento: “El país asiste azorado y apesadumbrado ante
decisiones de enajenación del erario público que contradicen manifiestamente la
decisión popular expresada en las urnas el 14 de mayo de 1989”, con lo que fustigaba
la política de privatizaciones.
Viajó a Brasil para respaldar la campaña
del PT de Lula. En 1997 apoyó a Duhalde. Fue diputado y desde el Congreso
bloqueó los intentos de una nueva “vuelta de tuerca en la flexibilización laboral”.
De su apoyo a Menem en 1989 no se
arrepentiría: “Voté una plataforma de la cual participé, porque la realizamos
en su momento sobre la base de los 26 puntos de la CGT: Revolución productiva,
salariazo y defensa de las empresas públicas”. Aquella propuesta –enarbolada en tiempos de Alfonsín– incluía
también el reclamo por una moratoria de la deuda externa para reactivar la
producción.
Fue la suya y la del presidente radical
una lucha que mantuvo en vilo a los sectores populares. Con resonancias más
épicas, lógicamente, que los conciliábulos de Macri con varios actuales líderes
cegetistas.
Falleció el 19 de noviembre de 2006
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