martes, 31 de mayo de 2016

Eva y aquel Banfield que llegó a jugar la final en 1951 contra Racing

Osvaldo Riganti—
El equipo de 1930
Emilio Baldonedo fue un hombre de dilatada trayectoria en el fútbol argentino. Como jugador y como técnico, fundamentalmente en Huracán.
Pero entre 1949 y 1950 armó un muy buen equipo de Banfield. Al que dieron forma final José Martínez y Félix Zurdo al año siguiente. A tal punto que casi sale campeón.
Es más, fue el primer equipo “chico” que salió primero. Estudiantes fue el primer equipo “chico” campeón (1967) pero Banfield fue el primero que llegó a esa ubicación. Lo que pasa es que esa ubicación fue compartida con Racing y tuvo que jugar un desempate.
Aquella formación banfileña evidenciaba muy buen juego. Bagnatto era atrás el puntal, el caudillo. Albella era un eximio Nº 9, conductor y goleador a la vez.
En el medio descollaba un hombre que se convertiría esa década en uno de los mejores jugadores de la historia de Boca Juniors: Eliseo Mouriño. Era un 5 de jerarquía. Cuando se vino abriendo paso Rattin, Mouriño no fue desplazado. Se lo ubicó en la plaza del Nº 6 y siguió mostrando su clase. En 1961 en el epílogo de su carrera se incorporó al Green Gross, de Chile, adonde encontró la muerte en un accidente aéreo.
El Banfield de 1951 llegó a ganarle por 5 a 1 nada más y nada menos que al River de aquellos años, en su propio Monumental. Pero perdió un partido con Chacarita en que se dice que fue perjudicado y ello determinó que debiera compartir con Racing su lugar de privilegio en la tabla, debiendo jugar un match de desempate. Durante ese partido el árbitro Harry Dykes le anuló un gol legítimo al Nº 8 banfileño, José María Sánchez, que con los años sería suplente de Sívori y Prado en River Plate.
La Academia había ganado en 1949 y 1950 sus dos primeros campeonatos de la era profesional. Se decía que en ese equipo era notable la influencia de Cereijo, ministro de Hacienda de Perón. A tal punto que, cuenta Cafiero en el film “Evita Capitana”, un día recibió un cable secreto estando él presente. Lo desveló averiguar qué información tenía ese cable tan misterioso y en un descuido del destacado hombre de gobierno tuvo acceso a él. Grande fue su sorpresa cuando leyó su contenido: “Hoy firmó punter deré”. Habían querido llevar a conocimiento suyo que había firmado para el cuadro de Avellaneda el “Atómico” Boyé, devastador Nº 7 boquense en la década del ’40, que volvía de Italia. Así que era ese Racing… y encima con Boyé.
Grande era la expectativa entonces por tal definición. Los más suspicaces decían que Racing “ganaba por decreto” atribuyendo exageradamente todo a los buenos oficios de Cereijo. Aparte de ser un prominente hombre de gobierno, este con sus equipos brindaba colaboración en la Fundación de Evita, que sentía viva simpatía por él. Eso llevó a que –siempre en la línea sinuosa de adjudicar favoritismos– se llamaba a los campeones de ese tiempo “Sportivo Cereijo”.
Pero lo sorpresivo fue que Evita quería que esa final la ganase Banfield. Lo sedujo su condición de cuadro chico, humilde.
Hubo personas que además se movieron para que la Abanderada de los Humildes diera una manito. El director del diario “La Unión” de Lomas de Zamora, Adolfo Bianchi Silvestre, hombre cercano a ella, contó en el número 456 de “Todo es Historia”: “Le habíamos hablado a Evita de Banfield, Valentín Suárez, el brigadier Claudio Mejía –que era un hombre muy importante de la secretaría de Evita y uno de los 10 o 12 que estábamos ahí– y yo. Evita no estaba metida en estas cosas del fútbol. Se planteó el asunto”. Le “llenaron la cabeza” aduciendo que Racing iba a moler a patadas a su contrincante, que iba a ganar “de guapo”, que “era el caballo del comisario”.
Entonces, se dice que Evita se movió por todos lados. La mencionada publicación de historia conjetura que “el arquero titular del club de Avellaneda, Antonio Rodríguez, no disputó esos partidos decisivos por pedido de Eva Perón, para favorecer las posibilidades de la entidad ´”chica”. Rodríguez, afiliado peronista, se presentaba como candidato a intendente del partido bonaerense de Vicente López”.
El partido se jugó lógicamente en terreno neutral. San Lorenzo fue el escenario elegido. Y un balazo de 30 metros puso fin a las especulaciones. Fue el único gol del partido y su autor Mario Boyé contó en 1967 en “Sport” (suplemento mensual de “El Gráfico”) que “ese día en la cancha de San Lorenzo nosotros teníamos en contra a todas las demás hinchadas”. Como ocurre en estos casos las simpatías de los adictos a otros cuadros se concentraron en el que no era poderoso.
Tras hacer consideraciones sobre su “sablazo” que derrumbó la esperanza del equipo del sur, el “Atómico” terminó diciendo en la nota “A nosotros se nos acusaba de ´acomodo´, pero la verdad era que teníamos un cuadrazo ¡A ver si ahora van a cambiar las cosas! El equipo andaba una barbaridad, lo mismo que el de Banfield, No llegamos a la final de ´carambola´, sino porque lo merecíamos. Esto es lo importante: dejar en claro que ganamos por mejores y no por ayuditas extrañas”.
Haciéndose eco por tal indignación por la circunstancia de atribuir la conquista a factores internos la revista “Racing”, que comentó el nuevo halago, tituló esa semana “¡Racing campeón! ¿La contra? ¡Que en paz descanse!” Era el número del 12 de diciembre de 1951. En esa revista partidaria hizo sus primeras armas un hombre que llegó a suscitar grandes polémicas en el periodismo: Bernardo Neustadt, fervoroso racinguista.

Así Racing fue el primer ganador de un triple campeonato en el fútbol argentino. River en 1955/57 igualó la hazaña. Y la superó con sus 3 títulos locales consecutivos: en 1980/1981 y 1996/97. Boca estuvo a punto de lograrlo la década pasada por primera vez en su historia, pero hace 10 años, en las fechas finales, el Estudiantes de Simeone lo alcanzó y doblegó en una comentada final.

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