Osvaldo Riganti—
El equipo de 1930 |
Emilio Baldonedo fue un hombre de
dilatada trayectoria en el fútbol argentino. Como jugador y como técnico,
fundamentalmente en Huracán.
Pero entre 1949 y 1950 armó un muy buen
equipo de Banfield. Al que dieron forma final José Martínez y Félix Zurdo al
año siguiente. A tal punto que casi sale campeón.
Es más, fue el primer equipo “chico” que
salió primero. Estudiantes fue el primer equipo “chico” campeón (1967) pero Banfield
fue el primero que llegó a esa ubicación. Lo que pasa es que esa ubicación fue
compartida con Racing y tuvo que jugar un desempate.
Aquella formación banfileña evidenciaba
muy buen juego. Bagnatto era atrás el puntal, el caudillo. Albella era un eximio
Nº 9, conductor y goleador a la vez.
En el medio descollaba un hombre que se
convertiría esa década en uno de los mejores jugadores de la historia de Boca
Juniors: Eliseo Mouriño. Era un 5 de jerarquía. Cuando se vino abriendo paso
Rattin, Mouriño no fue desplazado. Se lo ubicó en la plaza del Nº 6 y siguió
mostrando su clase. En 1961 en el epílogo de su carrera se incorporó al Green
Gross, de Chile, adonde encontró la muerte en un accidente aéreo.
El Banfield de 1951 llegó a ganarle por
5 a 1 nada más y nada menos que al River de aquellos años, en su propio
Monumental. Pero perdió un partido con Chacarita en que se dice que fue
perjudicado y ello determinó que debiera compartir con Racing su lugar de
privilegio en la tabla, debiendo jugar un match de desempate. Durante ese
partido el árbitro Harry Dykes le anuló un gol legítimo al Nº 8 banfileño, José
María Sánchez, que con los años sería suplente de Sívori y Prado en River
Plate.
La Academia había ganado en 1949 y 1950
sus dos primeros campeonatos de la era profesional. Se decía que en ese equipo
era notable la influencia de Cereijo, ministro de Hacienda de Perón. A tal
punto que, cuenta Cafiero en el film “Evita Capitana”, un día recibió un cable
secreto estando él presente. Lo desveló averiguar qué información tenía ese
cable tan misterioso y en un descuido del destacado hombre de gobierno tuvo
acceso a él. Grande fue su sorpresa cuando leyó su contenido: “Hoy firmó punter
deré”. Habían querido llevar a conocimiento suyo que había firmado para el
cuadro de Avellaneda el “Atómico” Boyé, devastador Nº 7 boquense en la década
del ’40, que volvía de Italia. Así que era ese Racing… y encima con Boyé.
Grande era la expectativa entonces por tal
definición. Los más suspicaces decían que Racing “ganaba por decreto”
atribuyendo exageradamente todo a los buenos oficios de Cereijo. Aparte de ser
un prominente hombre de gobierno, este con sus equipos brindaba colaboración en
la Fundación de Evita, que sentía viva simpatía por él. Eso llevó a que
–siempre en la línea sinuosa de adjudicar favoritismos– se llamaba a los
campeones de ese tiempo “Sportivo Cereijo”.
Pero lo sorpresivo fue que Evita quería
que esa final la ganase Banfield. Lo sedujo su condición de cuadro chico,
humilde.
Hubo personas que además se movieron para
que la Abanderada de los Humildes
diera una manito. El director del diario “La Unión” de Lomas de Zamora, Adolfo
Bianchi Silvestre, hombre cercano a ella, contó en el número 456 de “Todo es
Historia”: “Le habíamos hablado a Evita
de Banfield, Valentín Suárez, el brigadier Claudio Mejía –que era un hombre muy
importante de la secretaría de Evita y uno de los 10 o 12 que estábamos ahí– y
yo. Evita no estaba metida en estas cosas del fútbol. Se planteó el asunto”.
Le “llenaron la cabeza” aduciendo que
Racing iba a moler a patadas a su contrincante, que iba a ganar “de guapo”, que “era el caballo del comisario”.
Entonces, se dice que Evita se movió por
todos lados. La mencionada publicación de historia conjetura que “el arquero titular del club de Avellaneda,
Antonio Rodríguez, no disputó esos partidos decisivos por pedido de Eva Perón,
para favorecer las posibilidades de la entidad ´”chica”. Rodríguez, afiliado
peronista, se presentaba como candidato a intendente del partido bonaerense de
Vicente López”.
El partido se jugó lógicamente en
terreno neutral. San Lorenzo fue el escenario elegido. Y un balazo de 30 metros
puso fin a las especulaciones. Fue el único gol del partido y su autor Mario
Boyé contó en 1967 en “Sport” (suplemento mensual de “El Gráfico”) que “ese día en la cancha de San Lorenzo nosotros
teníamos en contra a todas las demás hinchadas”. Como ocurre en estos casos
las simpatías de los adictos a otros cuadros se concentraron en el que no era
poderoso.
Tras hacer consideraciones sobre su
“sablazo” que derrumbó la esperanza del equipo del sur, el “Atómico” terminó
diciendo en la nota “A nosotros se nos
acusaba de ´acomodo´, pero la verdad era que teníamos un cuadrazo ¡A ver si
ahora van a cambiar las cosas! El equipo andaba una barbaridad, lo mismo que el
de Banfield, No llegamos a la final de ´carambola´, sino porque lo merecíamos.
Esto es lo importante: dejar en claro que ganamos por mejores y no por ayuditas
extrañas”.
Haciéndose eco por tal indignación por
la circunstancia de atribuir la conquista a factores internos la revista
“Racing”, que comentó el nuevo halago, tituló esa semana “¡Racing campeón! ¿La contra? ¡Que en paz descanse!” Era el número
del 12 de diciembre de 1951. En esa revista partidaria hizo sus primeras armas
un hombre que llegó a suscitar grandes polémicas en el periodismo: Bernardo
Neustadt, fervoroso racinguista.
Así Racing fue el primer ganador de un
triple campeonato en el fútbol argentino. River en 1955/57 igualó la hazaña. Y
la superó con sus 3 títulos locales consecutivos: en 1980/1981 y 1996/97. Boca
estuvo a punto de lograrlo la década pasada por primera vez en su historia,
pero hace 10 años, en las fechas finales, el Estudiantes de Simeone lo alcanzó
y doblegó en una comentada final.
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