Osvaldo Riganti—
publicado por despertar de oaxaca.com |
El soborno en el fútbol ha hecho
derramar ríos de tinta. Y no son pocos los episodios que se recuerdan en los
que se habla del día que “Fulano fue para atrás” o a “Mengano lo arreglaron”.
Sin embargo son escasas las situaciones
en que existen evidencias concretas.
Un hecho que reviste aristas
particulares es el del técnico Emérico Hirsch en los albores del
profesionalismo. Hirsch era un húngaro
que dirigió a un equipo de Gimnasia apodado “El Expreso” en 1933. De gran
nivel, fue “volteado” en los tramos finales del torneo por arbitrajes que
generaron no pocas suspicacias.
Pese a la frustración final, Hirsch ganó
un nivel de considerable expectabilidad. Ello llevó a River Plate a contratar sus
servicios en 1937. Y las cosas fueron sobre rieles. Un gran equipo que ganó un
bicampeonato, fue testimonio elocuente. Quemaba en él sus últimos cartuchos un
goleador que revolucionó al fútbol argentino: Bernabé Ferreyra. Y asomaban
figuras juveniles como José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera y Ángel Labruna que
alumbrarían la famosa “Máquina” de la década siguiente.
Pero en 1939 se opacó la buena estrella
del coach húngaro. Se comprobó un caso de soborno beneficiando a Banfield
contra Ferro y sufrió una sanción que lo mantuvo largo tiempo alejado de las
canchas. Fue un hecho que salpicó a grandes figuras de la época. “El agente sobornador Tarasconi, ex jugador
de Boca y el periodista Traba, reconocieron haber intervenido” dio cuenta
“Goles Match” en su número 1649. Hirsch, Tarasconi y Traba sufrieron la pena de
“expulsión por amoralidad deportiva”.
Pero a los pocos años llegó la amnistía.
El Ministerio de Justicia e Instrucción Pública dictó un decreto el 10 de mayo
de 1942: “Como los hechos ocurrieron en 1941, la amnistía del 5 de marzo de
1942 elimina la posibilidad de sanciones”. Todos fueron rehabilitados pero
Hirsch quedó estigmatizado sufriendo un largo ostracismo.
Tuvo que pasar casi un cuarto de siglo
para que volviera a los primeros planos. Tras la debacle del fútbol argentino
en Suecia en 1958 con un plantel integrado mayoritariamente por jugadores de
River, este club padeció en mayor medida los efectos traumáticos de la mala performance. Ello, unido a la veteranía de algunos de sus
hombres, constituyó el epílogo de un ciclo glorioso. A partir de allí vinieron
18 años sin campeonatos. En ese lapso sucumbieron experiencias como la que
practicó el caudillo riverplatense Antonio Liberti (también él en el último
tramo de su dilatada carrera dirigencial), que buscó recrear expectativas
batiendo junto a su colega boquense Alberto J. Armando el parche del “fútbol
espectáculo”. El “operativo fútbol espectáculo” incluyó el retorno a los
primeros planos del zarandeado Hirsch en 1961. River contrató una delantera de
jugadores extranjeros –entre otras incorporaciones– integrada por el uruguayo
Domingo Pérez, el español Pepillo y los brasileños Moacir, Delem y Roberto. Ese
equipo, conducido por el DT húngaro protagonizó una gira destacada por Europa
en el Viejo Mundo. La misma registró resultados que aún se recuerdan, como los
triunfos en sus propios reductos sobre el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano y
el Juventus de Enrique Omar Sívori.
Pero en el orden local las cosas no
fueron igual. Racing se “cortó” y desfiló rumbo
a un campeonato que ganó en gran estilo con la recordada delantera
formada por Corbatta, Pizzutti, Mansilla, Sosa y Belén.
La performance “millonaria” no era tan
mala. Al fin y al cabo el equipo iba tercero, pero eso no satisfacía a sus
adictos y además el estilo de juego algo europeizado a que Hirsch era adepto no
agradaba a su paladar. Para peor, el periodismo (en una campaña en la cual hizo
“punta” el ácido Dante Panzeri) armó un gran escándalo con aquel penoso
episodio que había protagonizado Hirsch mucho tiempo atrás.
Se ponía sin más en el tapete su
condición de “sobornador”.
Una derrota en el Monumental ante
Chacarita y un empate ante Lanús en su reducto (equipos entonces de desteñida
figuración) a poco de comenzada la segunda rueda acrecentaron el malestar. A
tal punto que Liberti debió sacar con la policía, de la vieja sede
riverplatense de la calle Suipacha, a algunos socios que fueron a reclamar la
defenestración del DT. Este, agobiado por los resultados poco felices y la
campaña en su contra por el citado percance, presentó su renuncia y desapareció
para siempre de la escena futbolística.
Entre otros episodios que ganaron la
primera plana periodística se cuenta uno que también involucró a Banfield en
detrimento de Ferro. El jugador de este club Alfredo Gualterio Ortiz denunció
un intento de soborno. La investigación culminó con la suspensión por 4 meses
del club Banfield. “La responsabilidad del Club Atlético resulta evidente”,
dictaminó el Tribunal de Penas, que además dispuso la expulsión de la AFA del
presidente de Banfield, Carlos Ismael Soler, y los directivos Pedro Chazón y
Florencio Alberto Castro, según da cuenta “Goles” del 18.8.80. La revista
agrega: “El socio Daniel Sziernuck, el que puso la cara, también fue expulsado
de los registros. Se secuestraron los 7.000 pesos que Sziernuck iba a entregar
a Ortiz”.
El año pasado el ex presidente de River
Plate, Hugo Santilli, aludió en el programa “Pasión Millonaria” que conduce
Susana Chiantaretto al necesario esclarecimiento de manifestaciones grabadas
atribuidas al ya entonces fallecido Julio Grondona acerca de partidos de la
Libertadores en que daba a entender el relato en que hubo participación dolosa
de un lineman.
Resuenan todavía manifestaciones de
Napout, titular de la Conmebol, detenido por irregularidades al cierre del año pasado, acerca de “copas
que compró Macri”. El ruidoso hecho fue sintetizado en su artículo “Grondona
muerto de risa”, por el periodista Adrián de Benedectis en Página/12 el 23 de
diciembre de 2015 remarcando, por si hacía falta, respecto al caso: “Compromete
al presidente de la Nación, Mauricio Macri”.
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