martes, 31 de mayo de 2016

Acerca del siempre vigente fantasma del soborno

Osvaldo Riganti—
publicado por despertar de oaxaca.com
El soborno en el fútbol ha hecho derramar ríos de tinta. Y no son pocos los episodios que se recuerdan en los que se habla del día que “Fulano fue para atrás” o a “Mengano lo arreglaron”.
Sin embargo son escasas las situaciones en que existen evidencias concretas.
Un hecho que reviste aristas particulares es el del técnico Emérico Hirsch en los albores del profesionalismo. Hirsch era un  húngaro que dirigió a un equipo de Gimnasia apodado “El Expreso” en 1933. De gran nivel, fue “volteado” en los tramos finales del torneo por arbitrajes que generaron no pocas suspicacias.

Pese a la frustración final, Hirsch ganó un nivel de considerable expectabilidad. Ello llevó a River Plate a contratar sus servicios en 1937. Y las cosas fueron sobre rieles. Un gran equipo que ganó un bicampeonato, fue testimonio elocuente. Quemaba en él sus últimos cartuchos un goleador que revolucionó al fútbol argentino: Bernabé Ferreyra. Y asomaban figuras juveniles como José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera y Ángel Labruna que alumbrarían la famosa “Máquina” de la década siguiente.
Pero en 1939 se opacó la buena estrella del coach húngaro. Se comprobó un caso de soborno beneficiando a Banfield contra Ferro y sufrió una sanción que lo mantuvo largo tiempo alejado de las canchas. Fue un hecho que salpicó a grandes figuras de la época. “El agente sobornador Tarasconi, ex jugador de Boca y el periodista Traba, reconocieron haber intervenido” dio cuenta “Goles Match” en su número 1649. Hirsch, Tarasconi y Traba sufrieron la pena de “expulsión por amoralidad deportiva”.
Pero a los pocos años llegó la amnistía. El Ministerio de Justicia e Instrucción Pública dictó un decreto el 10 de mayo de 1942: “Como los hechos ocurrieron en 1941, la amnistía del 5 de marzo de 1942 elimina la posibilidad de sanciones”. Todos fueron rehabilitados pero Hirsch quedó estigmatizado sufriendo un largo ostracismo.
Tuvo que pasar casi un cuarto de siglo para que volviera a los primeros planos. Tras la debacle del fútbol argentino en Suecia en 1958 con un plantel integrado mayoritariamente por jugadores de River, este club padeció en mayor medida los efectos traumáticos de la mala performance.  Ello, unido a la veteranía de algunos de sus hombres, constituyó el epílogo de un ciclo glorioso. A partir de allí vinieron 18 años sin campeonatos. En ese lapso sucumbieron experiencias como la que practicó el caudillo riverplatense Antonio Liberti (también él en el último tramo de su dilatada carrera dirigencial), que buscó recrear expectativas batiendo junto a su colega boquense Alberto J. Armando el parche del “fútbol espectáculo”. El “operativo fútbol espectáculo” incluyó el retorno a los primeros planos del zarandeado Hirsch en 1961. River contrató una delantera de jugadores extranjeros –entre otras incorporaciones– integrada por el uruguayo Domingo Pérez, el español Pepillo y los brasileños Moacir, Delem y Roberto. Ese equipo, conducido por el DT húngaro protagonizó una gira destacada por Europa en el Viejo Mundo. La misma registró resultados que aún se recuerdan, como los triunfos en sus propios reductos sobre el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano y el Juventus de Enrique Omar Sívori.
Pero en el orden local las cosas no fueron igual. Racing se “cortó” y desfiló rumbo  a un campeonato que ganó en gran estilo con la recordada delantera formada por Corbatta, Pizzutti, Mansilla, Sosa y Belén.
La performance “millonaria” no era tan mala. Al fin y al cabo el equipo iba tercero, pero eso no satisfacía a sus adictos y además el estilo de juego algo europeizado a que Hirsch era adepto no agradaba a su paladar. Para peor, el periodismo (en una campaña en la cual hizo “punta” el ácido Dante Panzeri) armó un gran escándalo con aquel penoso episodio que había protagonizado Hirsch mucho tiempo atrás.
Se ponía sin más en el tapete su condición de “sobornador”.
Una derrota en el Monumental ante Chacarita y un empate ante Lanús en su reducto (equipos entonces de desteñida figuración) a poco de comenzada la segunda rueda acrecentaron el malestar. A tal punto que Liberti debió sacar con la policía, de la vieja sede riverplatense de la calle Suipacha, a algunos socios que fueron a reclamar la defenestración del DT. Este, agobiado por los resultados poco felices y la campaña en su contra por el citado percance, presentó su renuncia y desapareció para siempre de la escena futbolística.
Entre otros episodios que ganaron la primera plana periodística se cuenta uno que también involucró a Banfield en detrimento de Ferro. El jugador de este club Alfredo Gualterio Ortiz denunció un intento de soborno. La investigación culminó con la suspensión por 4 meses del club Banfield. “La responsabilidad del Club Atlético resulta evidente”, dictaminó el Tribunal de Penas, que además dispuso la expulsión de la AFA del presidente de Banfield, Carlos Ismael Soler, y los directivos Pedro Chazón y Florencio Alberto Castro, según da cuenta “Goles” del 18.8.80. La revista agrega: “El socio Daniel Sziernuck, el que puso la cara, también fue expulsado de los registros. Se secuestraron los 7.000 pesos que Sziernuck iba a entregar a Ortiz”.
El año pasado el ex presidente de River Plate, Hugo Santilli, aludió en el programa “Pasión Millonaria” que conduce Susana Chiantaretto al necesario esclarecimiento de manifestaciones grabadas atribuidas al ya entonces fallecido Julio Grondona acerca de partidos de la Libertadores en que daba a entender el relato en que hubo participación dolosa de un lineman.

Resuenan todavía manifestaciones de Napout, titular de la Conmebol, detenido por irregularidades  al cierre del año pasado, acerca de “copas que compró Macri”. El ruidoso hecho fue sintetizado en su artículo “Grondona muerto de risa”, por el periodista Adrián de Benedectis en Página/12 el 23 de diciembre de 2015 remarcando, por si hacía falta, respecto al caso: “Compromete al presidente de la Nación, Mauricio Macri”.

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