sábado, 30 de mayo de 2015

Poesía: de los muros, reales y virtuales, a la mesa del lector

Por Mario Méndez—
Sorprendido por la novedad, este cronista se puso a pensar en el raro fenómeno que, de un tiempo a esta parte, ha llenado de poesía los muros virtuales de Facebook: “Nomino a Zutano, Fulano y Perengano a compartir cuatro poesías durante cuatro días”. Y también en esas “acciones poéticas” (muy publicitadas por el Facebook, por cierto), que dejan sus marcas en los muros reales de ciudades y pueblos. ¿Qué está pasando? ¿Hay acaso un boom de poesía? Difícil, difícil. Para pensarlo con otros, entonces, el cronista sorprendido se puso a mirar las entrevistas del libro Entrelíneas.

¿Qué pasa con la poesía, escritores y escritoras argentinas?

Contestan nuevamente, en esta especie de selecto recorte de Entrelíneas, Adela Basch(1), Liliana Cinetto(2), Franco Vaccarini(3), Didi Grau(4) y Lucía Laragione(5).
En una de mis primeras entrevistas, hace ya algunos años, le pregunté a la poeta, dramaturga, narradora y querida amiga Adela Basch cómo había empezado a publicar. Esto me dijo:
Tenía 32 años cuando escribí lo que fue mi primer libro, una obra de teatro: Abran cancha, que aquí viene don Quijote de La Mancha. Al tiempo escribí la segunda, Oiga, chamigo aguará, quizás alguno de ustedes la habrá leído. La cosa es que yo escribía y quería publicar como todos… y empecé a intentarlo y me encontraba en las editoriales con un cliché que era: “teatro y poesía no publicamos porque teatro y poesía no se venden”.

Cosa rara: la gente anda poniendo por las paredes virtuales que pretenden que representen su imagen, un montón de poesía. ¿Y la poesía no se vende? ¿Será cierto? A ver, hago memoria y busco… ¿qué era lo que opinó Liliana Cinetto, cuándo le pregunté acerca de la escasa presencia de poesía en la escuela?
“Hay escasa presencia de la poesía en todos lados. En las escuelas, en las bibliotecas y en las infancias en general. En las casas en las que hay libros, puede haber cuentos, puede haber otro material, pero escasea la poesía. En la escuela pasa exactamente lo mismo y a mí me parece preocupante. Yo creo que la poesía es la puerta de entrada a la literatura. Por varias razones. Primero a través de los textos orales, las canciones de cuna, las rondas, los juegos de palabras, las adivinanzas… todo eso pertenece a la tradición oral pero ¡es literatura! Y es el primer contacto que los chicos tienen con la literatura. Que los encandila, aun cuando, siendo bebés, no entiendan nada de lo que están escuchando. Entonces, en ese momento, se entabla con la poesía un lazo afectivo que perdura si nosotros les seguimos dando poesía, pero se corta, si los chicos dejan de tener contacto con ella. Por eso, cuando voy a las escuelas o cuando charlo con mamás y con papás también suelo decir: tiene que haber libros, pero tiene que haber también libros de poesía. Es decir, hay una noche en la que le contarán un cuento y una noche en la que le recitarán un poema. Todos los géneros son necesarios en la vida. No se puede cambiar uno por otro. Y la poesía es la puerta de entrada a la literatura por ese motivo y también porque en la poesía, para mí, están absolutamente todos los recursos que uno después puede encontrar en el resto de la literatura. Desde los recursos a nivel discurso, desde las metáforas, las comparaciones que pueden aparecer después en una prosa tranquilamente, hasta los conceptos más básicos, como, por ejemplo, la estructura narrativa. Porque hay distintas clases de poesía. Está la poesía narrativa, que cuenta una historia, está la poesía descriptiva, la poesía pura… todo está en la poesía. Y al chico lo atrae la musicalidad que tiene la poesía, el ritmo, el juego que hacen las rimas. Desperdiciar ese amor que ya trae el niño por la poesía no dándole más poesía, es una picardía. ¿A las maestras qué les pasa? Y me incluyo porque cuando critico lo hago también desde el lugar de ser maestra… Ejercí durante diez años y después dejé de trabajar pero hablo también con la autoridad de haberme ensuciado los dedos con tiza. Y… la maestra a veces no sabe qué hacer con la poesía. Si da poesía, se pregunta: “¿qué hago después con eso?”. Porque sabe, la mayoría de las veces, que no tiene que usarla para enseñar los sustantivos… o qué sé yo… Y yo le digo que no hay que hacer nada con la poesía. La poesía hay que leerla, recitarla, narrarla y dejarla ahí. Como una semilla para que germine, sin ninguna actividad posterior. En realidad, creo que con toda la literatura, pero especialmente con la poesía, hay que dejarla ahí”.
Ofrecerla, narrarla, dejarla ahí, dijo Liliana. Esto, pareciera, es lo que está pasando en los muros. La gente anda compartiendo sus gustos poéticos, pero: ¿no piensan comprar libros de poesía?
Liliana Cinetto dice que sí, que compran:
“Yo tengo ya seis libros de poesía publicados. Luché contra todos los editores que me decían que la poesía no se vende porque los maestros no la quieren, porque no saben qué hacer, porque los padres no la compran… Yo luché, y luché y luché. Finalmente fui publicando todos mis libros de poesía y se venden muy bien. Se agotan y se reeditan, y los chicos mismos son los que eligen el libro cuando tienen la oportunidad. Porque yo sé exactamente que a los chicos les gusta. No he perdido nunca la mirada de niño, cosa que me parece muy importante para un escritor. Escribir aquello que el chico tiene ganas de leer. Porque si escribimos para los adultos, para la crítica, para los premios o para tal o para cual, nos olvidamos de nuestros lectores. Y me lo demuestran ellos, en las cifras y las ventas, que es lo que después convence a los editores. Lo que pasa es que también es importante saber que hay ciertas etapas en la degustación poética de un chico. El chico, al principio, prefiere la poesía que le cuenta una historia, lo que se llama “poesía narrativa”. Después, de a poco, puede ir llegando a la poesía más descriptiva, o, incluso, en una etapa posterior, a la poesía más lírica, donde hay puro juego de palabras. Es cierto que la puede leer también al principio, pero a la hora de preferir, va a preferir más la poesía narrativa. Eligen todo, porque yo he narrado poesías narrativas a chicos de un año y se quedan escuchando. Ellos no entienden lo que yo les estoy diciendo. Se quedan escuchando la musicalidad. Por eso también, ahora que se defenestra la rima, y se defenestra la métrica, y el poema libre y toda la cosa… que yo también los escribo, pero no hay que olvidarse de que justamente esa musicalidad y esa rima es uno de los elementos que más les llama la atención a los niños. Entonces, tenemos que darles tiempo a ellos como lectores, a que su gusto poético se afiance, para pasar a la etapa posterior, porque si no, hay poemas de poetas maravillosos que hacen que los chicos se queden afuera. Y por eso el maestro después no sabe qué hacer con eso, ni el chico sabe qué hacer con eso, ni nadie sabe qué hacer con eso. Pero si uno ha hecho este proceso de degustación poética, simplemente cuando llega a esa etapa, si ha hecho todo el caminito,  finalmente la lee y la disfruta y se siente maravillado. Cuando estuve en el Foro de Mempo Giardinelli en Chaco, había una mesa en la que hablaban de poesía y entonces le decían a un poeta, por supuesto, que “la poesía no se vende”. Yo no decía nada, porque yo vendo poesía. Entonces decían: “¿Y qué le damos a leer a un chico? ¿Alejandra Pizarnik?”. Y a mí me encanta Alejandra Pizarnik, pero si yo se la doy a un chico me la revolea por la cabeza. Porque tiene que haber todo un proceso de degustación. Es como si a uno, por ejemplo, le ponen la ópera, o algo de música clásica o el apreciar una obra de arte que no es realista… un cubismo… un surrealismo. Uno necesita hacer un “caminito para llegar hasta”. Un aprendizaje, si se quiere, poético. Me parece importante que no se olvide eso”.
Aprendizaje poético, me gusta esa frase. Me gusta tanto que me recuerda a Franco Vaccarini, otro amigo escritor, muy exitoso y respetado, cuando con total sinceridad, y entre risas,  habla de la primera vez que visitó un taller literario.
Era el taller de una profesora de Literatura que vivía cerca de donde estaba viviendo yo, con mi hermana, en la calle San Luis y Ecuador, en Buenos Aires. En ese momento me di cuenta de que todos escribían mejor que yo. Me acuerdo que había un pibe, con boina tipo Che Guevara, que se mandó un poema de amor que me dejó alucinado. Dije “este es un genio”: yo todavía escribía con rimas, no tenía ningún estilo armado, obviamente, entonces ahí me di cuenta de que no tenía que escribir más poemas con rimas. ¡Descubrí la poesía libre! y eso me hizo adelantarme un buen trecho, y gracias a esa sola clase del taller”.
Para finalizar, a la poesía, por lo visto, se puede llegar de niño, de adolescente y de adulto. Se puede llegar desde la cuna, o desde el muro, real o virtual. Está ahí y, cómo diría Liliana Cinetto, hay que ofrecerla, y ver qué pasa. Muchas carreras literarias empezaron así, sin duda. Por ejemplo, la de Didi Grau:
De adolescente empecé con la poesía. Mi papá escribía poesía y mi abuelo, el papá de mi papá, también. Poesía clásica, con rima. A mi abuelo creo que llegaron a publicarle algo en algún diario de barrio. La poesía de mi papá y la que encontré en un cuaderno que dejó mi abuela (también con pretensiones de poeta), era una poesía muy amarga. Escribían cuando estaban tristes parece, ¿no? Si bien yo a veces escribo algo cuando estoy triste, me gusta escribir poesía cuando estoy exaltada por algo que me deslumbra, puede ser un paisaje u otra cosa”.
También por la poesía empezó su camino la novelista y dramaturga Lucía Laragione, que, con toda modestia, no se considera poeta:
“Tanto como poeta..., pese a que he publicado dos libros de poesía, que son mis dos libros iniciales, la verdad que no me considero. Me parece que es un sustantivo o adjetivo muy grande. Me parece que la poesía es un arte muy difícil y verdaderamente no es a lo que me he dedicado aunque haya tenido la “caradurez” de haber empezado por ahí”.
¿Y se concluye en algo, después de todo esto?, podrá preguntarse el amable lector. Tal vez, sólo tal vez, sí haya algunas conclusiones dignas de mencionarse. Dos, al menos, se me ocurren. La primera, de puro sentido común, es que compartir versos, ya sea en paredes virtuales o en muros reales, está muy bien. La segunda, que ofrecerle poesía a bebes, niños, jóvenes y viejos, en la cuna, la escuela, o las paredes, está bueno. Es como ofrecerles comida, bebida, refugio: una atención, una gracia. Bienvenida sea.

(1)Adela Basch
Dramaturga, cuentista, poeta, editora. De entre sus muchos, muchísimos títulos, podríamos mencionar Oiga, chamigo aguará, Abran cancha que aquí viene Don Quijote de la Mancha, Colón agarra viaje a toda costa, Un buen rato de teatro, Una luna junto a la laguna, El reglamento es el reglamento, y tantos otros. Recibió numerosos premios y menciones, entre ellos el Premio Argentores 1982 por El velero desvelado, mención en el Premio Coca-Cola de Literatura Infantil 1987 por el cuento “Blunquimelfa”; mención en el Premio Nacional de Literatura Infantil 1995 por El extraño caso del amigo invisible y en 2002 Premio Destacados de ALIJA por su obra de teatro José de San Martín, caballero del principio al fin.
(2)Liliana Cinetto
Profesora de Letras, narradora oral  y una prolífica autora. Ha publicado  libros de poesía como Hechizo de espuma y Peces de la noche; novelas como Cuidado con el perro, Diminuto contra los fantasmas, Diminuto y el monstruo subterráneo, Diminuto y el gol de oro y Cuento con carpincho y todo; libros de cuentos como El pozo y Cuentos que hielan la sangre; y ha hecho sus propias versiones de las leyendas argentinas en los libros El abrazo de los ríos y La flor de oro y de las historias tradicionales El patito feo, Caperucita Roja, La bella durmiente, Blancanieves... Es autora, además, de la colección “Perros con historia” que incluye Ambrosio en la Prehistoria, Ambrosio en el Antiguo Egipto, Ambrosio en la Antigua Grecia y Ambrosio y los Vikingos. También ha publicado cuentos y poesías en antologías de Argentina, Chile, Bolivia, Puerto Rico, Estados Unidos y España y la han traducido al  portugués, al catalán y al italiano. Recibió importantes premios como el "Alfonso Grosso", de Sevilla, por su primer libro de cuentos para adultos, La vida es cuento.
(3)Franco Vaccarini
Autor prolífico y premiado. Obtuvo en 2006 el Premio “El Barco de Vapor”, por La noche del meteorito. Su novela inédita La pasajera encantada recibió la Mención de Honor del Fondo Nacional de las Artes en 2001.  Uno de sus libros de poesía, El Culto de los Puentes, fue distinguido por el  Fondo Nacional de las Artes en 1997 y ha publicado libros de cuento y novela infantil y juvenil, como Ganas de tener miedo; El hombre que barría la estación;  La mecedora del fantasma; Los ojos de la iguana; Eneas, el último troyano; Los crímenes del mago Infierno; Algo más que un tesoro; Algo que domina el mundo; El monstruo perfecto; Otra forma de vida; entre muchos otros. También fue subdirector de la revista de cuento latinoamericano Mil mamuts.
(4)Didi Grau
Autora e ilustradora de larga e importante carrera. Ha ilustrado y ha escrito, entre otros libros, La máquina de la felicidad, Curumbamba y Curumbé, ¿Y la luna dónde está?, Cereza y Kiwi, Riquete el del copete, Rimanumero, La nariz andariega / Un capote de primera.
(5)Lucía Laragione
Autora prolífica y versátil. Algunos títulos de sus libros son: Amores que matan, Tratado Universal de monstruos, S.O.S. gorilas, El mar en la piedra, El gran Brancoleone y otros cuentos, La bicicleta voladora... También están publicadas sus obras de teatro para adultos: Cocinando con Elisa, Criaturas de aire, entre otras. Ha sido publicada en Chile, México, España y Francia y sus obras de teatro fueron estrenadas en nuestro  país, en España, Francia y Portugal.
Obtuvo  el premio Argentores, el Trinidad Guevara y el premio Municipal de Teatro, en Argentina. Y también el premio internacional María Teresa León para autoras dramáticas que se otorga en España.


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