Por el profesor
José Pecora—
Hablamos de ganar tiempo, perderlo o ahorrarlo, pero lo cierto es que no
puede ni atesorarse ni guardarlo para más adelante. Avanza de una manera
inexorable y no hay nada que podamos hacer para modificar su curso.
Del latín tempus, la palabra tiempo
se utiliza para nombrar a una magnitud de carácter físico que se
emplea para realizar la medición de lo que dura algo que es susceptible de
cambio.
Cuando una cosa pasa de un estado a otro, y dicho cambio
es advertido por un observador, ese periodo puede cuantificarse y medirse como
tiempo. O sea que la determinación del tiempo es una cosa que se hace de manera
indirecta, a diferencia de lo que sucede con otras magnitudes como el largo, el
ancho o el alto de una cosa, que se mide directamente.
En el universo existen cambios que se producen de manera
cíclica, es decir que las situaciones se repiten, como por ejemplo el pasaje
día y noche, o cuestiones que no se vuelven a producir, como por ejemplo para
un ser vivo su nacimiento y su muerte.
Gracias al tiempo, el ser humano puede organizar los
hechos de manera secuencial. Este orden deja establecido un pasado (lo
que ya sucedió), un presente (lo que está pasando en el momento) y un futuro
(aquello que va a ocurrir).
Desde los comienzos de la humanidad el hombre intentó
medir el paso del tiempo por medio de relojes de sol y obeliscos. Se supone ya
que el hombre comenzó con las mediciones de este tipo en el período Neolítico,
probablemente de manera muy rudimentaria, clavando una estaca en el suelo y
observando su sombra. El primer aparato medidor del tiempo del que tenemos
conocimiento está datado sobre el 3500 a.c., en el que hablamos de obeliscos
que se utilizaban como rudimentarios relojes de sol.
Gnomon (el reloj de sol se obtiene clavando una estaca
verticalmente en la tierra y observando la sombra proyectada por ésta y
observando como varía la sombra a lo largo del día)
Este tipo de instrumentos era muy inexacto y además,
tenía el inconveniente que no podía medirse el tiempo durante la noche. Fue así
que se vio la necesidad de crear otro tipo de instrumentos de medición y es por
ello que en lugar de utilizar cuestiones externas al aparato como la posición
de la tierra con respecto al sol, debieron aprovechar propiedades intrínsecas
del aparato mismo, usando fenómenos de repetición constante.
Uno de los primeros instrumentos de este tipo fue creado por los egipcios
unos 1400 años a.c., y se denomina clepsidra o reloj de agua. Su principio
consiste en que una cantidad dada de agua siempre requiere del mismo tiempo
para pasar gota a gota de un recipiente a otro. Este mecanismo fue
posteriormente perfeccionado por otras culturas, como por ejemplo la china o la
hindú. Estos relojes se siguieron utilizando con formas cada vez más elaboradas
durante siglos.
Clepsidra de Kamak, siglo XIV a.c.
Tallada
de un bloque de calcita con forma de cono truncado invertido, Mide 35 cm. de
altura, y su diámetro superior e inferior es de 49 cm y 27.5 cm.,
respectivamente.
El
recipiente se llenaba de agua y ésta era evacuada por un pequeño orificio
situado un poco por encima de la base del mismo. Doce escalas (para cada
uno de los meses del año) marcadas en la pared interior de la clepsidra,
estaban señaladas por marcas circulares, de modo que cuando el nivel del agua
descendía de una marca a otra quería decir que había pasado una hora. Si bien
los egipcios partían el día por igual en
doce horas para lo noche y otras tantas para el día, lógicamente el valor de
cada hora variaba según la estación del año. Además como el tamaño del
recipiente no era uniforme, esto provocaba errores.
Un avance
técnico que solucionó este problema se produjo con el invento de las clepsidras
de flujo interior. El ejemplar mejor conservado hallado en Egipto data
hacia el año 100 d.C. En éstas, lo que se hacía era llenar el recipiente de
agua, por goteo, desde una fuente exterior constante. Por ello, estos relojes
tienen una gran ventaja respecto a los de flujo exterior, pues si el aporte de
agua era constante, las marcas efectuadas en el interior del cilindro debían
señalar las horas con mucha mayor precisión.
Las clepsidras pasaron de Egipto a Europa a través de Grecia y Roma. Son
antecesoras de los relojes de arena, que se basan en el mismo principio, pero
utilizando el pasaje de arena en vez de agua de un recipiente a otro.
Reloj
de arena
Alrededor del
siglo XIII empezaron a aparecer los primeros relojes mecánicos, que tenían
muchas imprecisiones, pero que fueron evolucionando hasta llegar a la situación
actual, en la que tenemos relojes mecánicos de todo tipo, de gran precisión.
La medición del
tiempo actualmente ha avanzado tanto que prácticamente con la invención de los
relojes atómicos, se consigue prácticamente saber la hora exacta.
Reloj atómico de cesio
En el ajedrez,
en un principio no había ninguna limitación en lo que al tiempo se refiere, pero
la actitud de determinados jugadores, que utilizaban demasiado tiempo para la
ejecución de cada jugada, hacía que las partidas duraran muchísimas horas y a
veces varios días. Esto obligó a que se limitara de algún modo el tiempo de
reflexión.
En
el Primer Torneo Internacional de Ajedrez celebrado en Londres en 1851, hubo
críticos que se quejaron de la lentitud del juego.
Tassilo
von der Lasa (1818-1889) fue una de las primeras personas en proponer que cada
jugador debía disponer de un tiempo limitado, controlado mediante relojes
separados.
En
1852, un escritor llamado A. Cantab escribió que debían usarse relojes de arena
para regular las jugadas con un control de tiempo limitado. "Permitamos a cada jugador tener un reloj de arena de tres horas a
su izquierda, con un asistente
para cada bando encargado de girarlo. Mientras el jugador está pensando, el reloj de arena debe estar corriendo;
mientras su rival esté pensando, su reloj será dispuesto horizontalmente sobre
la mesa para que no corra el tiempo".
La
idea fue apoyada por Howard Staunton y otros prominentes ajedrecistas. Se
usaron relojes de arena en los matches y torneos desde 1861 a 1875. Sin
embargo, la temperatura y humedad afectaban la arena dentro de los relojes, y
no resultaban muy precisos. También, un jugador podía dar vuelta
accidentalmente el extremo incorrecto de su reloj o el de su rival, y causar
problemas.
Kolish, Levy y Devinck,
jugando en el Café “La Regence” en París. Observen el reloj de arena.
El
primer match de ajedrez donde se utilizó un reloj de arena fue entre
Anderssen y von Kolisch, en Londres 1861. El control de tiempo era de 24
jugadas en 2 horas.
En
aquellos días, exceder el límite de tiempo no equivalía a perder la partida,
pero podía, sin embargo, el jugador ser multado.
En
1867, en el Torneo Internacional de Paris, los organizadores impusieron una
multa de 5 francos a los jugadores, por cada 15 minutos de exceso por sobre el
control de tiempo de 10 jugadas en una hora.
En
1870, en Baden-Baden, se usaron por primera vez los relojes de ajedrez. El
control de tiempo era de 20 jugadas por hora. Los ajedrecistas tenían la opción
de usar un reloj de arena o un reloj de ajedrez.
Allá
por 1883, se inventó un dispositivo mecánico, denominado el reloj de ajedrez de
"volteretas" (en inglés, "tumbling"). Se usó por primera
vez en el torneo de Londres de aquel año. Fue inventado por Thomas Bright
Wilson (1843-1915) de Manchester, Inglaterra, con el asesoramiento de Joseph
Henry Blackburne.
Joseph Blackburne destacado maestro de ajedrez
(1841-1924)
Consistía
en dos relojes de péndulo idénticos, colocados en el extremo opuesto de un
balancín. Cuando uno de los jugadores realizaba su jugada, movía el reloj a una
posición donde detenía su péndulo y accionaba el del reloj rival. El reloj de
"volteretas" fue fabricado por Fattorini & Sons, de Bradford,
Inglaterra. El control de tiempo en el torneo de Londres fue de 15 jugadas por
hora. Por primera vez, el jugador que excedía el límite de tiempo perdía la
partida.
En
1894, se usaron relojes de ajedrez de "voltereta" durante el match
Steinitz-Lasker por el Campeonato del Mundo en Nueva York.
Match Steinitz-Lasker ,
Nueva York 1894
En
1889, H.D.B. Meijer, Secretario de la Federación Holandesa de Ajedrez, agregó
una "bandera o flecha" al reloj. La ‘bandera’ quedaba levantada sobre
el tercer minuto antes de las 12 en punto.
Esto
facilitaba ver cuando se estaba corto de tiempo ya que la banderita se
levantaba por la segunda manecilla del reloj hasta su caída, en el control de
tiempo. Tomó cerca de 20 años antes que se hiciera habitual el uso de
"banderas"
Reloj
de control de 1905
A partir de aquí. hubo
modificaciones básicamente de diseño, hasta la aparición de relojes de otro tipo
como los electrónicos o digitales.
Clásico
reloj BHB de botones alemán, fabricado desde 1950 hasta 2009
En
1964, la empresa rusa "Kiev Relay and Automatic Works" fabricó el
primer reloj de ajedrez electrónico. En 1975, se concedió a Joe Meshi, la
primer patente de un reloj digital de ajedrez completamente operacional, basado
en microprocesadores.
En
1988, Bobby Fischer patentó un nuevo reloj digital de ajedrez que daba a cada
jugador un período de tiempo fijo al comienzo de partida y luego agregaba una
pequeña cantidad de tiempo tras cada jugada.
El
reloj fue empleado en el match revancha entre Fischer y Spassky, celebrado en
Yugoslavia en 1992. Antes de ese match, nunca se había construido un modelo
funcional. El reloj de ajedrez Fischer fue fabricado para el match en 5 días.
Reloj
digital patentado por Bobby Fischer
Casi
todos los torneos de ajedrez en la actualidad emplean relojes digitales debido
a los diferentes controles de tiempo con demora o incremento. El reloj de
ajedrez analógico tradicional va camino a ser una cosa del pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar, compartir y opinar