sábado, 30 de mayo de 2015

Padre Mugica, su compromiso

Osvaldo Riganti—
A 41 años de su crimen
Carlos Francisco Sergio Muchica Echagüe se hizo peronista a los 26 años. Nació el 30 de octubre de 1930, cuando en el país se instauraba el régimen del tirano Uriburu. Hijo de un destacado conservador que en 1938 fue elegido diputado por la Concordancia que llevó al gobierno a Roberto Marcelino Ortiz tuvo a raíz de su toma de posición política problemas con su familia, que era de la alta sociedad.
Consagrado sacerdote en 1959, Caggiano (amigo de su padre) lo nombró secretario para temas menores. Se aburrió y Caggiano le encargó el contacto con los pobres tras las misas. Las misas que celebraba en la Iglesia del Socorro tenían una pincelada política o un tinte de reclamo social. Los feligreses de la parroquia eran expresión de un sector que salen de la iglesia y expresan una concepción discriminatoria (“calientabancos” los llamó el padre Farinello en “La Mesa Vacía”).
“Es un domingo muy triste por la marginación del comicio de un sector del pueblo” dijo el día de la asunción de Arturo Illia.

De posición confrontativa con la dictadura, sostenía que la “palabra patrón y opresor” significaban lo mismo.
En 1964 entró en contacto con los ex Tacuaras Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus, así como también con Mario Eduardo Firmenich.
Bautizaba a los hijos de villeros, llevaba estudiantes de clase media para que calibraran la realidad, armaba salas de clase para “La hora de los hornos” y peleaba por las cloacas, el techo del trabajo. Dictaba clases en la Universidad del Salvador y trabajó en la encíclica papal “Populorium Progressio”.
Lo golpeó la muerte del Che, viejo amigo de la familia. Habló con el obispo Podestá y convino llevar un petitorio al general boliviano Barrientos, reclamando la repatriación de sus restos. Pasó por Cuba en plena preparación de la “Ofensiva Revolucionaria” y se empapó de la realidad de la Revolución Cubana.
Poco después del secuestro y ejecución de Aramburu y que la dictadura ultimara a sus partícipes Ramus y Abal Medina exaltó su figura. Celebraron el responso con Mugica los padres Hernán Benítez, ex confesor de Eva Perón, Jorge Adur y Luis Sánchez. Por lo que estuvieron presos 6 días y monseñor Aramburu lo suspendió por 30 días.
Mugica no aceptó en 1973 la candidatura a primer diputado por la Capital Federal porque dio prioridad al movimiento villero.
Ganador Héctor Cámpora, aceptó la asesoría que López Rega le ofreció en Bienestar Social. Sus seguidores le advirtieron que se metía “en la boca del lobo”.  El  confiaba en “que Dios lo toque a López Rega”.
López Rega pretendió adjudicarle un manejo deshonesto de fondos y él renunció. Los Montoneros lo hostigaron. Pasó a ser atacado por la revista “Militancia” de Ortega Peña y Luis Duhalde, que lo dibujó en una simbólica “cárcel del pueblo” por considerarlo un “depurador ideológico”.
Al  final del entuerto con el “Brujo” dijo a sus compañeros: “López Rega me va a mandar matar”. La pelea con los Montoneros empezó cuando se pronuncia contra toda lucha armada a partir del 25 de mayo de 1973:”Hay que dejar las armas para empuñar los arados” sostuvo. Los Montoneros y Mujica crearon movimientos villeros distintos. La violencia recrudecía y Mugica reclamaba con más fuerza a los jóvenes que depusieran las armas y que respetaran al gobierno elegido por nuestro pueblo. Mantenía inconmovible su lealtad a Perón y cuando éste expulsó a los Montoneros de la Plaza el 1º de mayo de 1974 sostuvo con su flamante agrupamiento la JP Lealtad (distante del lopezreguismo y los montoneros, “Chacho” Álvarez estaba en los planos dirigenciales del mismo, también se sumaba Néstor Kirchner)
Una dura represión policial ante un reclamo villero frente a Bienestar Social (querían ver a López Rega) terminó con un militante de las villas asesinado. Todo se complicó más.
Planteaba Mugica a raíz de “secuestros, asesinatos, que es lo que está pasando en este momento, por un operativo para liquidar a la Ford, 25 tipos de la empresa se están por ir del país” Se preguntaba ”¿beneficia al país que las compañías extranjeras tengan graves dificultades para depositar capitales?” “Eso es infantilismo político” sentenciaba. Del crimen de Rucci opinaba que era “un gravísimo error (…) muchos guerrilleros tampoco son pueblo, son pequeño burgueses que aprenden la revolución en un libro”.
El 11 de mayo de 1974 tenía un partido de fútbol. Pero en horas de la tarde, cuando se dirigía hacía allá fue asesinado al abandonar la Iglesia de San Francisco Solano, siendo gravemente herido su joven acompañante Ricardo Capelli. Lo ultimaron de 15 balazos con una ametralladora y fusiles.
“No me cabe duda. Fueron los montoneros” aventuró Antonio Cafiero.
Prevalece la interpretación de que los asesinos fueron Rodolfo Almirón Serna, jefe operativo de la Triple A y Juan Ramón Morales. Pero los montoneros Leonardo Bettanin y Juan Carlos Añón fueron recibidos al grito de “¡Asesinos!” cuando se  presentaron en el velorio de la capilla Cristo Obrero.
Su hermano Alejandro Mugica escribió una solicitada para publicarla en todos los diarios del país, acusando directamente a López Rega por la muerte de su hermano. Neustad y Héctor García lo convencieron de que no lo publicara alegando que correría peligro.
López Rega bautizó “Presbítero Mugica” al barrio que luego se conocería como Fuerte Apache.

“Oremos por los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de parte de la sociedad y de la Iglesia” dijo Jorge Bergoglio, entonces obispo coadjutor de Buenos Aires y hoy papa.

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