Osvaldo Riganti—
A 41 años de su crimen
Carlos
Francisco Sergio Muchica Echagüe se hizo peronista a los 26 años. Nació el 30
de octubre de 1930, cuando en el país se instauraba el régimen del tirano
Uriburu. Hijo de un destacado conservador que en 1938 fue elegido diputado por
la Concordancia que llevó al gobierno a Roberto Marcelino Ortiz tuvo a raíz de
su toma de posición política problemas con su familia, que era de la alta
sociedad.
Consagrado
sacerdote en 1959, Caggiano (amigo de su padre) lo nombró secretario para temas
menores. Se aburrió y Caggiano le encargó el contacto con los pobres tras las misas.
Las misas que celebraba en la Iglesia del Socorro tenían una pincelada política
o un tinte de reclamo social. Los feligreses de la parroquia eran expresión de
un sector que salen de la iglesia y expresan una concepción discriminatoria
(“calientabancos” los llamó el padre Farinello en “La Mesa Vacía”).
“Es
un domingo muy triste por la marginación del comicio de un sector del pueblo”
dijo el día de la asunción de Arturo Illia.
De
posición confrontativa con la dictadura, sostenía que la “palabra patrón y
opresor” significaban lo mismo.
En
1964 entró en contacto con los ex Tacuaras Fernando Abal Medina y Carlos
Gustavo Ramus, así como también con Mario Eduardo Firmenich.
Bautizaba
a los hijos de villeros, llevaba estudiantes de clase media para que calibraran
la realidad, armaba salas de clase para “La hora de los hornos” y peleaba por
las cloacas, el techo del trabajo. Dictaba clases en la Universidad del
Salvador y trabajó en la encíclica papal “Populorium Progressio”.
Lo
golpeó la muerte del Che, viejo amigo de la familia. Habló con el obispo
Podestá y convino llevar un petitorio al general boliviano Barrientos, reclamando
la repatriación de sus restos. Pasó por Cuba en plena preparación de la
“Ofensiva Revolucionaria” y se empapó de la realidad de la Revolución Cubana.
Poco
después del secuestro y ejecución de Aramburu y que la dictadura ultimara a sus
partícipes Ramus y Abal Medina exaltó su figura. Celebraron el responso con
Mugica los padres Hernán Benítez, ex confesor de Eva Perón, Jorge Adur y Luis
Sánchez. Por lo que estuvieron presos 6 días y monseñor Aramburu lo suspendió
por 30 días.
Mugica
no aceptó en 1973 la candidatura a primer diputado por la Capital Federal
porque dio prioridad al movimiento villero.
Ganador
Héctor Cámpora, aceptó la asesoría que López Rega le ofreció en Bienestar
Social. Sus seguidores le advirtieron que se metía “en la boca del lobo”. El
confiaba en “que Dios lo toque a López Rega”.
López
Rega pretendió adjudicarle un manejo deshonesto de fondos y él renunció. Los
Montoneros lo hostigaron. Pasó a ser atacado por la revista “Militancia” de
Ortega Peña y Luis Duhalde, que lo dibujó en una simbólica “cárcel del pueblo”
por considerarlo un “depurador ideológico”.
Al final del entuerto con el “Brujo” dijo a sus compañeros:
“López Rega me va a mandar matar”. La pelea con los Montoneros empezó cuando se
pronuncia contra toda lucha armada a partir del 25 de mayo de 1973:”Hay que dejar las armas para empuñar los
arados” sostuvo. Los Montoneros y Mujica crearon movimientos villeros
distintos. La violencia recrudecía y Mugica reclamaba con más fuerza a los
jóvenes que depusieran las armas y que respetaran al gobierno elegido por
nuestro pueblo. Mantenía inconmovible su lealtad a Perón y cuando éste expulsó
a los Montoneros de la Plaza el 1º de mayo de 1974 sostuvo con su flamante
agrupamiento la JP Lealtad (distante del lopezreguismo y los montoneros,
“Chacho” Álvarez estaba en los planos dirigenciales del mismo, también se
sumaba Néstor Kirchner)
Una
dura represión policial ante un reclamo villero frente a Bienestar Social
(querían ver a López Rega) terminó con un militante de las villas asesinado. Todo
se complicó más.
Planteaba
Mugica a raíz de “secuestros, asesinatos, que es lo que está pasando en este
momento, por un operativo para liquidar a la Ford, 25 tipos de la empresa se
están por ir del país” Se preguntaba ”¿beneficia al país que las compañías
extranjeras tengan graves dificultades para depositar capitales?” “Eso es
infantilismo político” sentenciaba. Del crimen de Rucci opinaba que era “un
gravísimo error (…) muchos guerrilleros tampoco son pueblo, son pequeño burgueses
que aprenden la revolución en un libro”.
El
11 de mayo de 1974 tenía un partido de fútbol. Pero en horas de la tarde,
cuando se dirigía hacía allá fue asesinado al abandonar la Iglesia de San
Francisco Solano, siendo gravemente herido su joven acompañante Ricardo
Capelli. Lo ultimaron de 15 balazos con una ametralladora y fusiles.
“No
me cabe duda. Fueron los montoneros” aventuró Antonio Cafiero.
Prevalece
la interpretación de que los asesinos fueron Rodolfo Almirón Serna, jefe
operativo de la Triple A y Juan Ramón Morales. Pero los montoneros Leonardo
Bettanin y Juan Carlos Añón fueron recibidos al grito de “¡Asesinos!” cuando
se presentaron en el velorio de la
capilla Cristo Obrero.
Su
hermano Alejandro Mugica escribió una solicitada para publicarla en todos los
diarios del país, acusando directamente a López Rega por la muerte de su
hermano. Neustad y Héctor García lo convencieron de que no lo publicara
alegando que correría peligro.
López
Rega bautizó “Presbítero Mugica” al barrio que luego se conocería como Fuerte
Apache.
“Oremos
por los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y
por los silencios cómplices de parte de la sociedad y de la Iglesia” dijo Jorge
Bergoglio, entonces obispo coadjutor de Buenos Aires y hoy papa.
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