Mauricio Epsztejn—
La trágica muerte del fiscal Alberto Nisman al comienzo de
un año signado por una decisiva disputa electoral en octubre próximo, hizo
volar un hormiguero cuya profundidad y extensión parecieran difíciles de dimensionar.
Esta nota es un intento por reflexionar a partir de poner el hecho en contexto.
Lo único claro hasta el momento es que tomó de sorpresa tanto al gobierno como
a la mayoría de la oposición institucional. Sin embargo, a esta altura del
partido no pareciera aventurado
Alberto Nisman |
Sin duda lo que el drama dejó a la vista es que los
principales interesados en esclarecer el hecho a fondo son, en primer lugar los
familiares —que hace más de 20 años buscan justicia —; también lo es el
gobierno, destinatario de la operación golpista y las instituciones de la República.
De rebote, el caso podría representar un punto de inflexión en el camino por romper
el entramado de intereses económicos y de poder que hasta ahora impidió
transparentar y democratizar al Poder judicial y a los servicios de
inteligencia.
Esta nota va a eludir hablar de la investigación sobre la
muerte de Nisman —tema mediatizado sin apego a ninguna ética por quienes corren
sólo tras el rating televisivo —sino enumerar someramente los hechos que
jalonan hasta hoy la trayectoria golpista de quienes intentaron condicionar la
política del kirchnerismo desde aún antes que Néstor asumiera la presidencia en
mayo de 2003. Son hechos y confesiones, no desvaríos y teorías conspirativas.
Un poco de memoria
Previo a eso conviene dar un pantallazo sobre los actores
globales involucrados.
La caída del Muro de Berlín en 1989 pareció dejar al mundo al
arbitrio de un único jugador: los Estados Unidos. Hasta hubo un plumífero del
Departamento de Estado que habló y escribió un panfleto que duró lo que la
manteca en la nariz del perro, sobre la llegada del “fin de la historia” bajo
la égida del capitalismo liberal. Sin embargo, lo que hoy tenemos es el intento
del capital transnacionalizado por borrar las fronteras para imponer sin
límites su hegemonía al mundo, lo que encuentra una creciente resistencia. Del
mundo unipolar imaginado y anhelado por Wall Street, la realidad actual nos
presenta varios centros de poder que ofrecen un margen para ejecutar políticas opuestas
a las que se propugnan desde los centros antidemocráticos del capital financiero,
ese poder real cuyo rostro y localización geográfica es difuso, cuyo fin supremo
apunta a incrementar su poder y dinero y para lograrlo es versátil en medios,
sin atarse a recetas sino a objetivos y cuenta con recursos y agentes en todos
los países. Argentina no es una excepción. (Ver el blog : De encrucijadas, de caretas y de
moral- Agosto 2014 http://unoytres77.blogspot.com.ar/2014/08/de-encrucijadas-de-caretas-y-de-moral.html#more
/ ¿Se
acabó el partido?- julio 2014 http://unoytres77.blogspot.com.ar/2014/07/se-acabo-el-partido.html#more
/ Los buitres y sus pichones criollos-
junio 2014 http://unoytres77.blogspot.com.ar/2014/06/los-buitres-y-sus-pichones-criollos.html
)
Además, en estos días el caso Nisman le dio particular
notoriedad a dos diputadas dignas de integrar la nómina: Patricia Bullrich, jefa de un partido itinerante que integra el
PRO, entre cuyos antecedentes figura haber firmado como Ministra de Trabajo de
De la Rúa la rebaja del 13% a los sueldos de estatales y jubilados y ser
acusada ante el juzgado del Dr. Rafecas por lavado de dinero de las AFJP a
favor del grupo Clarín; la otra es Laura
Alonso, fundadora y una de las primeras presidentas del capítulo argentino
de Vital Voices Global Partnership, una organización norteamericana a cuya
financiación concurre entre otros Paul Singer, titular de NML Capital, uno de
los fondos buitres que litigan contra la Argentina ante el juzgado neoyorkino de
Griesa; además es la Vocal titular de la Comisión Ejecutiva 2014-2015 del
Instituto Cultural Argentino Norteamericano (ICANA), vinculado a la embajada de
ese país, donde Esteban Bullrich, también PRO, es Vicepresidente 1º.
El mal ejemplo
La crisis mundial que ya lleva varios años hizo emerger,
particularmente en Europa, movimientos que al principio eran de una izquierda
inorgánica englobados bajo nombre genérico de “indignados”. Nacieron como una izquierda distinta a la que dominó
ese espacio hasta el último cuarto del siglo
XX, una izquierda que no tardó en
superar la etapa contestataria para asumir un compromiso político y voluntad de
poder. Se trata de una fuerza joven que mira con simpatía los sucesos de
nuestra Sudamérica y el desempeño de los gobiernos democrático-populares aquí
surgidos. Uno de ellos es Syriza, que acaba de ganar las elecciones en Grecia y
otro es Podemos, que se perfila muy bien en España. A ellos también les afecta
el desarrollo del proceso en Argentina y el resultado de las elecciones de
octubre acá, donde, insistimos, se juega mucho más que un cambio de gobierno,
porque se consolidará, profundizando, el camino iniciado por Néstor Kirchner en
2003 o el país retrocederá hacia la restauración neoliberal que culminó en el
desastre de 2001.
Esa es la disyuntiva que enfrentará Argentina, que incluye a
países como ahora Grecia y luego será el turno de España, Francia, Italia o
Portugal, sin agotar la lista, a quienes aqueja igual problema: renegociar con
quita la deuda externa soberana, sin descargar la crisis sobre sus pueblos.
En esa disputa, el gran capital financiero mundial quiere
demostrar que es inviable un camino distinto al señalado por la plutocracia
internacional, así como derrotar y escarmentar a quienes se atrevan a desafiar
su mandato.
¿Cómo encaja Nisman
en el drama?
Hay una alta probabilidad que su muerte haya sido una más de
las que registra la estadística de la mala suerte. Sin embargo, cualquier
persona medianamente informada sabe que quien se mete en el juego de las mafias,
aunque ocupe un lugar secundario, emprende un camino sin retorno y pasa a
revistar en la categoría de los descartables.
Además, el caso Nisman tiene ingredientes específicos dentro
del plan para limar y en última instancia derrocar al gobierno: continúan los
juicios a los genocidas de la dictadura y se abre la de los máximos
responsables del golpe, los grandes empresarios que lo financiaron, lo
instrumentaron y se beneficiaron.
Tal cosa no sucedió nunca en Argentina y tiene escasos
precedentes en el mundo. Eso es lo que quieren cerrar Macri y Massa para
garantizarles impunidad y eso apuntan lograr en octubre de 2015.
El show del que formó parte Nisman y que terminó con su
muerte fue parte de una operación más vasta que no comenzó con el caso AMIA,
sino con el ultimátum que José Claudio Escribano, del diario La Nación, le
presentó a Néstor Kirchner en mayo de 2003 y que el patagónico rechazó. Tampoco
surtieron efecto las “tres tapas adversas de Clarín”, como suponía Magneto, ni la
seguidilla sediciosa contra CFK como el alzamiento contra la resolución 125, las
once corridas cambiarias, el embargo de la Fragata Libertad, las sublevaciones en
Prefectura y Gendarmería, el golpismo policial, la resistencia a democratizarse
de una parte importante de la corporación judicial, la agresión de los fondos
buitres… las campañas de Lanatta y la lista sigue y sigue, sin no nombrar la
procesión de personajes y candidatos que hacen cola para ofrecer sus servicios a
la “embajada” norteamericana.
Y como a pesar de sus esfuerzos, la derecha recalcitrante no
encuentra un candidato fiable y competitivo capaz de ganarle con votos al
kirchnerista que fuera, se desespera. Esa es la madre de las futuras barbaridades
que caben esperar de aquí a octubre y después. Por eso recurren a su clásica
herramienta: limar la credibilidad de la presidenta, desprestigiarla, tratar de
minar su autoridad política e institucional.
Antes, recurrían sólo a los tanques. Ahora y seguramente cada
vez más, será el terror, la prensa hegemónica y los golpes de mercado.
La muerte de Nisman puede inscribirse en ese marco.
Lo que uno espera del oficialismo es que, sin ingenuidad,
conserve la calma, se mantenga apegado a la legalidad y siga gobernando.
Muy bueno Mauricio. Coincido: pese a que pueda venir una escalada de operaciones, el gobierno, sin ingenuidad, debe seguir gobernando en calma.
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