Por el profesor
José Pecora—
Con el triunfo
del noruego Magnus Carlsen por 6,5 a
4,5 puntos sobre su retador, el indio Viswanathan
Anand culminó el pasado mes de
noviembre, en la ciudad rusa de Sochi, el
match por la Corona mundial de Ajedrez. Este
match fue una revancha del que disputaron el año pasado y que también finalizó
con el triunfo del joven noruego. Sin embargo, esta vez los roles estaban
invertidos, ya que el pasado año el campeón mundial era Anand y el retador era
Carlsen.
Magnus, es campeón mundial por segunda vez sin llegar todavía a
los 24 años. Ahora tendrá el título en su poder al menos por dos años más, ya
que el próximo desafío tendrá lugar recién en 2016. Los jugadores se
repartieron un millón de euros en premios, 60% para el ganador y 40% para el
perdedor, aunque deben entregar el 20% para la Federación Internacional de
Ajedrez (FIDE).
Magnus Carlsen, actual campeón mundial
Los dos
genios del tablero ofrecieron un torneo apasionante, aún más allá de
imprecisiones y hasta errores cometidos bajo la gran presión de las
circunstancias. Ambos jugaron magistralmente y muchas veces se “salieron de la
teoría” para tratar de sorprender al rival.
Debido
a esto, los amantes del juego ciencia pudimos seguir bravísimas partidas que
fueron verdaderas “batallas psicológicas” entre los dos contendientes.
Si bien Anand tiene alrededor de 20 años más que Carlsen, no me atrevería a afirmar que su derrota se debió a cuestiones de
edad, aunque quizás esto alguna influencia puede haber tenido, ya que disputar
un match con partidas casi todos los días, requiere tener un muy buen estado
físico y mental, para que la ansiedad y los nervios no le jueguen a uno una
mala pasada.
Sin entrar en detalles
técnicos, Anand perdió este encuentro porque en los
momentos críticos, sus nervios lo traicionaron y cometió errores que fueron
decisivos, que Magnus Carlsen supo aprovechar
muy bien.
Los
acontecimientos importantes como éste, por más noble que sea un deporte,
permiten a los gobernantes de los países hacer un uso político del mismo.
Esto
sucede a nivel mundial y no debe sorprendernos para nada. El ejemplo más
evidente de esto es el caso del fútbol, que es el deporte predominante en el
mundo.
Como en
Rusia el deporte nacional es el ajedrez, el Match Mundial estuvo patrocinado
entre otros por el gigante ruso de los hidrocarburos Gazprom y fue promocionado
directamente por el gobierno de Vladimir Putin que puso especial atención en el
torneo, considerándolo una cuestión de estado.
Presidente ruso Vladimir Putin junto al presidente de la
FIDE Kirsan Illumzinov inaugurando el match
Es más,
debido a circunstancias muy especiales, el gobierno ruso tuvo como invitado de
honor del campeonato, al famoso ex campeón mundial Boris Spassky, quien
actualmente tiene 77 años y está en una silla de ruedas.
Boris
Spassky en la plenitud de su vida
El paso
del tiempo es inexorable y las “vueltas de la vida” a Spassky no le fueron para
nada favorables.
Después
de sufrir muchísimos problemas, tanto de tipo económico, como familiares y de
salud, que lo han llevado a su estado actual, el otrora joven y exitoso Boris,
se vio obligado a volver de su exilio en París, solicitando la ayuda del gobierno ruso.
Boris Spassky sentado
en una silla de ruedas presenciando el match
Boris, fue primera
página en los periódicos de todo el mundo en 1972, cuando disputó contra el estadounidense Bobby Fischer el denominado
“Match del Siglo” en plena guerra fría
entre la URSS y EE UU.
Como perdió, fue
tratado como un traidor en Rusia y en 1976 emigró a París, junto a su tercera
esposa Marina, con idea de iniciar una nueva vida.
Las circunstancias de esta emigración, las
describe muy bien el periodista Leontxo García en una nota publicada por el diario
“El País” de España: Spassky había pasado cuatro años de penalidades en la Unión
Soviética, cuyo Gobierno le acusaba de haber perdido el honor nacional ante
Fischer. Para entenderlo hay que saber que la guerra nuclear URSS-EEUU estuvo a
punto de estallar varias veces en aquella época. El ajedrez era un gran orgullo
para el Kremlin, un escaparate intelectual para la URSS: 287 millones de
habitantes; cinco millones de ajedrecistas federados; 50 millones de
practicantes esporádicos; el 80% de los mejores del mundo eran soviéticos. En
ese contexto, un extravagante estadounidense, rebelde, autodidacta, había
superado a grandes estrellas en el Torneo de Candidatos, y ahora (1972)
desafiaba al gran campeón Spassky.
Bobby estaba convencido de que todos éramos agentes secretos de la
KGB.
Pero Fischer se negaba a ir a Reikiavik, la sede del duelo, porque
la bolsa de premios (138.000 dólares de entonces) le parecía demasiado baja, a
pesar de que el mecenas británico James Slater había donado 125.000 más.
Entonces recibió la llamada del Secretario de Estado (equivalente a ministro de
Asuntos Exteriores) Henry Kissinger, quien, según el relato de Fischer, le
dijo: "Le hablo en nombre del presidente Richard Nixon. El Gobierno de su país
le pide que vaya a Reikiavik como un deber patriótico, y que derrote a Spassky
para infligir un duro golpe propagandístico a nuestros enemigos
soviéticos".
Boris Spassky frente a Bobby Fischer por el título del mundo
en 1972
A pesar de su derrota y
de las duras consecuencias, Spassky cimentó entonces una admiración muy
profunda por su vencedor, que derivó en una amistad inquebrantable hasta la
muerte de Fischer, ocurrida en 2008.
A Robert Fischer, se puede decir que tampoco le fue muy
bien con su país, a pesar de haber resultado vencedor. El pensaba que iba a ser
recibido como el gran héroe americano, el salvador del mundo por haber
derrotado a los soviéticos, pero apenas superado el entusiasmo inicial por su
victoria, no le dieron mayor trascendencia. Aparte, como él se había negado a
que se filmaran las partidas del encuentro porque le molestaba “el ruido que
hacía la cámara”, la Fox, dueña de los derechos de filmación, le inició un
juicio por 5 millones de dólares.
Además de éste
problema, tres años después, en 1975, cumplido el proceso de clasificación y
selección de un desafiante, Fischer se negó a defender su título frente a su
retador el ruso Anatoly Karpov en las mismas condiciones de juego en las que él
lo había ganado, planteando nuevas condiciones y exigencias.
Como lo que planteaba Fischer
era inaceptable tanto para los soviéticos como para la FIDE y como Fischer se
negaba a jugar si lo que él planteaba no era aceptado, fue despojado de su
título. Fischer después de esto, desapareció de la vida pública por un largo
período.
Veinte años después del
match de 1992 en Islandia, Fischer y Spassky tuvieron nuevamente la oportunidad de verse las caras frente al
tablero, ya que se realizó una nueva competencia entre ellos, esta vez sin
ningún título en juego, en Montenegro, en la ciudad de Sveti Stefan.
Dicho país formaba parte de Yugoslavia, que justamente
ese año por innumerables conflictos bélicos y de intereses entre los estados
que la integraban llevaron a su disolución, separándose en varios países. En
una primera etapa, Montenegro formó una federación con Serbia, su vecino, pero en 2006 mediante un
referéndum decidió su independencia.
Este match, también fue
ganado ampliamente por Bobby Fischer, a pesar que estuvo varios años
“desaparecido” sin participar en ningún tipo de competencias y sin que se
tuvieran muchas noticias sobre él. Sin embargo, se ve que en su ostracismo,
nunca dejó de practicar ajedrez y que estaba muy bien preparado, ya que su
juego fue muy bueno e inclusive, introdujo en varias partidas innovaciones teóricas.
Spassky en su exilio sufrió en 2006 un derrame
cerebral leve y otro mucho más grave en 2010, que lo dejó hemipléjico. Su
actual esposa, le inició un duro “tratamiento de rehabilitación”, que Spassky interpretó como un secuestro. Eso y el
inicio de una demanda de divorcio, que lo dejó arruinado económicamente,
hicieron que Boris se viera obligado a pedir auxilio a la embajada rusa y con
su asistencia y la ayuda de su representante Valentina, pudo regresar a su país, que lo recibió “con
todos los honores”.
Spassky a pesar de
todo, mantiene aún una sorprendente agilidad mental y actualmente está
escribiendo un libro con sus memorias.
El paso del tiempo
provocó la desaparición física de Bobby en 2008, pero antes que ocurriera,
también lo melló: durante sus últimos años fue víctima de graves enfermedades
mentales y dijo cosas terribles, como negar el holocausto nazi o alegrarse de
los atentados terroristas del 11 de septiembre.
Bobby
Fischer en sus últimos años
Pero, como les ocurre a
millones de ajedrecistas, Spassky aún piensa en el Fischer anterior a su
decadencia, aquel genio maravilloso y carismático que tanto hizo por el ajedrez
mundial, aunque la realidad la termine determinando Cronos, el dios del tiempo.
Muy bueno José !!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Walter
EliminarGran nota, profe! Lo de Carlsen no tiene precedentes y el extraordinario Bobby siempre será recordado por su genialidad y trascendental estilo... No le voy a negar que me conmovió verlo a Spassky tan demacrado, otro monstruo del tablero, que tanto hizo por el juego ciencia, en notable representación de su pueblo, a quién primero le dieron una patada y luego la espalda, los mismos que antaño lo idolatraban y utilizaban políticamente... En fin, me consuela saber, tener plena convicción de que Cronos, como usted dice, hará justicia y mantendrá la llama eternamente encendida de los artistas que dignificaron e hicieron un poco mejor el mundo que habitamos... Mis felicitaciones para usted, José!!! Abrazo grande, José!
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