viernes, 30 de enero de 2015

El inexorable paso del tiempo

Por el profesor José Pecora—
Con el triunfo del noruego Magnus Carlsen por 6,5 a 4,5 puntos sobre su retador, el indio Viswanathan Anand culminó el  pasado mes de noviembre, en la ciudad rusa de Sochi, el match por la Corona mundial de Ajedrez. Este match fue una revancha del que disputaron el año pasado y que también finalizó con el triunfo del joven noruego. Sin embargo, esta vez los roles estaban invertidos, ya que el pasado año el campeón mundial era Anand y el retador era Carlsen.  
Magnus, es campeón mundial por segunda vez sin llegar todavía a los 24 años. Ahora tendrá el título en su poder al menos por dos años más, ya que el próximo desafío tendrá lugar recién en 2016. Los jugadores se repartieron un millón de euros en premios, 60% para el ganador y 40% para el perdedor, aunque deben entregar el 20% para la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).


Magnus Carlsen, actual campeón mundial

Los dos genios del tablero ofrecieron un torneo apasionante, aún más allá de imprecisiones y hasta errores cometidos bajo la gran presión de las circunstancias. Ambos jugaron magistralmente y muchas veces se “salieron de la teoría” para tratar de sorprender al rival.
Debido a esto, los amantes del juego ciencia pudimos seguir bravísimas partidas que fueron verdaderas “batallas psicológicas” entre los dos contendientes.



Si bien Anand tiene alrededor de 20 años más que Carlsen, no me atrevería a afirmar que su derrota se debió a cuestiones de edad, aunque quizás esto alguna influencia puede haber tenido, ya que disputar un match con partidas casi todos los días, requiere tener un muy buen estado físico y mental, para que la ansiedad y los nervios no le jueguen a uno una mala pasada.  
Sin entrar en detalles técnicos, Anand perdió este encuentro porque en los momentos críticos, sus nervios lo traicionaron y cometió errores que fueron decisivos, que Magnus Carlsen supo aprovechar  muy bien.
Los acontecimientos importantes como éste, por más noble que sea un deporte, permiten a los gobernantes de los países hacer un uso político del mismo.
Esto sucede a nivel mundial y no debe sorprendernos para nada. El ejemplo más evidente de esto es el caso del fútbol, que es el deporte predominante en el mundo.
Como en Rusia el deporte nacional es el ajedrez, el Match Mundial estuvo patrocinado entre otros por el gigante ruso de los hidrocarburos Gazprom y fue promocionado directamente por el gobierno de Vladimir Putin que puso especial atención en el torneo, considerándolo una cuestión de estado.


Presidente ruso Vladimir Putin junto al presidente de la FIDE Kirsan Illumzinov inaugurando el match

Es más, debido a circunstancias muy especiales, el gobierno ruso tuvo como invitado de honor del campeonato, al famoso ex campeón mundial Boris Spassky, quien actualmente tiene 77 años y está en una silla de ruedas.


Boris Spassky  en la plenitud de su vida

El paso del tiempo es inexorable y las “vueltas de la vida” a Spassky no le fueron para nada favorables.  
Después de sufrir muchísimos problemas, tanto de tipo económico, como familiares y de salud, que lo han llevado a su estado actual, el otrora joven y exitoso Boris, se vio obligado a volver de su exilio en París, solicitando la ayuda del gobierno ruso.


Boris Spassky sentado en una silla de ruedas presenciando el match

Boris, fue primera página en los periódicos de todo el mundo en 1972, cuando disputó contra el estadounidense Bobby Fischer el denominado “Match del Siglo” en plena guerra fría entre la URSS y EE UU.
Como perdió, fue tratado como un traidor en Rusia y en 1976 emigró a París, junto a su tercera esposa Marina, con idea de iniciar una nueva vida.
Las circunstancias de esta emigración, las describe muy bien el periodista Leontxo García en una nota publicada por el diario “El País” de España: Spassky había pasado cuatro años de penalidades en la Unión Soviética, cuyo Gobierno le acusaba de haber perdido el honor nacional ante Fischer. Para entenderlo hay que saber que la guerra nuclear URSS-EEUU estuvo a punto de estallar varias veces en aquella época. El ajedrez era un gran orgullo para el Kremlin, un escaparate intelectual para la URSS: 287 millones de habitantes; cinco millones de ajedrecistas federados; 50 millones de practicantes esporádicos; el 80% de los mejores del mundo eran soviéticos. En ese contexto, un extravagante estadounidense, rebelde, autodidacta, había superado a grandes estrellas en el Torneo de Candidatos, y ahora (1972) desafiaba al gran campeón Spassky.
Bobby estaba convencido de que todos éramos agentes secretos de la KGB.
Pero Fischer se negaba a ir a Reikiavik, la sede del duelo, porque la bolsa de premios (138.000 dólares de entonces) le parecía demasiado baja, a pesar de que el mecenas británico James Slater había donado 125.000 más. Entonces recibió la llamada del Secretario de Estado (equivalente a ministro de Asuntos Exteriores) Henry Kissinger, quien, según el relato de Fischer, le dijo: "Le hablo en nombre del presidente Richard Nixon. El Gobierno de su país le pide que vaya a Reikiavik como un deber patriótico, y que derrote a Spassky para infligir un duro golpe propagandístico a nuestros enemigos soviéticos".


Boris Spassky frente a Bobby Fischer por el título del mundo en 1972

A pesar de su derrota y de las duras consecuencias, Spassky cimentó entonces una admiración muy profunda por su vencedor, que derivó en una amistad inquebrantable hasta la muerte de Fischer, ocurrida en 2008.
A Robert Fischer, se puede decir que tampoco le fue muy bien con su país, a pesar de haber resultado vencedor. El pensaba que iba a ser recibido como el gran héroe americano, el salvador del mundo por haber derrotado a los soviéticos, pero apenas superado el entusiasmo inicial por su victoria, no le dieron mayor trascendencia. Aparte, como él se había negado a que se filmaran las partidas del encuentro porque le molestaba “el ruido que hacía la cámara”, la Fox, dueña de los derechos de filmación, le inició un juicio por 5 millones de dólares.
Además de éste problema, tres años después, en 1975, cumplido el proceso de clasificación y selección de un desafiante, Fischer se negó a defender su título frente a su retador el ruso Anatoly Karpov en las mismas condiciones de juego en las que él lo había ganado, planteando nuevas condiciones y exigencias.
Como lo que planteaba Fischer era inaceptable tanto para los soviéticos como para la FIDE y como Fischer se negaba a jugar si lo que él planteaba no era aceptado, fue despojado de su título. Fischer después de esto, desapareció de la vida pública por un largo período.
Veinte años después del match de 1992 en Islandia, Fischer y Spassky tuvieron nuevamente la oportunidad de verse las caras frente al tablero, ya que se realizó una nueva competencia entre ellos, esta vez sin ningún título en juego, en Montenegro, en la ciudad de Sveti Stefan.
Dicho país formaba parte de Yugoslavia, que justamente ese año por innumerables conflictos bélicos y de intereses entre los estados que la integraban llevaron a su disolución, separándose en varios países. En una primera etapa, Montenegro formó una federación con Serbia, su vecino, pero en 2006 mediante un referéndum decidió su independencia.



Este match, también fue ganado ampliamente por Bobby Fischer, a pesar que estuvo varios años “desaparecido” sin participar en ningún tipo de competencias y sin que se tuvieran muchas noticias sobre él. Sin embargo, se ve que en su ostracismo, nunca dejó de practicar ajedrez y que estaba muy bien preparado, ya que su juego fue muy bueno e inclusive, introdujo en varias partidas innovaciones teóricas.
Spassky en su exilio sufrió en 2006 un derrame cerebral leve y otro mucho más grave en 2010, que lo dejó hemipléjico. Su actual esposa, le inició un duro “tratamiento de rehabilitación”, que Spassky interpretó como un secuestro. Eso y el inicio de una demanda de divorcio, que lo dejó arruinado económicamente, hicieron que Boris se viera obligado a pedir auxilio a la embajada rusa y con su asistencia y la ayuda de su representante Valentina,  pudo regresar a su país, que lo recibió “con todos los honores”.
Spassky a pesar de todo, mantiene aún una sorprendente agilidad mental y actualmente está escribiendo un libro con sus memorias.
El paso del tiempo provocó la desaparición física de Bobby en 2008, pero antes que ocurriera, también lo melló: durante sus últimos años fue víctima de graves enfermedades mentales y dijo cosas terribles, como negar el holocausto nazi o alegrarse de los atentados terroristas del 11 de septiembre.


Bobby Fischer en sus últimos años


Pero, como les ocurre a millones de ajedrecistas, Spassky aún piensa en el Fischer anterior a su decadencia, aquel genio maravilloso y carismático que tanto hizo por el ajedrez mundial, aunque la realidad la termine determinando Cronos, el dios del tiempo.

3 comentarios:

  1. Gran nota, profe! Lo de Carlsen no tiene precedentes y el extraordinario Bobby siempre será recordado por su genialidad y trascendental estilo... No le voy a negar que me conmovió verlo a Spassky tan demacrado, otro monstruo del tablero, que tanto hizo por el juego ciencia, en notable representación de su pueblo, a quién primero le dieron una patada y luego la espalda, los mismos que antaño lo idolatraban y utilizaban políticamente... En fin, me consuela saber, tener plena convicción de que Cronos, como usted dice, hará justicia y mantendrá la llama eternamente encendida de los artistas que dignificaron e hicieron un poco mejor el mundo que habitamos... Mis felicitaciones para usted, José!!! Abrazo grande, José!

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