domingo, 30 de agosto de 2015

Memoria de un luchador

A Felipe Vallese*
Guillermo Schindelbeck
Felipe Vallese agoniza en su calvario,
dolores y desgarros le están anunciando la muerte.
Quebrado el pecho, asesinada su alma,
solo y desamparado, sufre, espera, aguanta.
–El fin se acerca, Felipe. ¡Te lloramos!
El fin se acerca. ¡Ya no sufras, compañero!–
Los verdugos lo destruyeron con crueldad infinita.
No son hombres ni son bestias los torturadores,
son esa raza que carga una patología extrema
capaz de autocomplacerse con el tormento de otro;
son ese barro viscoso orinado de perversiones;
ese estiércol pútrido y hediondo que los cadáveres no se atreven a tocar.
Unas horas antes caminaba su propia calle, por última vez,
siguiendo el camino de sus sueños, pero despierto;
conciencia militante abierta a los demás;
espejo de una generación que resistía
a la Patria robada, a la justicia social escamoteada,
al crimen de bombas y fusiles contra el Pueblo.
Felipe Vallese pervive en el recuerdo,
símbolo y memoria, abnegación y sacrificio.
Está presente en las luchas de ahora,
lo estará en las del futuro
y sigue caminando de la mano de muchos militantes.

*Felipe Vallese fue un obrero metalúrgico y dirigente de la Juventud Peronista, secuestrado el 23 de agosto de 1962en el barrio porteño de Flores durante el gobierno de facto de José María Guido y luego desaparecido.

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