jueves, 30 de abril de 2015

Isla Maciel

Osavldo Riganti—

En busca del camino para la inclusión

El primer propietario de las tierras de la Isla Maciel fue el adelantado Juan Torres de Vera y Aragón en 1580.
En 1605 la parte este de la Isla Maciel fue otorgada a Ortiz de Mendoza y en 1634 fue vendida a Juan de Asuca. En 1643 la parte oeste se le entregó al presbítero Manuel del Pino y en 1708 al capitán Juan Manuel del Águila. A mediados del siglo XIX los habitantes de la Boca la utilizaban para recreación y para sembrar hortalizas.
El nombre de “isla” tiene origen en la plantación de árboles que se realiza en una propiedad. En ese entonces se llamaba isla a la agrupación de árboles.

Cosme Maciel fue un político santafesino que se asentó allí como propietario y desde entonces el lugar se empezó a llamar Isla con el aditamento de su apellido, donde él tenía un pequeño astillero. Nacido el 1º de noviembre de 1794, estuvo a punto de participar de la expedición a Paraguay con Manuel Belgrano pero desistió por hallarse su madre sola y enferma. Cuando se instalaron baterías en Rosario, él también colaboró talando árboles y transportando materiales durante la tarea dirigida por Ángel Monasterio y fue parte del acto en que Belgrano y su tropa juraron por primera vez la bandera. Más adelante fue secretario del caudillo Estanislao López, contra quien terminó organizando una fracasada revolución, junto al diputado Manuel Leiva, acción por la que fue desterrado y terminó instalando una pequeña chacra en la isla que hoy lleva su nombre.
Primero la zona había sido colonizada por genoveses que llegaron al país a mediados de 1800. “Los únicos forasteros que vivían en la isla eran en su mayoría prófugos de la justicia o como decían policías de la época “vagos y mal entretenidos”. De allí que creciera en la isla la fama de tugurio y refugio de chorros. Pero no sólo delincuentes escribieron la historia de la Isla Maciel. También fue el escenario elegido para muchos de los mejores artistas plásticos de la zona para trabajar” dice la revista “Sudestada” de setiembre de 2005 en una nota titulada “Paisajes de la Isla Maciel”, en la que comienza diciendo “Lugar de inspiración de los artistas de la ribera del 1900, por sus calles anduvieron Benito Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto y Facio Hebecquer, entre otros. Escenario de poetas, escuela de pungas y sede de los prostíbulos más famosos de la provincia, Maciel oculta también a los ojos prejuiciosos historias de gente que una vez soñó con un presente mejor para sus hijos (…). Para llegar a la Isla Maciel hay que seguir además un trayecto que incluye Villa Tranquila y Lever, dos de los asentamientos más populosos de la zona (…). Enfrente se divisa el barrio de la Boca, adonde se puede llegar abordando alguno de esos botecitos que cruzan el río contaminado hasta la orilla… A los costados de Maciel se levantan las antiguas viviendas de chapa y material, pintadas de vivos colores, calles empedradas donde aún quedan huellas del barrio obrero, aquel que una vez albergó a los trabajadores inmigrantes que se empeñaban en las primeras destilerías y usinas de la zona (…) cuando los bodegones cobijaban toda la bohemia de la época. Los artistas de la Ribera cruzaban desde La Boca en busca de nuevos paisajes y allí se quedaban hasta el anochecer, donde se armaban largas tertulias, con banquetes y vino en el legendario bar “La Unión” que estaba al lado del puente viejo de la Boca”.
Está separada del barrio de la Boca por el Riachuelo. Con una población de unas 8.500 personas, la mayoría vive en condiciones precarias.
En la Isla Maciel estaba el Frigorífico Anglo con 17 mil trabajadores y en cada manzana había un astillero.
La desidia de las dictaduras militares y dirigencias políticas fueron convirtiendo a la Isla en un territorio de marcada marginalidad. Las grandes fábricas se transformaron en depósitos de containers y de los astilleros sobrevivió sólo uno, el ex Sanym, recuperado por los trabajadores.
Tiene el mural más grande del mundo, dedicado a Lionel Messi.
La cancha de San Telmo, enclavada en el corazón de la isla, fue inaugurada en 1929 y antes perteneció a Sportivo Buenos Aires. La prostitución, que configuró una parte de su historia, mudó su centro a otros territorios, dejando en el lejano pasado lo que constituía una parte fundamental de la actividad económica de la zona. Hasta entrados los ´70 del siglo pasado se la consideró el lugar de cita para jóvenes que buscaban su iniciación sexual, una tendencia que se fue diluyendo. Uno de sus más célebres prostíbulos fue “El Farol Colorado”, que durante la “Década Infame” llegó a su apogeo y alojaba a mujeres francesas y polacas secuestradas por organizaciones dedicadas a la trata y tráfico de personas. La madama era “La Princesa Matilde” y contrataba médicos higienistas, vacunadores y desinfectadores para atender a las chicas que entregaban sus cuerpos.
El citado número de “Sudestada” dice además: “Las crónicas obreras de la época mencionan a la Anglo Mexican Petroleum Products Company Limited, de capitales ingleses y sus métodos de explotación. La empresa tenía apuntadores junto a las letrinas, que anotaban el número de chapa de los obreros”. Para 1917 la misma compañía habilitó un galpón como albergue de desocupados entre los que había esclavos negros traídos de África, que la empresa ocupaba como rompehuelgas”.
“El Litoral” de Santa Fe informó en su edición del 19-5-2012: “Hallan un túnel que une la Boca y la Isla Maciel”. Describe en uno de sus párrafos: “El descubrimiento fue realizado por trabajadores viales. El túnel es de hormigón y estiman que fue construido a principios de la década de 1930, para llevar electricidad a la isla. Tiene 140 m de largo y está a 30 metros de profundidad. Según expertos está en buenas condiciones y podría usarse para llevar gas”. “Aparentemente fue construido entre 1932 y 1934”, le señaló a la agencia EFE, Jordán Todorov, uno de los responsables del hallazgo y coordinador del Área Puentes sobre el Riachuelo, de la Dirección de Vialidad Argentina.
El descubrimiento hace a las tareas de recuperación de la ribera del Riachuelo, un curso de agua aún seriamente contaminado, que separa a la capital argentina, del territorio de la provincia de Buenos Aires.
La Justicia ha ordenado tareas de saneamiento de la zona y la recuperación de puentes. “En ese contexto, las tareas en el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda, una obra inaugurada en 1914, presentaban como dificultad que a través de él se ha montado una cañería que lleva el gas a la Isla Maciel” dice “El Litoral”. Antolín Magallanes, director ejecutivo de la Fundación de la Boca que promueve las tareas de recuperación  de la Ribera del Riachuelo opina en esa nota: “Esto genera un avance en la obra a realizar, es prioritario sacar dicho gasoducto para realizar la obra de recuperación (…) El túnel de hormigón que estaba en desuso se cree que fue construido para llevar electricidad a la isla”.
La Fundación Isla Maciel nació a través de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima. También tiene que ver con otros barrios cercanos y buscan mejorar las condiciones de vida de las familias más vulnerables, además de activar la salida laboral. El club San Telmo, a través de su espacio social Telmo Solidario, colabora recolectando juguetes y durante la reciente Navidad jugó un papel activo en la materia junto a Dimitrio Inmobiliaria.
Un referente de la Fundación fue el padre Mugica. Su imagen está presente en muchas paredes del convento en que la se encuentra y por eso al lugar se lo conocía como “El Convento”. Allí confluían niños y niñas del barrio para practicar fútbol y básquet. Hoy se ha remodelado y se han ampliado sus actividades. Le han enviado al Papa Francisco, como regalos de la Fundación, una remera y bandera confeccionadas por los chicos del taller de serigrafía y una pintura hecha por los chicos de “Manos de la Isla” donde se reflejan los lugares más significativos del barrio.
En la Fundación se articula el proyecto “Casitas de Belén” y los grupos de trabajo que obtuvieron un crédito para mejorar las viviendas. El film que refleja el proyecto muestra a muchachos que no tenían trabajo que manifiestan: “Ahora estoy haciendo algo por fin”; y una señora afirma “Tenemos un ranchito”.
“Casitas de Belén” da un crédito en materiales de construcción a devolver en 9 a 12 meses. Al finalizar la obra y devolver el préstamo la familia puede acceder a un segundo crédito y así sucesivamente por montos mayores.
La Fundación, ubicada en Montaña 445, informa: “El proyecto está basado en la confianza pues si bien se firma un contrato, es fundamental el compromiso solidario de la familia beneficiada ya que la devolución de la cuota está destinada a ser reinvertida en otras familias con necesidades”.

Tras una larga historia de “robos, muertes, prostitutas y hambre” —señala Página/12 del 24-02-2005 —esta iniciativa busca involucrarse con uno de los proyectos de inclusión instalados en el país.

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