Osvaldo
Riganti—
Felipe Vallese

La
calle Felipe Vallese nace en Caballito y se extiende desde el 300 al 4099. Su anterior
nombre era Canalejas. Con su actual denominación se le rinde homenaje al joven
militante de la Juventud Peronista (JP) y de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM),
que en 1963 allí fue secuestrado y desaparecido, cuando José María Guido gobernaba
el país.
A
poco de asumir Arturo Frondizi como presidente constitucional, su vice,
Alejandro Gómez, debió renunciar por verse involucrado en un complot pero, de
todos modos, en 1962 al fin fue derrocado. Con la designación de José María Guido
—hasta entonces titular del Senado —para reemplazarlo, al golpe se le quiso dar
un viso de cierta institucionalidad, que despejara la idea que habíamos caído
nuevamente bajo el imperio de uno de los tantos regímenes castrenses que
asolaban al país. Fue una mera ficción legalista, tras la que estaba un
gobierno conservador y castrense, a punto tal que el Congreso fue clausurado, regían
proscripciones y campeaba una fuerte represión. El Ministro de Interior era
Rodolfo Martínez y lo secundaba como Subsecretario de la cartera, Mariano
Grondona, actual director del programa "Hora Clave". Ese fue el marco
que encuadró el hecho.
Es
uno de los primeros desaparecidos del siglo pasado, junto al albañil anarquista
Joaquín Perina y al médico comunista Juan Ingalinella.
Había
nacido el 14 de abril de 1940 en el barrio de Flores. Hijo de inmigrantes
italianos, su padre Luis tenía un puesto de frutas y verduras en el mercado de
Donato Alvarez y pertenecía al Movimiento Peronista de los Extranjeros.
La
infancia de Felipe Vallese fue dolorosa. Siendo pequeño, su madre Ofelia fue
internada en una institución para enfermos mentales. Como el padre no se pudo
hacer cargo de su educación, lo internó desde los nueve hasta los trece años en
una especie de orfanato en Mercedes, provincia de Corrientes. De regreso a
Buenos Aires, junto a su hermano Ítalo ayudó a don Luis en el negocio. En un
momento difícil para la situación económica familiar regresó a Corrientes,
donde trabajó en la cosecha de algodón y lino.
En
1957 asistió a una escuela secundaria nocturna. Teniendo apenas dieciocho años,
pasó a ser delegado de la fábrica TEA, de esmaltado de alambres. Luego participó
de las movilizaciones estudiantiles en favor de la enseñanza laica, lo que le
valió ser expulsado del colegio. Fue preso a la cárcel de Caseros por organizar
un paro. Como varios otros militantes peronistas, desoyó la orden de Perón de
votar a Frondizi y votó en blanco. Desde 1957 participó en el grupo peronista
Corrientes y Esmeralda.
Volvió
a ser detenido en enero de 1959 por respaldar la huelga del frigorífico
Lisandro de la Torre en el barrio de Mataderos y lo enviaron a un buque cárcel de
la Marina, junto a dirigentes como Sebastián Borro y Armando Cabo.
En
abril de 1959 representantes de diversas agrupaciones peronistas realizaron una
asamblea en el Sindicato de Empleados de Farmacia. Del encuentro surgió la Mesa
Ejecutiva de la Juventud Peronista que él integró junto a Gustavo Rearte,
Héctor Spina, Tito Bevilacqua y Tuli Ferrari.
Volvió
a caer preso durante la represión que Frondizi, bajo fuerte presión militar,
realizó aplicando el Plan Conintes (Conmoción Interna de Estado).
Liberado
nuevamente, no se amedrentó. Como delegado en la fábrica TEA consiguió que se
respetaran los horarios de entrada y salida, los acuerdos salariales, la mejora
de los mismos, su pago en blanco, provisión de vestimenta y refrigerio para los
trabajadores, reivindicaciones que terminaron siendo consideradas beneficiosas
por la patronal, al comprobar que estando mejor, el personal producía más. Así
cuando lo secuestraron la empresa brindó una conferencia de prensa en la que
planteó su preocupación y prometió conservarle el puesto.
El
23 de agosto de 1962, aproximadamente a las 23 horas, salió de su casa. En Morelos
y Canalejas (hoy Felipe Vallese) se despidió de su hermano mayor Ítalo y se
dirigió por Canalejas hacia la calle Caracas. A la altura de Canalejas al 1700
fue interceptado por varios hombres y aunque se aferró a un árbol, lograron
reducirlo a golpes y lo introdujeron en una estanciera. Simultáneamente en
Plaza Irlanda otro grupo lo levantaba a Ítalo. También cayeron Francisco R.
Sánchez, Osvaldo Abdala, Elbia Raquel de la Peña, Rosa Salas y Mercedes
Cerviño.
Todos
fueron trasladados a la comisaría 1ª de San Martín y torturados. El 3 de
setiembre recién se los "blanqueó", bajo el cargo de posesión de panfletos,
libros y propaganda peronista. Los detenidos, menos Felipe, fueron sobreseídos
definitivamente por el juez provincial Cáceres, que en su sentencia señaló que
la actuación policial había configurado "un abuso inadmisible y
perjudicial". Aunque el caso tuvo gran repercusión pública, Felipe Vallese
nunca más apareció.
Lo
interrogaban sobre el militante peronista Gustavo Rearte, que había sido
fundador de la Juventud Peronista y en ese entonces formaba parte, como
Vallese, de los Comandos de la Resistencia, integrados al Comando Juan José
Valle y habían llevado a cabo un operativo de copamiento de un puesto de la
Aeronáutica en Ezeiza.
Su
hermano Ítalo lo vio destrozado.
Diversos
testimonios manifiestan que probablemente en la comisaría 1ª de San Martín haya
sido torturado hasta su muerte. Su cuerpo nunca apareció. La patota de la
Unidad Regional de San Martín había estado comandada por el principal Juan
Fiorillo. El comunicado oficial decía: "Detenidos el 23 de agosto de 1962
en la localidad de José Ingenieros, partido de 3 de Febrero, por una comisión
del servicio de calle de la Unidad Regional de San Martín, cumpliendo
directivas de la superioridad para la
prevención y represión de actividades subversivas, al mando de Juan
Fiorillo". Este fue detenido en 2006 por su actuación en el campo de
concentración "Omega" durante lo que se dio llamar Proceso de Reorganización
Nacional.
Ni
bien se produjo el secuestro, la conducción de la UOM encabezada por Augusto
Timoteo Vandor y Rosendo García, con el asesoramiento del letrado Fernando
Torres, presentó la denuncia y sacó una solicitada que decía: "¿Puede desaparecer
una persona?" advirtiendo a quien la leyera que "mañana puede tocarle
desaparecer".
"¡La
patria se estremece/queremos a Vallese!" fue grito del peronismo durante
tantos años de dictaduras y proscripciones.
En
su libro "Felipe Vallese, proceso al sistema" Ortega Peña y Duhalde
trazaron un paralelismo entre el accionar contra Vallese y el que se aplicara
en el gobierno de Mitre para exterminar a las huestes de Chacho Peñaloza y
Felipe Varela. El empleo de la guerra de policía y la consideración de quien
tenía un posicionamiento adverso al régimen imperante como
"delincuente" fueron características del accionar represivo. Los
autores del libro señalan que fue "un vándalo que quería cambiar la
semicolonia en que vivimos por una Patria". La revista "Viento
Sur" de la Universidad de Lanús dice al respecto: "Era un vándalo
porque era un integrante de la Juventud Peronista, era un vándalo porque era un
trabajador metalúrgico. Era un vándalo porque era un descamisado,
agregamos".
El
24 de diciembre de 2006 "Página 12" reveló que Felipe Vallese tuvo un
hijo, cuyo nombre es Eduardo de la Peña. El periódico explicó que el dirigente
metalúrgico "lo anotó con el apellido de una amiga para protegerlo" y
que nunca conoció a su madre. El hijo de Vallese señaló que "al parecer la
familia de mi mamá biológica no aceptó a Felipe", que, por lo que averiguó,
pertenecía “a una familia muy bien de Belgrano". Cree que tomaron
distancia de su padre porque no tenía plata y venía de una familia trabajadora.
"Supe que su padre era un médico" que se lo dio a él "a mi papá
y dicen que a ella se la llevaron a Estados Unidos" explicó. Conjeturó:
"Puede estar ahí, como pudo haber regresado, como puede estar fallecida.
No lo sé"
Felipe
Vallese había alquilado una pieza en la casa de Morelos 628, a tres puertas del
mercado donde trabajaba el padre. Aparentemente lo anotó como hijo de una mujer
que vivía allí, Elbia Raquel de la Peña (en principio apresada en el operativo
que efectuaron los captores de Vallese). "Creo que eso fue pensado por mi
papá para protegerme, me anotó como hijo de Elbia porque habrá pensado que
llevar su nombre era peligroso" interpreta su hijo, que conforme al relato,
cuando secuestraron a su padre comenzó a estar a la deriva. "Eduardo pasó
sus primeros años de vida de casa en casa. Quedó con una partida de nacimiento
adonde no aparece el nombre de su madre ni el de su padre”. En el programa
"Gente de a pie" Eduardo calificó a su padre como "un defensor a
ultranza de los trabajadores".
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