miércoles, 31 de mayo de 2017

Boca-River: River- Boca: sobre apodos y otras yerbas

Osvaldo Riganti—

River

En 1931, con el inicio del profesionalismo, River compró a Carlos Peucelle, el Nº 7 de Sportivo Buenos Aires, en10 mil pesos, una cifra record para aquella época. Sin embargo, no obstante ese refuerzo, el club que entonces estaba en avenida Alvear y Tagle, cosechó el tercer puesto, mientras, para mayor frustración, Boca Juniors, quien sería su eterno rival, se consagró campeón de la temporada.
Así las cosas, Antonio Liberti, un directivo que sobresalía en la Comisión de Fútbol por su empuje, a raíz de lo cual sería aclamado y luego catapultado a la presidencia del club, realizó espectaculares contrataciones al año siguiente.
La más destacada fue la de un hombre que marcó un “antes y después” en el fútbol argentino: Bernabé Ferreyra, la “Fiera” de Rufino. Rompió redes y el equipo de la banda roja fue campeón.
Las sumas invertidas en refuerzos y su acceso tras ello a los primeros planos del balompié –con el antecedente de la compra de “Barullo” Peucelle –le dieron entonces el apodo de “millonarios”. Que se asentaría con el correr de los años, sobre todo a partir de su instalación en el Monumental de Núñez: en una década River saltó de la Boca a Palermo y de allí a Núñez, reforzando gradualmente la condición de “millonario”. “Con nostalgia dejaste la Boca//pues el barrio chico te quedó” dice  el tango “River Plate”, que a tono con la heráldica apunta su condición de “gran señor del deporte”. Su perfil multidisciplinario, la proliferación de actividades sociales en su majestuoso estadio de Núñez fueron dándole toda una entidad institucional.
River supo también de referencias despectivas. A pesar de que el término “leprosos” es hoy asociado a Newell´s Old Boys, en un tiempo también se le adjudicó a River Plate. Recordaría con los años Angel Labruna que en la cancha de Boca así lo catalogaban los hinchas adversarios que se enardecían aún más porque él simulaba “arrojarle tiras de lepra”, como contaría.
En 1966, en un áspero cotejo River dejó atrás a Independiente clasificando para la final de América. En ese partido fue expulsado Faldutti, el DT de Independiente, que tuvo un fuerte altercado con el arquero Amadeo Carrizo, a quien motejó de “gallina” por negarse a ir a la selección (se le endilgaba tener temor de dilapidar la idolatría cosechada tras mantener el arco invicto en la Copa de las Naciones 1964 y tomarse revancha de horas de dolor en el Mundial de Suecia 1958). La expresión tuvo repercusión pero River ya estaba enfrascado en la definición del torneo continental con Peñarol y aparentemente había quedado atrás. Pero la definición de ese certamen en la cual lo que parecía un cómodo 2-0 se transformó en un 2-4, que se atribuyó a deficiencias anímicas, llevó a que en el primer encuentro que River afrontó por el torneo local, los hinchas de Banfield le arrojaran una gallina en un partido que empató en un gol contra ese club en su cancha.

Boca

Boca es identificado como “los xeneizes”, apelativo que tiene resonancias del fuerte componente inicial de genoveses que se le atribuye a su hinchada.
En un momento se llamaba a sus seguidores “los boteros”, porque era gente que desde las inmediaciones se trasladaba en botes a los partidos en que jugaba al otro lado del Riachuelo. Sin embargo sus  rivales fueron transformando esa condición de “boteros” en la recurrente y descalificadora mención de “bosteros”.
Así como River debió padecer a través de medio siglo en distintos estadios que arrojasen gallinas con su camiseta cuando ingresaba a la cancha, a partir de 1975, en algunos partidos de Boca (sobre todo frente al clásico rival), la hinchada contraria arrojaba cerdos cuando este equipo entraba a la cancha. Todo comenzó ese año en un partido en el Monumental frente a su tradicional oponente, merced a un operativo montado por la tradicionalmente conocida “Gorda Matosas”, acérrima representante riverplatense. No empezaron con buen pie sus oponentes. Perdieron 1a 0 con los auriazules, en un cotejo en que el único gol lo anotó Potente, que lucía el Nº 10, precisamente el mismo número que ostentaba el chanchito en la casaca con que lo lanzaron al campo de juego.
A través de los años el ingenio popular se ha ido incentivando en torno a la picaresca en la materia. Sin embargo hubo algunos episodios traumáticos para quienes parodiaron a su contrincante. Así en 1992 directivos de River Plate fueron procesados por infracciones al edicto que regla las actividades deportivas, como entendieron las autoridades municipales que constituía saludar la salida a la cancha por parte de los boquenses disparándoles un porcino.
Otras alusiones como la de “bolitas” y “paraguas” a los del equipo de la  Ribera por una asociación con habitantes de los hermanos países de Bolivia y Paraguay, tienen un contenido racista y ha dado lugar a que, por exteriorizaciones en tal sentido, se sancione al club cuyos adictos entoncen cánticos de ese tenor.

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