Osvaldo Riganti—
El 11 de mayo de 1960 un comando israelí que había viajado en un
avión que vino a la fiesta del sesquicentenario, raptó a Adolf Eichmann, uno de
los mayores criminales de guerra nazis que había logrado escapar a los
tribunales de Núremberg.
Conocido como artífice de la “solución
final” su programa de exterminio masivo se aplicó en los campos de
concentración de Auschwitz, Chelmno, Belsec y Treblinca.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial
era oficial de la SS y fue nombrado en el Departamento para Asuntos Judíos de
la Gestapo, policía secreta alemana, con el grado de comandante.
Fue responsable de las ejecuciones, detenciones,
deportaciones, confiscaciones del patrimonio y traslado de judíos a los campos
de exterminio.
Terminada la guerra fue capturado por
los estadounidenses con la identidad de Otto Eckmann. Se escapó y vivió en
Alemania bajo el nombre de Otto Heininger.
En 1950 llegó a Italia ayudado por la
Iglesia católica y el 14 de junio de 1950 logró fraguar un visado del consulado
argentino. Así llegó a la Argentina a mediados de julio a bordo del “Giovanna C”
portando documentos emitidos por la Cruz Roja Internacional, a nombre de Ricardo
Klement, de estado civil soltero. Su esposa Vera y sus hijos se reunieron con
él dos años después.
En Argentina se desempeñó en distintos empleos en la provincia de Tucumán y la zona norte del Gran Buenos Aires, hasta que terminó recalando en la filial argentina de Mercedes Benz en Buenos Aires.
En Argentina se desempeñó en distintos empleos en la provincia de Tucumán y la zona norte del Gran Buenos Aires, hasta que terminó recalando en la filial argentina de Mercedes Benz en Buenos Aires.
A fines de 1957 llegó a manos de Isser
Harel, entonces jefe del Mossad, información sobre su paradero en Buenos Aires.
Lotar Hermann, un judío que vivía cerca de Eichman y había perdido a su familia
en el Holocausto, dio al gobierno
israelí detalles de su paradero.
Tras una paciente investigación miembros
del servicio secreto de Israel entraron en territorio argentino junto a Isser
Harel, separados y con identidades falsas.
Eichmann fue sorprendido y capturado al
descender del colectivo 203 e introducido en un auto que fingían estar
arreglando por un desperfecto, con el cual lo trasladaron a una vivienda
alquilada al efecto donde lo interrogaron. En su defensa argumentó que era
“sólo una tuerquita” del dispositivo criminal.
Finalmente el 20 de mayo,
semiinconsciente, lo trasladaron a Ezeiza, donde lo embarcaron rumbo a Israel en
un avión de El Al. Previamente le hicieron firmar un papel dejando constancia
que viajaba por propia voluntad para someterse a la justicia.
Hubo gran repercusión internacional. La embajada israelí explicó
que el operativo fue ejecutado por un grupo de “investigadores voluntarios” que
trasladó al criminal de guerra con su “plena conformidad”, lamentando si esto
configuraba una violación de la soberanía.
El primer ministro israelí Ben Gurión le
dirigió una carta a Frondizi en la cual expresaba sus lamentaciones por el
episodio pero decía que “sólo muy pocas
personas en el mundo dejarán de comprender la profunda motivación y la suprema
justificación moral de este acto”.
Argentina llevó el tema al Consejo de Seguridad, que
condenó a Israel por la violación de normas internacionales. Como consecuencia
hubo atentados antisemitas, que llegaron a las escuelas secundarias. El alumno
judío Eduardo Trilnik fue herido de gravedad a la salida del colegio.
Procesado en Israel a partir del 10 de
abril de 1961, Eichmann arguyó en su defensa que llevó a cabo sus acciones por obediencia
debida a sus superiores, que la sentencia rechazó y lo condenó a muerte
por crímenes de lesa humanidad,
dictamen que fue ejecutado dos años después, el 31 de mayo de 1962. Antes de lo
cual, desechó los servicios religiosos de un cura canadiense y vivó a Alemania,
Austria y Argentina.
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