Osvaldo Riganti—
El accidente aéreo de la
empresa Lamia provocó la muerte de 71 personas, entre futbolistas, cuerpo
técnico y directivos del club brasileño Chapecoense.
Se han descubierto errores de
comunicación en el avión que terminó estrellándose contra un cerro.
Las informaciones dan cuenta
que los responsables del vuelo deberían haber previsto una escala en para recargar
combustible, ya que un plan de vuelo debe tener alternativas de otros dos
aeropuertos.
Las críticas recaen también
sobre la Conmebol que recomendó una aerolínea de dudosos antecedentes como Lamia,
porque eran vuelos más económicos.
Otra situación que pone en el
tapete la absoluta sujeción de estos medios al negocio y al lucro la da cuenta
“La Izquierda Diario”, que en su tapa de diciembre titula “Para Metrovías la vida obrera no vale nada”, y agrega: “Matías
Kruger falleció electrocutado en la línea H del subte, el cuarto operario que
muere por la misma causa en 5 años. Según datos oficiales en 2015 murieron 792
personas por accidentes y enfermedades laborales. El proyecto de Macri y las
patronales para aumentar productividad y achicar la cobertura de las ART sólo
aumentará ese número”.
“No sólo nuestras vidas no le
importan nada, sino que hacen negocio con ellas”, ha dicho María Agustina
Chaves, ex precandidata a diputada del FIT y delegada de la línea “D”, y agrega:
“El jueves 8 de diciembre, mientras los trabajadores del subte llorábamos la
muerte de nuestro compañero Matías Kruger, sucedida el día anterior, el jefe de
gobierno Horacio Rodríguez Larreta lanzaba una frase que destilaba desprecio
por lo ocurrido: “La muerte de Matías Kruger no justifica el paro”
Episodios como los
detallados, al igual que los más lejanos de Once, constituyen la más acabada
síntesis de una sociedad que bailotea en torno a personajes de moral dudosa que
pretenden erigirse en adalides de la lucha anticorrupción, ocupándose de la
“caza de brujas”, de “motochorros” y “negritos sospechosos”, pero es poco
receptiva a las penurias de los trabajadores y usuarios que desempeñan sus
tareas de alto riesgo y exposición física y/o psíquica o hacen uso de esos
servicios.
Los hechos de gravedad en la
materia se acumulan, imponiendo reflexiones acerca de la tarea que le cabe a
las organizaciones políticas y gremiales, poniendo al descubierto una realidad
que nos abruma respecto al descuido en las condiciones de trabajo. Mientras el
presidente de la República, con poses de patrón de estancia en algunas
exposiciones, reclama que “no haya tantas regulaciones” en las relaciones laborales, los hechos
parecen marcar una necesidad exactamente opuesta, la del efectivo control estatal
y social para frenar la proliferación de accidentes y riesgos psicosociales de
trabajadores y usuarios.
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