viernes, 30 de septiembre de 2016

Medio siglo del aterrizaje en Malvinas

Osvaldo Riganti—

Tras la relativa tranquilidad social de la que suelen gozar al comienzo tanto los gobiernos de corte totalitarios como democráticos, la aventura de la llamada Revolución Argentina instalada en 1966 empezaba a sufrir el desgaste, pasados los meneados 90 o 100 días tradicionales.
Perón desde Madrid fustigaba a Onganía. La “noche de los bastones largos” tiñó de desprestigio al régimen. El sindicalismo combativo asumía posiciones más duras y la corriente sindical que como hoy con Macri y ayer con Menem brindó su comprensión al dictador veía debilitar su posición ante  las bases, viéndose obligada a confrontar.

El episodio de Malvinas sacudía al país un 28 de setiembre, hace ya medio siglo. Estando el príncipe Felipe de Edimburgo en nuestro país el grupo nacionalista Movimiento Nueva Argentina,  acaudillado por Dardo Cabo (25 años, periodista y hombre de la UOM) —a quién secundaron Andrés Castillo, la dramaturga y periodista Cristina Verrier (hija del juez de la Suprema Corte de Justicia, César Verrier, ex funcionario  de Frondizi) el militante de Tacuara, Alejandro Giovenco—
organizaron la operación “Cóndor” que secuestró un avión de Aerolíneas y obligó al piloto a aterrizar en las Islas Malvinas. En total fueron 18 jóvenes argentinos de entre 20 y 32 años que tomaron el vuelo 648 cuyo destino original era Río Gallegos.
Como la  capital del archipiélago, Puerto Stanley, no poseía pista de aterrizaje, el Douglas DC-4 se vio obligado a descender en una embarrada pista de carreras.
El comando que llevó a cabo el Operativo Cóndor emitió un comunicado que decía: “pone sus pies en las islas Malvinas para plantar el pabellón nacional en el territorio argentino, comprometiéndose a defender la enseña azul y blanca hasta sus últimas consecuencias en cumplimiento de la misión histórica de la patria”.
Buscaban  ocupar el arsenal de la isla e irrumpir en la residencia del gobernador británico pero el objetivo no pudo realizarse porque el avión se enterró en el barro de la pista. Aun así y rodeados por camionetas, soldados y milicianos, los “cóndores” descendieron y desplegaron 7 banderas argentinas, rebautizando simbólicamente el lugar como Aeropuerto Antonio Rivero, en honor al entrerriano que en 1833, al frente de un  puñado de criollos, combatió en las islas contra los invasores ingleses.
Onganía desautorizó el operativo. Un comunicado oficial defendía las prerrogativas sobre las islas, pero calificaba de “faccioso” al movimiento y anunciaba que “todo el rigor de la ley caería sobre sus responsables”. En contraste, las 62 Organizaciones y varios gremios apoyaron la acción. La CGT señaló que “la patria grande, la patria de nuestros montoneros, vuelve hoy a vibrar ante la acción de un puñado de valientes”
En Rosario el consulado inglés fue ocupado durante 15 minutos, en tanto que en la esquina de Corrientes y Florida de la Ciudad de Buenos Aires, una bandera inglesa era quemada. Dos ráfagas de balas disparadas desde automóviles destrozaban las ventanas de la Embajada Británica.
Medio gabinete nacional estaba en Estados Unidos. El canciller Costa Méndez, sorprendido, aludió en las Naciones Unidas (donde se encontraba) a actitudes individuales y Salimei, a la sazón ministro de economía, estaba en una reunión del Banco Mundial. El diario “Crónica”  apoyó activamente el operativo, a través de sus títulos y comentarios. Uno de los pasajeros del avión era Héctor Ricardo García, director del diario.
Abundaban a nivel gubernamental hipótesis de un entendimiento entre el sindicalista Augusto  Vandor y el general Osiris Villegas para que este avanzara hacia posiciones de liderazgo. Algunos creían que quien desde el ministerio del interior fue proscriptor del peronismo en 1963, podía encarnar los anhelos de sus bases.
El  sacerdote Rodolfo Roel intermedió. Dardo Cabo le solicitó que celebrara una misa dentro del avión. Una vez finalizada, cantaron el Himno Nacional. El grupo se rindió después de un día y medio, entregando las armas al aviador Fernández García, única autoridad que reconocieron.
Fueron detenidos y permanecieron en tal condición adentro de una parroquia católica. Fueron luego trasladados en el barco de la Marina de Guerra “Bahía Buen Suceso” a Ushuaia, bajo los cargos de  “Piratería aérea”.
15 de los 18 integrantes sufrieron penas de 2 años por los delitos de tenencia de armas de guerra y privación ilegal de la libertad. Para Cabo, Rodríguez y Giovenco fueron de 3 años y medio. Plumas peronistas como Arturo  Jauretche y Fermín Chávez difundieron un comunicado a favor de los procesados.

Pese a proclamarse nacionalista el episodio molestó sobremanera al gobierno, que quiso dar rápidas muestras de sumisión a Estados Unidos e Inglaterra. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar, compartir y opinar