sábado, 31 de mayo de 2014

Seguridad: un tema que se mueve entre datos estadísticos y verdadesmediáticas

Mauricio Epsztejn—

En notas anteriores hablamos del delito y la inseguridad. Entre otras, vale recordar que el tema no es novedoso, como lo señaló Osvaldo Riganti en setiembre de 2013, cuando lo abordó someramente desde una visión histórica (ver: Las formulaciones simplistas nos alejan más de las soluciones que el problema de la seguridad reclama).

Homicidio 1999-2011-Fuente: Banco Mundial
Cada vez que desde estas columnas se toca, intentamos no circunscribirlo a hablar del daño a los patrimonios individuales sino que en el tratamiento incluimos las injusticias causadas por una organización social profundamente individualista y desigual como principales causantes. Una sociedad donde los grandes detentadores de riqueza y poder no sólo se niegan a ceder parte de sus privilegios, sino que hacen lo imposible por acaparar cada día más y más. En esa puja, la postura de la prensa dominante no es inocente, pues machacan de modo sistemático sobre hechos puntuales donde “los malos” son siempre marginales, buscando ocupar con el suceso el mayor tiempo posible en las primeras planas de los medios
gráficos, radiales y televisivos, porque su objetivo es instalar el miedo en la población, porque el miedo paraliza y facilita el paso de las políticas a las que son afectos quienes sostienen y se sirven de esos medios. De ese modo buscan que la gente preste atención sólo sobre los delitos que no hacen a la escancia de la delincuencia grande, para ocultar a quienes se robaron el país y dejaron el tendal de pobres e indigentes, aún hoy causantes de más muertes que las difundidas las 24 horas del día por la prensa.

Lo que afirmamos aquí no intenta minimizar el fenómeno ni negarlo, sino que el planteo es abordarlo de modo integral, sin facilismos ni sucumbiendo a la presión mediática o la de aquellos que lo utilizan para eludir sus propios desfalcos y responsabilidades. Es obligatorio desconfiar de quién grita “al ladrón, al ladrón”, mientras se camina en dirección opuesta a la que señala.

Dado que las campañas mediáticas centran su atención en hechos puntuales y eluden recurrir a las estadísticas confiables —un proceder al que se prenden políticos oportunistas de variado pelaje, donde incluso no escasea oficialistas —y dan por bueno cuanto pescado podrido circula, esta nota le acerca al lector información de acceso público pero de poca presencia en los grandes medios, para que se pueda formar una opinión más sólida en base a la misma.

Aclarando para que no oscurezca

Los datos del siguiente cuadro fueron extractados de un trabajo del Banco Mundial que incluye a más países. El que aquí se publica comprende 15 de América y el resto de naciones con las que, a criterio del cronista, vale la pena compararse. Los promedios indicados en la última columna del cuadro no están calculados para todos por igual sino en base a los años informados por el Banco. No está demás señalar que al tomar esta fuente lo hacemos para despejar cualquier sospecha de kirchnerismo.

En cuanto al conjunto de cuadros del conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires, fueron copiados de un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que está al alcance de cualquier persona que lo busque por Internet.

Sólo se traen a colación sólo los casos de homicidios porque para decidir el criterio con el cual evaluar la inseguridad partimos de los delitos más graves, los que se cobran vidas, casi imposibles de ocultar o ignorar porque en hechos de esas características necesariamente interviene la policía, la justicia, los hospitales y los cementerios. En cambio otros delitos (arrebatos, robos o hurtos) pueden no aparecer en las estadísticas porque las víctimas suelen considerar que el monto o el tiempo que les insumirá la  denuncia y su posterior seguimiento no les compensan el daño.

Aclaración textual del Banco Mundial: “Los homicidios intencionales son cálculos de homicidios ilegales cometidos en forma intencional como resultado de conflictos internos, violencia interpersonal, conflictos violentos por la tierra o sus recursos, violencia entre pandillas por el territorio o el control y asesinatos y violencia que atenta contra la integridad física por parte de grupos armados. El homicidio intencional no incluye todos los asesinatos intencionales; la diferencia suele encontrarse en la organización del asesinato. Por lo general, las personas o grupos pequeños cometen homicidios, mientras que el asesinato en conflictos armados suele ser cometido por grupos organizados de varios cientos de miembros y por ende, se excluye”.

El cuadro anterior nos sugiere tres reflexiones:

-De los 15 países americanos relevados al sur de Estados Unidos, Argentina ocupa el tercer lugar en el promedio, detrás de Chile (1º) y Uruguay (2º).

-Los países de la muestra que exhiben los mejores indicadores son aquellos donde es mayor el nivel de equidad social (menor diferencia entre los que más y menos tienen y ganan).

-Un dato curioso y dudoso es el moderado promedio de Estados Unidos. Se sabe que allí la población vive armada hasta los dientes, cosa que deriva en cómo suelen resolver sus conflictos internos. ¿Tendrá relación con la influencia de EEUU en el Banco y en el mundo?

(En nota aparte se consignan datos estadísticos y cuadros para el Conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires).

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