domingo, 29 de septiembre de 2013

Construir mundos del instante

Mercedes Alemán--

Maria Eugenia Solla en acción
No sé qué motivo me empujó a entrevistarla. Fue raro, pero de repente me sobrecopé con sus fotos y estuve segura que era una persona con un mundito muy interesante para contar. Era un
miércoles a la tarde de septiembre, cuando María Eugenia Solla abrió la puerta de su departamento, me invitó a entrar y dijo: “Preparé mate. Vamos a la terraza, es un balcón pero a mí me gusta decir que es una terracita”. María Eugenia, Maru, tiene 26 años. Hace pocos meses se mudó de la casa de su madre a un departamento en el centro de Muñiz (si es que Muñiz tiene centro), en el Gran Buenos Aires. Paredes blancas, con algunos detalles decorativos, un tocadiscos y el balcón/terraza desde donde se ven las construcciones de nuevos edificios y la luna llena en piscis.
Si bien mediante en esta entrevista pretendo contar la faceta fotográfica de Solla, no es menor que la señorita sea también diseñadora de indumentaria, recibida en UBA. “¿Por qué estudié indumentaria? No sé, todavía me lo pregunto. Un poco como la fotografía, se trata de construir mundos”. Cuando tenía más o menos doce años, según cuenta, extorsionó a sus compañeras de colegio con caramelos para que fueran a ver un desfile de dedos. Sus dedos, vestidos con papel desfilando por los bancos del colegio y, más grande, una italiana que le enseñó costura, la llevaron por ese camino.Hoy trabaja para una marca de indumentaria femenina.

La fotografía llegó después, si bien cuando era chica le divertía sacar fotos. “Creo que hay una mirada previa a mi relación con la fotografía. Hay cierta sensibilidad que te pide congelar la imagen y darle entidad. Cuando sacás una foto le das entidad a algo que en realidad pasa y se diluye. A la vez cuando uno incorpora la cámara a su vida, mira con ojos de cámara. Busca cosas para congelar, aunque no tenga a mano la cámara. Entonces esa mirada sensible se entrena, para conseguir que lo que quede inmortalizado sea lo más representativo posible del sentimiento que te llevó a sacar la foto”.

Por más que Maru hable de congelar, cada una de sus fotos muestra un mundo en movimiento. Desde la aproximación de un pájaro a una miga de pan, donde se captura y reproduce el movimiento físico, pasando por la charla de dos señoras en los pasillos de la favela brasilera en la que se encuentra el mundo cotidiano, hasta la foto titulada “Nadie”, que retrata un sillón vacío.

“Hay algo en lo humano, en las expresiones. Algo espontaneo que puede pasar desapercibido cuando estás en la calle y de repente se te da por congelar lo simple y cotidiano, que congelado se convierte en una grandeza. Los días, la vida, está llena de esos momentos. Hay que esperarlo, observarlo y hacer el recorte de eso gigante que es la vida, recortarlo y llenarlo  de sentido. Una mirada perdida o una sonrisa, lo misterioso y lo bizarro”

Cuando habla se la nota entusiasmada, se ríe y hasta le da un poco de vergüenza contar su relación con la fotografía “Es una forma de vida –explica–es como un ojo, como un brazo del que no te podés desligar en ningún momento. Voy a trabajar y de repente hago con la mano que encuadro, porque todo el tiempo podés encontrar una foto. Entonces, no es que sólo cuando estoy trabajando hay posibilidad de hacer una buena foto, es todo, todo el tiempo. La mirada se te configura como un recuadro. Aveces me gustaría tener la cámara incorporada en mi cabeza y poder tomar la imagen desde ahí. El cuerpo y la mirada de la cámara se mimetizan”.Deja de hablar, se ríe otra vez. Tiene labios finos y dientes chiquitos.

Antes de empezar la entrevista mostró los tres edificios en construcción que puede ver desde la terraza y una araucaria de la plaza Muñiz. Uno, el del medio, todavía no tiene los cimientos terminados, demolieron lacasa que estaba en ese terreno hace muy poco; en el terreno que le sigue hay una casa con un jardín chiquito y un ciruelo florecido. El edificio de la derecha es el que viene más avanzado, ya los ladrillos arman las paredes del quinto piso “tengo ganas de un día entero sacar fotos y hacer como un stop motion de como avanza la obra”. En el de la izquierda la estructura está casi terminada, y todavía un obrero martilla algo en lo alto, con el sol iluminándolo como si fuera un elegido. María Eugenia busca la cámara y saca un par de fotos al trabajador. Se da vuelta y congela la luna. No es una cliqueadora compulsiva. Mira dobla las rodillas, mueve el tronco.

¿Qué pensás cuando estás sacando una foto? ¿Cómo elegís disparar?

“Lo primero que hay que tener es paciencia.Observar, esperar y anticiparse. Cuando tenés configuradala mirada como fotógrafo evaluás la situación, todos los elementos y te das cuenta que vas a sacar una buena foto porque se viene. Hay buena luz, hay una situación interesante. El otro día volvía del trabajo por el corredor  y había unos chiquitos jugando, seguí instintivamente todo esto que ahora te cuento como si fueran instrucciones de Cortázar, saqué unas fotos. Después, en el momento de la edición, todo se resignifica.En el momento estás prestando mucha atención a algo y cuando encontrás esas cosas inesperadas, no sabes hasta qué punto uno las percibió pero no llegó a registrarlas en lo racional. La foto, en el momento no la entendés, cuando la mirás tranquilo empezás a decodificar qué cosas se daban, qué te hicieron prever que se venía una buena imagen. Es ahí cuando ves que la foto termina de armarse”.

En el departamento hay una biblioteca blanca. Entre otras cosas se logran divisar libros de fotografía, una guía de viajes colombiana, Isabel Allende, Pessoa, Clarice Lispector, Cotrázar, los diarios completos de Pizarnik y Hesse. Sobre la cama que hace de sillón “El hombre Ilustrado” de Bradbury. Está fuera de la biblioteca porque lee en los momentos libres.
¿Le temés a la modernidad como Bradbury? ¿Cómo afectó a la fotografía la digitalización?

“Hay como una saturación de imágenes. Estamos en un momento en que, lo que no está en una foto no existe. Hay un evento y si no hay fotos escomo si no hubiera existido y eso un poco me asusta. Cuando usaba cámara de rollo cada foto era súper pensada, era parte de una cuenta regresiva.

Me divierte mucho ver retratos familiares viejos. Las familias contrataban un fotógrafo y se ponían todos sus mejores vestidos y era LA foto que ponía en el living, o escritorio que vamos a mostrar a nuestras visitas. La foto tiene mucho esa cosa de vidriera. Hoy tiene más protagonismo que antes, pero a la vez, cuanto más sucia, más de entre casa se le da más valor.

Hay como una prostitución de la fotografía, pero le re-cabe. Lo que me hace pensar es, si llegamos o no al punto máximo, de lo sucio, de lo desenfocado, de lo feo. ¿Qué viene después de esto? ¿A qué rol de la foto vamos?”.

La luna sigue, cada vez más redonda y grande frente a nosotras. En ninguna de las tres obras quedan ya personas trabajando y el cielo todavía celeste empieza a opacarse. Tenemos que cortar la charla, María Eugenia tiene que alistarse para tomar el tren e ir a ver a Hermeto Pascoal. Antes de irse, baja la persiana del balcón/terraza.

Aproximación
Aproximación a una miga de pan

Mujer de las burbujas

Santa Marta, Brasil

http://www.mariaesolla.wix.com/mariaeugeniasolla
http://www.flickr.com/photos/mariaeugenia_solla

3 comentarios:

  1. Excelente nota, buenísimas reflexiones sobre la fotografía, e increíbles fotos. Felicitaciones

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  2. Excelente! ¡Cuántas veces me habrá pasado, como fotografo aficionado, aquello de lamentarse de no tener la cámara incorporada a la cabeza! Cuan cierto aquello de que en la edición suelen aparecer cosas que no habías visto -en lo racional, como dice la entrevistada- al momento de hacer el click. Muy buena. Felecitaciones a la entrevistada y a la entrevistadora.

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  3. ¡Genial la Entrevistada y la Entrevistadora! Alguien que tiene algo que decir y otro alguien que sabe escuchar!
    Bravo!

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