martes, 16 de octubre de 2012

Participación: renovado reclamo estudiantil

La ocupación de escuelas no cesó con el feriado el 24 de setiembre

Mauricio Epsztejn--

La educación no es un chiste
Lo que hace unas semanas atrás nació como preocupación y reclamo casi exclusivo del estudiantado y la comunidad educativa de las escuelas técnicas e industriales, ante los cambios curriculares que el Gobierno de la Ciudad tiene previsto introducir en las escuelas secundarias de su dependencia a partir del ciclo lectivo 2013, que consideran inconsultos, además de dañinos para la educación y la escuela pública, de a poco se propagó como resitencia hacia el resto del estudiantado secundario de la Capital que, al día 24 de setiembre y sin una respuesta seria por parte del gobierno  encabezado por el Ingeniero Macri, impulsó a que, como protesta, los estudiantes respondieran con la toma de veintiún establecimientos (al cierre de esta nota, 26 de setiembre, ya son treinta y tres).

Los principales motivos que los movilizan se puden resumir en:

-Defensa de la escuela pública, contra su vaciamiento a favor de los institutos privados.

-Exigencia de suspender hasta 2014 el cambio curricular y durante el 2013 realizar un debate democrático, vinculante y resolutivo en el que participe toda la comunidad educativa con el fin de aumentar y profundizar los contenidos de los programas.

Durante el feriado, unoytres.com.ar visitó la Escuela técnica Fernando Fader y el bachillerato con orientación a la comunicación social Julio Cortázar, ambas en el barrio de Flores y tomadas por los estudiantes.

“Nosotros no estamos en contra del cambio” nos dice Sabrina Arroyo, vocera del turno tarde de la escuela técnica Fernando Fader. Al contrario, los estudiantes están de acuerdo en modificar las actuales currículas porque no se corresponden  con las necesidades de la sociedad. “Lo que pedimos es que los cambios se hagan de manera democrática, con participación de la comunidad educativa (docentes, padres y alumnos) y no de manera inconsulta”. Para evitar equívocos, aclaran que no pretenden discutir los contenidos de las materias, para lo que no se sienten suficientemente capacitados, pero sí opinar sobre cuales deberían se las materias a cursar y las cargas horarias. “Para nosotros — nos informa Anahí Maschio, vocera del Julio Cortázar— que cursamos Comunicación social, en la actualidad tenemos asignadas durante los dos últimos años mil cuatrocientas (1.400) horas para las materias específicas de la carrera. Con los cambios que se pretenden introducir y aunque el ciclo superior pasaría a ser de tres años, las horas dedicadas a la especialidad se reducirían a setecientas (700)”.
“El cambio es necesario, pero agregándonos contenidos, en lugar de quitarlos”

—explicita un volante distribuido por los estudiantes.

“Militamos y hacemos política —afirman ambas —, pero no es política partidaria, sino a favor de más y mejor educación, así como en defensa de la escuela pública”.

Los dos colegios integran un colectivo más vasto que se llama Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB) en la que participan desde Centros de estudiantes con todos los atributos de una organización formal, hasta otros no tan estructurados pero que cuentan con el respaldo ampliamente mayoritario de sus compañeros.

Cada decisión que adoptan pasa por el filtro democrático del debate previo y la numerosa participación que implica ejecutar esas resoluciones, como es el caso de las tomas. “Antes de tomar la escuela se votó división por división —informa Sabrina —y recién cuando se terminaron de contar todos los votos a favor, en contra y las abstenciones, se llevó a cabo”.

¿Los profesores apoyan?

Sí, incluso hoy (el lunes 24), trajeron las pizzas con que almorzamos —dice la vocera de la Fader durante la entrevista.

Sí —adelanta Anahí—, y una muestra es la película que se va a proyectar acá, con posterior debate en el que varios de ellos van a estar presentes.

Aunque la mayoría de los docentes respaldan material y moralmente el movimiento, formalmente no dan clases porque sobre ellos pende la amenaza de ser sumariados si lo hacen con la escuela tomada.

 ¿Y cómo responde el vecindario?

Según nos dicen, los comerciantes de alrededor del Cortázar se encargan de que a los estudiantes no les falte el pan, las verduras, la comida… En cuanto a la Fader, alcanza con ver la cantidad de provisiones acumuladas en la alacena, como para resistir una toma sin pasar necesidades.

El ambiente que se respira entre los jóvenes de ambas escuelas es de tranquilidad, de orden, de trabajo, de debates, pero también para la recreación y la alegría.

Para evitar sorpresas desagradables, a la entrada de ambos edificios han dispuesto mesas donde junto al mate y las galletitas, hay un cuaderno donde registran quien y para qué entra a cada edificio. Los estudiantes cuidan su escuela y no son ingenuos.

Adentro organizaron comisiones encargadas de resolver las necesidades que conlleva permanecer en el lugar: la limpieza, la comida, la programación del tiempo libre, la recolección de información y el intercambio de ideas sobre la marcha del movimiento; incluso algunos aprovechan para realizar actividades propias de cada carrera, es decir, hacen lo que hace la gente joven que se prepara para construir su futuro, la que trabaja, la que reclama por lo que le falta, por lo que se le niega, por lo que se le quiere quitar, pero cuida y defiende los bienes públicos.
“Con trabajo, participación y unidad de docentes y estudiantes lograremos ponerle fin a la destrucción de la escuela pública”

—se plantea al pie del volante que recoge unoytres.com.ar.

Hay un detalle en el funcionamiento de este movimiento que le llamó especialmente la atención a este cronista, un detalle al que los jóvenes se refieren con una naturalidad capaz de sorprender a los veteranos de estas lides. Se trata de que aún cuando ambas escuelas tienen sus Centros de estudiantes que funcionan, ni Anahí ni Sabrina hablan como si tuvieran algún cargo en la organización.

Cuando en ambas escuelas unoytres.com.ar fue atendido, ellas se presentaron simplemente como “voceras”, lo que si bien se puede considerar como indicio de provisoriedad y fragilidad estructural del movimiento, también cabe interpretarlo como su fortaleza, ya que no depende de un cargo sino de la potencialidad que otorga la participación democrática de los colectivos juveniles que las respaldan, sin la cuál cualquier estructura se transforma en una cáscara vacía. Este ejercico práctico de democracia tiene un valor inmenso en la formación de estos futuros ciudadanos y no hay manual ni materia teórica que lo pueda reemplazar. La participación que aporta propuestas, como las que defiende este movimiento, fortalece la democracia y sólo la pueden temer los autoritarios de siempre o los nostálgicos de las dictaduras.

Frente a este reclamo particular, como ante cualquier otro semejante, las actitudes que tomen los dirigentes políticos, los gobernantes, las que definen el campo en el que se eligen ubicar independientemente del ropaje con que se disfracen, serán juzgadas por estos jóvenes con los criterios que les aportó esta experiencia. Y a los ciudadanos mayores también les puede ser muy útil valorar la relatividad que tienen las palabras frente a la sencilla crudeza de los hechos.

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