José Martí adulto |
Del libro “Versos sencillos“ que escribió en 1891 durante su estadía en Nueva York
Si ves un monte de espumas,
es mi verso lo que ves:
mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas.
Mi verso es de un verde claro
mi verso es un ciervo herido
que busca en el monte amparo.
Mi verso al valiente agrada:
mi verso, breve y sincero,
es del vigor del acero
con que se funde la espada.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Por tus ojos encendidos
y lo mal puesto de un broche,
pensé que estuviste anoche
jugando a juegos prohibidos.
Te odié por vil y alevosa,
Te odié con odio de muerte.
Náusea me daba de verte,
tan villana y tan hermosa.
Y por la esquela que vi,
sin saber cómo ni cuándo.
Sé que estuviste llorando
toda la noche por mí.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Cultivo una rosa blanca
en Julio como en Enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo:
Cultivo la rosa blanca.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Durante su estadía en Nueva York también editó en castellano la revista para niños “La edad de oro”. En 1889 publicó un artículo sobre San Martín que entre otras cosas decía:
“San Martín peleó muy bien en la batalla de Bailén, y lo hicieron teniente coronel. Hablaba poco; parecía de acero; miraba como un águila; nadie lo desobedecía; su caballo iba y venía por el campo de pelea como el rayo en el aire. En cuanto supo que América peleaba para hacerse libre, vino a América: ¿qué le importaba perder su carrera, si iba a cumplir con su deber?...”
Y más abajo lo continuó describiendo:
“Escribió su testamento en una cuartilla de papel, como si fuera el parte de una batalla. Le habían regalado el estandarte que el conquistador Pizarro trajo hace cuatro siglos, y él le regaló el estandarte en el testamento al Perú. Un escultor es admirable porque saca una figura de la piedra bruta: pero esos hombres que hacen pueblos son como más que hombres. Quisieron alguna vez lo que no debían querer, pero ¿qué no le perdonará un hijo a su padre? El corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantes fundadores. Esos son héroes: los que pelean para hacer a los pueblos libres o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, sino criminales.”
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