Por el profesor José Pecora—
En la
nota anterior, pudimos apreciar que Bobby Fischer tenía una personalidad muy
particular, que le hacía ver las cosas de una manera diferente del resto de los
mortales. Tenía un sentido de la justicia en relación a las cuestiones
deportivas en las que se veía involucrado, que generalmente chocaban con las reglas
y normas impuestas por los organizadores de los torneos y competencias, y esto
le ocasionaba conflictos. Estos
inconvenientes que se planteaban, Bobby los solucionaba casi siempre de la
misma forma: haciendo abandono de la competición.
Como
su participación era seguida con mucha avidez por los aficionados de todo el
mundo, los organizadores trataban de satisfacer sus demandas para intentar
dejarlo conforme, pero muchas veces, sus exigencias eran de imposible
cumplimiento.
Luego
del abandono del torneo interzonal de Sousse, en Túnez, (ver nota anterior de
unoytres) al año siguiente, 1968,
viajó a Europa para jugar un par torneos que ganó con facilidad, sin perder una
sola partida.
Después acudió con la selección estadounidense
a la Olimpiada de Ajedrez de Lugano, Suiza, pero no tardó en volver a
convertirse en protagonista de la polémica. Se empeñó en que las cámaras no
deberían filmarlo sin abonarle a cambio una cantidad de dinero en concepto de
derechos de imagen. Como su demanda no fue aceptada, se marchó dejando al equipo
de los Estados Unidos abandonado a su suerte. Estos, sin Bobby, finalizaron en
cuarto lugar, pero si él hubiera estado, podrían haber aspirado a obtener el
título.
Analizando en el subte. Salvo para quien tomó la foto,
los pasajeros no se percataron de su presencia
Esta retirada, fue el comienzo de un largo período de
alejamiento de las contiendas ajedrecísticas pues durante 1969 no participó en
ninguna. Lo más grave fue que al no jugar el campeonato de los Estados Unidos,
quedaba sin la posibilidad de participar en el interzonal del año siguiente
para reiniciar su lucha por el título ecuménico, ya que este torneo otorgaba
tres plazas.
Sin embargo, los integrantes de la federación
estadounidense no se dieron por vencidos y buscaron de todas formas algún
artilugio en los reglamentos para que Fischer pudiera participar, ya que lo veían
como la única persona capaz de obtener el título. Y encontraron la solución. El
reglamento decía que se clasificaban los tres primeros, pero dejaba a criterio
de la Federación que si uno de los clasificados no se presentaba a jugar, podía
designar un suplente. Por supuesto que era muy difícil que alguien que se había
clasificado decidiera no ir a jugar. Sin embargo eso lo resolvieron con dinero.
Le ofrecieron una importante suma al maestro Pal Benko, que aceptó y
formalmente anunció que por razones particulares desistía de participar en la
selección mundial, dejando libre la vacante para Fischer. Consultaron con la FIDE, que consideró la jugada
completamente legal, gracias a lo cual Bobby pudo jugar en Palma de Mallorca en
1970, para recomenzar su batalla.
Bobby estudiando
en su habitación. Curioso detalle de cómo está iluminada
El año 1970 empezó con un gran desafío por equipos: el
match “URSS contra el resto del mundo”,
que sería muy seguido por la prensa internacional. Todos los comentaristas
daban por hecho que Fischer ocuparía el primer tablero de la selección “resto
del mundo”, siendo como era el mejor jugador no soviético. Pero el danés Bent
Larsen hizo notar que él había ganado más torneos en tiempos recientes, ya que
el norteamericano había jugado muy poco en 1968 y ni una sola vez en todo
1969. Así pues, estando a punto de empezar el match, Larsen reclamó ser primer
tablero del equipo.
Como tal petición
no era disparatada, los organizadores del encuentro decidieron hacer lugar a la
misma y, temerosos, se lo fueron a comunicar a Fischer, pensando que no iba a
aceptar. Sin embargo, Bobby no lo tomó a mal y simplemente preguntó si iba a
ganar el mismo dinero. Como le dijeron que si, aceptó ser el segundo tablero.
Si bien el
equipo de occidente hizo un buen papel, los soviéticos debido a su gran poderío
consiguieron imponerse. Luego de este encuentro, se disputó el denominado
campeonato mundial de ajedrez relámpago, con partidas a 5 minutos. Como
candidato a ganarlo sonaba el soviético Mijail Tal, pero Fischer dio la
sorpresa venciendo por amplia ventaja, (4,5 puntos sobre el segundo) y sacó 19
puntos sobre 22 posibles.
Bobby rodeado de
niños en una plaza de Buenos Aires
Volviendo al ajedrez convencional, Fischer venció con
autoridad y sin perder ninguna partida en el torneo de Buenos Aires. También
ganó otro torneo, todavía más exigente, en Zagreb, y aunque allí sí perdió una
partida, la aureola de casi imbatible se estaba solidificando en torno a él.
Después retornó con la selección estadounidense para jugar la nueva Olimpiada
de Ajedrez, en Siegen, Alemania.
Esta vez jugó
hasta el final y perdió una difícil partida frente al campeón del mundo Boris
Spassky, lo que les dio a los soviéticos mucha confianza, pensando en que si el
desafiante fuera Bobby, no iba a inquietar al campeón.
La venganza sobre
Larsen vino al año siguiente cuando, después de participar en el torneo
interzonal, tuvieron que enfrentarse en los matches de candidatos eliminatorios
para la conquista del título, donde el estadounidense le ganó 6 a 0. Previamente,
Bobby le había ganado también 6 a 0 al soviético Marc Taimanov.
Junto al danés
Bent Larsen jugando en “una torta” con piezas de chocolate
A Fischer le
agradaba mucho Buenos Aires y su gente, por lo que se puso contento cuando tuvo
que enfrentar al ex campeón mundial, el soviético Tigran Petrosian y esta
ciudad resultó elegida como sede del encuentro. Fue increíble que Buenos Aires
saliera seleccionada, ya que ofrecía una bolsa de 12.000 dólares, la oferta
mayor. A partir de entonces, los valores que entró a manejar Fischer para
participar se incrementaron en forma exponencial.
Bobby saluda a
Petrosian, ante la atenta mirada del ex ministro de Bienestar Social, Francisco
Manrique.
Fue así que con
su amplio triunfo también ante Petrosian, Bobby quedó en condiciones de retar
al campeón mundial. Como ya hemos
mencionado en la nota anterior, el
campeonato mundial de ajedrez de 1972 fue el acontecimiento deportivo más
trascendente de todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Generó mayor
atención periodística que cualquier otro evento, incluidos los juegos olímpicos
o el mundial de fútbol. Su significación política sobrepasó todo lo que hasta
entonces podía imaginarse en una competición deportiva. Incluso las cúpulas
gobernantes de las dos grandes superpotencias seguían tal acontecimiento al minuto.
Medios de todo el planeta, ávidos de capturar cualquier detalle, se presentaron
en Reikiavik, la pequeña capital de Islandia, país elegido para el encuentro.
Estando el match por
la corona mundial a punto de comenzar, Fischer todavía no había tomado ningún
avión con dirección a Islandia. Por enésima vez, su presencia en un momento
histórico pendía de un hilo. A través de sus abogados expresó el deseo de
obtener más dinero. El mundo entero contempló pasmado su actitud aparentemente
fría y calculadora. Estaba por comenzar el acontecimiento deportivo del siglo y
uno de los protagonistas no había hecho acto de presencia.
Mientras todos le esperan en Reikiavik, Fischer había
comunicado que la bolsa económica propuesta (125.000 dólares de la época, unos
600.000 euros actuales, a repartir entre ambos contendientes) le parecía
insuficiente. Quería más, o no jugaría. También reclamó un porcentaje sobre los
derechos televisivos y la recaudación por la venta de entradas.
La ceremonia de inauguración se
celebró sin él. Nadie se atrevía a asegurar que habría una final.
Pero el 3 de julio, dos días
después del acto de presentación, al que no se había molestado en acudir, un
magnate británico llamado James Slater ofreció medio millón de
libras, de su bolsillo, para aumentar la bolsa del premio, diciendo que por una
cuestión de dinero, Bobby no podía privar al mundo de este encuentro.
Jim
Slater, millonario británico que con su dinero hizo posible la participación de
Fischer en el mundial
Solucionado este tema, Fischer viajó a Islandia y pudo
comenzar el match. La primera partida se fue desarrollando hacia unas tablas
tranquilas, hasta el momento en que Fischer siente que le molesta el ruido de
las cámaras de filmación y pide que retiren. Las autoridades del torneo se
niegan porque habían firmado un contrato con la Fox y lo debían cumplir.
Fischer, quizás nervioso o afectado por lo sucedido, hace un sacrificio erróneo
y pierde la partida.
Como no accedieron a su solicitud de retiro de las cámaras,
Bobby no se presentó a jugar la segunda partida, que se la dieron perdida por
ausencia, luego de esperar Spassky los 60 minutos reglamentarios, con lo que el
match se puso 2 a 0 a favor del campeón y todo el mundo ya pensaba que Bobby se
retiraría del torneo.
La silla vacía. Boris espera en vano la
llegada del retador
En la Casa
Blanca se quedaron tan preocupados por esto que el presidente Richard
Nixon le ordenó al entonces secretario de seguridad, Henry
Kissinger, (posteriormente, desde 1973, fue secretario de estado hasta
1977) para que telefonee personalmente a Fischer y lo persuada para continuar
defendiendo el honor patrio frente a la URSS. La Casa Blanca no quería que
Fischer abandone. Cuentan que la llamada telefónica impresionó a Fischer, quien
supuestamente finalizó la conversación en tono casi marcial respondiendo un
«sí, señor» a las exhortaciones del astuto y convincente Kissinger. Sea como
fuere, el genio de Brooklyn decidió quedarse en Islandia pero, eso sí,
continuaba negándose a jugar en presencia de aquellas cámaras.
Henry Kissinger, político y funcionario muy
influyente durante la presidencia de Richard Nixon
Entonces los
organizadores llamaron a un experto en acústica de la Universidad de Reikiavik
para que midiese las emisiones de ruido de dichos aparatos. El experto midió el
sonido con sus instrumentos y concluyó que difícilmente podría molestar a
Fischer, que no era posible que lo distrajese del juego. La organización, pues,
siguió negándose a retirarlas, lo cual significaría renunciar a valiosísimo
material gráfico del acontecimiento. A cambio, Bobby exigió jugar la tercera
partida en otro escenario, en una habitación aislada.
Los miembros de
la delegación soviética le aconsejaron a Spassky que se negase a jugar aquella
tercera partida bajo las condiciones marcadas por Fischer. Le indicaron que
abandonase el campeonato y regresara a la URSS, dado que el estadounidense
estaba desbaratando el torneo con sus irracionales exigencias. Si Spassky se
marchaba, la FIDE difícilmente se atrevería a quitarle el título porque había
sido Fischer quien se había negado a jugar en condiciones normales. Quizás
por un exceso de confianza o porque el encuentro ya estaba 2 a 0, Spassky no
aceptó el consejo de sus asesores y decidió jugar en las condiciones pedidas
por el desafiante. Fischer ganó la tercera partida y el campeón comenzó a verse
influenciado psicológicamente, cosa que afectó su posterior rendimiento. En 5
partidas Bobby consiguió igualar el match en 2,5 puntos y en la sexta partida
dio una lección magistral, logrando una victoria excelente, que hizo que el
público por primera vez lo ovacionara, admirando su genialidad.
El encuentro pactado a 24 partidas continuó con Bobby siempre
adelante y finalizó antes de tiempo, ya que la ventaja de Bobby era
inalcanzable, proclamándose como nuevo campeón mundial en la partida vigésimo
primera.
Facsímile del diario Los Ángeles Times
cuando Bobby se proclamó campeón mundial
Fischer fue
recibido en su país como un héroe nacional. Había obtenido una victoria para su
país y para Occidente en bloque, una victoria de un tipo que ningún otro
individuo había logrado. Su hazaña había adquirido una dimensión titánica a ojos
del público. Los políticos se matan
por fotografiarse con él, se le invita a los programas de TV de más audiencia,
las empresas lo tentaron con suculentos contratos publicitarios, que rechazó, y
la federación estadounidense de ajedrez registraron un récord absoluto de inscripciones
a raíz del título conseguido por el genio de Brooklyn.
Una muestra de
esto fue la presencia de Bobby en el show de Bob Hope.
Finalizado el
momento de gloria, veintidós meses después, Bobby Fischer sería despojado del
título por no presentarse a jugar contra el nuevo aspirante, el joven
ruso Anatoly Karpov, porque
como de costumbre Fischer quiso cambiar nuevamente las reglas de juego y esto
no fue aceptado. El gran público no volvió a saber nada de él durante veinte años, fecha
en la que se produjo su reaparición para enfrentarse nuevamente en un match
contra Boris Spassky, de tipo amistoso, que ganó con mucha facilidad.
Como sus últimos años fueron muy
controvertidos, dejaremos eso para hablar en otra oportunidad, recordándolo
ahora solamente como el gran campeón que fue.
Querido Profesor: estas tres notas sobre el campeón norteamericano, creo que de todas sus presentaciones que son coleccionables,esta fué la mejor por la trascendencia de la trayectoria y personalidad del campeón y por el match que le dió la corona mundial,siendo el acontecimiento deportivo mas trascendental del siglo 20 y lo que va del nuestro. Minuciosa descripción de su vda familiar y deportiva. gracias por tan buena historia del ajedrez.Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Pedrin. Sos muy generoso con tus conceptos
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