Por el profesor José Pecora—
Decía
el famoso poeta español Antonio Machado, en su poema Cantares: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es
pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”. Y agregaba: “Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la
memoria, de los hombres mi canción”. El no pretendía ningún tipo de
reconocimiento en especial, pero igual
quedó por su brillante obra en el recuerdo y en la memoria de habitantes de
muchas partes del mundo, incrementada su popularidad por la canción de Joan
Manuel Serrat.
Robert
“Bobby” Fischer en cambio, si perseguía en su momento la gloria y pretendía el
reconocimiento de su país como héroe nacional, por derrotar, “él solo”, a toda la
maquinaria y el poderío soviético en el ajedrez. La URSS poseía una
preeminencia y un reinado en la materia desde 1948, ya que todos los campeones mundiales
tenían esa nacionalidad.
Y en parte lo consiguió porque su logro fue importantísimo,
ya que se produjo en un momento muy especial en el mundo, donde imperaba la
llamada Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, motivo por el
cual, la disputa tuvo una importancia inusitada, que trascendió los límites del
ambiente ajedrecístico, llegando a acaparar el interés mundial.
El
primero de septiembre se cumplen 45 años de su proclamación como campeón del mundo, luego de derrotar en
un histórico torneo, llamado el Match del Siglo, al entonces campeón mundial,
el soviético Boris Spassky. El encuentro se jugó en la ciudad de Reikiavik, la capital de Islandia, desde el 11 de julio
al 31 de agosto de 1972.
Spassky
vs Fischer durante uno de sus enfrentamientos del match del siglo
La disputa finalizó antes de tiempo, cuando Spassky reconoció
telefónicamente su derrota antes de reiniciar la suspendida vigésimo primera
partida, de un match pactado a 24 partidas, porque la diferencia en el score a
favor de Fischer era inalcanzable. El resultado final fue de 12 y ½ a 8 y ½
puntos.
Así Fischer se consagró como el primer estadounidense campeón
mundial de ajedrez desde que Whilhelm Steinitz, se nacionalizó
estadounidense en 1888.
Cabe destacar que Steinitz, reconocido como el primer campeón
oficial, nació en 1836 en el barrio judío de Praga, era austríaco, porque en
ese momento esa ciudad pertenecía al imperio Austríaco.
Whilhelm Steinitz primer campeón mundial reconocido
oficialmente
Sin embargo, hubo un genio nativo de los Estados Unidos,
nacido en Nueva Orleans en 1837, Paul Charles Morphy, que puede ser considerado
como campeón mundial, aunque en la época en la que él jugó, ese título no
existía.
Paul
Morphy, se dedicó al ajedrez para emplear su tiempo libre, porque se recibió de
abogado siendo menor, por lo que no tenía derecho a ejercer su profesión hasta
cumplir los 21 años, aunque podía recitar de memoria el código civil de
EEUU.
Volviendo
a Fischer, también fue un genio. Fue hijo de una enfermera suiza muy
particular, llamada Regina Wender, que emigró con su familia a Estados Unidos y
adoptó esa ciudadanía. Muy inteligente e inquieta, había
estudiado medicina en la Unión Soviética y además del inglés, hablaba con
fluidez ruso, alemán, francés, español y portugués.
Regina
Wender, madre de Fischer
Al tiempo de estar en América, en 1933 viajó a
Moscú, donde permaneció hasta 1939. Allí se recibió de doctora y se casó con el
físico alemán Hans Gerhardt Fischer, con quien tuvo una hija, Joan, cinco años mayor que
Bobby.
Luego
regresó a los Estados Unidos, pero no hay constancias que su marido haya podido
hacerlo, ya que se sospechaba que era un espía ruso y agente de la KGB.
El
FBI también desconfiaba de la madre de Bobby, debido a lo cual, por orden
directa de John Edgard Hoover, director de dicha agencia, fue investigada
exhaustivamente durante los años del macartismo.
John
Edgard Hoover, director del FBI, quien perseguía duramente a los izquierdistas y
comunistas
Hoover, que veía comunistas conspirando por
todas partes, incluyó a también a Fischer en la lista y nunca dejó de
investigarlo, aunque en los últimos años de su carrera, parece que se convenció
que Bobby era anticomunista.
Cuando en 1943 Regina tuvo su segundo hijo,
ella estaba en Chicago y como hemos mencionado ya no vivía con Hans, aunque
oficialmente era su marido, del que recién se divorció oficialmente en 1945, a causa
de lo cual durante muchos años se atribuyó al alemán la paternidad de
Bobby.
En realidad, su verdadero padre fue el también
emigrado físico y matemático húngaro Paul Nemenyi, que conoció a Regina en
1942. Simpatizante
comunista, solía dejar atónitos a quienes se cruzaban en su camino por su
prodigiosa inteligencia. Nemenyi que había ganado la medalla nacional de
matemáticas siendo un adolescente en Hungría, tenía al parecer una memoria
fotográfica y se destacaba especialmente en pruebas de medición de razonamiento
espacial, curiosamente una de las cualidades básicas para un buen jugador de
ajedrez.
Paul Nemenyi,
padre biológico de Bobby
Nemenyi junto con muchos otros científicos,
trabajó bajo las órdenes del físico Julius Robert Oppenheimer, en el proyecto Manhattan,
cuyo objetivo fue crear la bomba atómica, que lamentablemente los Estados
Unidos lanzaron primero sobre la ciudad japonesa de Hiroshima y luego la de
Nagasaki. Nemenyi falleció en 1952, cuando Bobby tenía solamente nueve años.
Robert Oppenheimer, el padre de la bomba
atómica
Bobby si bien nació en Chicago, creció como
neoyorkino, al trasladarse junto a su madre y su hermana a un pequeño departamento
en Brooklyn. El niño se destacó pronto por su aguda inteligencia y, por lo que
sabemos, su madre no sabía muy bien cómo manejarse ante ese caso. Era una mujer
que quería a sus hijos y peleaba por sacarlos adelante, pero probablemente
estaba poco conformada para el aspecto emocional de la maternidad. Frecuentemente
se la describe como poseedora de un carácter conflictivo y con cierta tendencia
a la paranoia, probablemente explicable por el hecho de que había sufrido
vigilancia del FBI a causa de sus ideas y al hecho que debía trabajar duramente
para sacar adelante a su familia, ya que su situación lindaba con la pobreza.
Cuando Robert cumplió 6 años, como su hermana
tenía que cuidarlo y había que entretenerlo, algo bastante difícil, ya que la
mente del pequeño crecía a pasos agigantados, le regaló un juego de ajedrez.
Empezaron a jugar y al poco tiempo, lo que para ella era un pasatiempo, para
Bobby se transformó en una obsesión. La niña pronto se cansó de intentar mantener
el ritmo de su hermano menor y dejó de jugar con él. No porque ella no fuese inteligente
también, sino porque le era imposible seguirlo a la par. De hecho, ella fue una
pionera de la educación computarizada en la Universidad de Stanford, lo que
demuestra que tonta no era.
Daba la impresión que al pequeño Bobby sólo lo
atraía el ajedrez o las personas que lo practicasen y casi cualquier otro
entretenimiento o relación social parecía resultarle indiferente. A los ocho
años su madre lo llevó al Brooklyn Chess Club, donde no llegó a destacarse
hasta que cumplió los 12 años. A partir de entonces su juego se transformó
radicalmente y venció a cuanto rival se le puso delante.
En 1956 el juego de Fischer explotó
prácticamente y, por primera vez, apareció en las revistas especializadas de
ajedrez no sólo de su país, sino del mundo entero. La responsabilidad del hecho
le cabe a una de sus partidas más destacadas, la que hoy se suele recordar como
“la partida del siglo”, en la que derrotó a Donald Byrne, uno de los jugadores
más respetados del país, mediante el brillante sacrificio de la dama.
Para los que quieran apreciar esta partida,
pueden ver el siguiente video instructivo realizado por el gran maestro Igor
Smirnov.
Al terminar la partida, una vibrante excitación
flotaba en el recinto. Todos eran conscientes de haber sido testigos de un
momento único; ya podían entender que lo que aquel endemoniado Bobby Fischer
acababa de hacer sobre un tablero tenía tintes históricos y durante las semanas
siguientes, los análisis de la partida circularon profusamente por las
publicaciones especializadas del planeta.
A partir
de la partida del siglo, Fischer comenzó a acaparar la atención mundial
Al año siguiente arrasó en el campeonato de su
país, sin perder una sola partida. O sea que se consagró como el mejor jugador
con tan sólo 14 años. Pese a la precaria condición económica de su familia, la
mediación de la gente del mundo ajedrecístico de la ciudad permitió que Bobby
Fischer pudiese acudir a una importante escuela privada neoyorquina. Conociendo
su talento, lo pusieron en contacto con el colegio Erasmus Hall y le instaron a
solicitar una plaza. Para decidir si lo admitían o no, la dirección lo sometió
a pruebas que medían su capacidad intelectual y dado que obtuvo una puntuación
superior a la de Albert Einstein, lo admitieron y le otorgaron una beca
que lo eximía de pagar los altos costos de matrícula.
Aun con su prodigiosa inteligencia, no
aprovechaba demasiado las clases en ese selecto colegio, ya que le costaba
mucho prestar atención porque se pasaba muchas horas con la mente perdida, sólo
pensando en el ajedrez.
Sobre su vida en esa etapa escolar se sabe
poco, pero cuando ya era famoso, surgió una fuente inesperada de información.
Otra persona muy famosa, la actriz y cantante Bárbara Streisand, confesó que
había sido su compañera y amiga en la escuela, sintiendo por Bobby un típico
enamoramiento de adolescente.
Bárbara
Streisand, fue compañera de escuela y amiga de Fischer
Bárbara dijo que Bobby era, como ella misma, un
inadaptado dentro del aula. Contaba que solían almorzar juntos todos los días y
lo recordaba riendo a carcajadas mientras leía la revista humorística Mad,
o bien, más habitualmente, completamente callado y con la mirada perdida en el
infinito: “Fischer estaba siempre solo y era muy peculiar, pero a mí
me parecía muy sexy”. Este amor parece que no fue correspondido y quedó
simplemente en amistad. Luego de las declaraciones de Bárbara, algunos
periodistas le preguntaron a Fischer al respecto y él respondió con evasivas.
El registro escolar de Bobby Fischer resultó bastante
pobre: sólo fue a la escuela hasta los dieciséis años, es decir, la edad legal
a la que estaba obligado. La única formación que le interesaba era la
relacionada con el ajedrez. En su casa, en cambio, era capaz de pasarse horas
estudiando teoría ajedrecística sin parar, aplicando una energía y disciplina
de la que carecía completamente en los estudios formales. Incluso aprendió ruso
para entender los mejores libros sobre ajedrez del momento. Su madre hablaba
ruso perfectamente y además escuchaba radio Moscú habitualmente, por su
simpatía política.
Foto de su juventud
Aquella fijación fanática por la práctica y el
estudio continuos del juego —unida, por supuesto, a sus extraordinarias
condiciones naturales— fue lo que, con los años, permitió a Bobby Fischer
romper la hegemonía soviética prácticamente en solitario, revolucionando el
ajedrez como nunca se había visto.
Como la historia de Fischer es apasionante y
hay muchas más cosas para comentar, vamos a interrumpir acá nuestro relato,
para continuarlo en la próxima nota. Espero que sea del agrado de todos
nuestros lectores. Curiosamente, esta es la nota número 64 de unoytres, que
coincide con el número de casillas del tablero de ajedrez y con la edad en la
que falleció Fischer. Sirva este pantallazo sobre una parte de su vida, como el
homenaje a Bobby que le rendimos desde aquí.
Con agrado recibo esta nueva publicación del Profesor José sobre Bobby Fischer, muy buen dato sobre Bárbara Streisand, quien fue compañera de escuela y amiga de Fischer, lo espero en la próxima. nota.
ResponderEliminarDestaco los problemas de ajedrez del docente Pecora quien a través de los años ha transmitido sus conocimientos en sus clases sembrando las bases del conocimiento y valores para formar discípulos.
Leonardo Puopolo
muchas gracias Leonardo. Muy generoso en tus conceptos
EliminarEn mi opinión, el más grande de todos. Fue un adelantado en su tiempo, un genio del ajedrez y creador de innumerables obras de arte... Gran nota!!! Gracias querido Profe José!!!
ResponderEliminarMuchas gracias
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