Por el profesor José Pecora—
Hace unos días,
el lunes 6 de este mes, falleció en Wholen, Suiza, a la edad de 85 años uno de
los más grandes jugadores de ajedrez que no llegó nunca a ser campeón mundial,
el legendario Viktor Korchnoi.
Fue campeón
soviético en cuatro ocasiones, además de haberle ganado partidas a la mayoría
de los grandes jugadores, llegando a disputar maches por el campeonato del
mundo en dos ocasiones.
Además, en 1974 disputó la final de candidatos al
título de campeón del mundo con Anatoly Karpov. Este último resultó ganador y,
ante la no presentación de Fischer a defender su corona, fue proclamado campeón
mundial en 1975.
Korchnoi y Karpov enfrentándose en 1974
Como Viktor no estaba de acuerdo con la política
deportiva y la manera de conducir el país que tenían los dirigentes soviéticos,
en 1976, aprovechando su participación en el torneo de Ámsterdam, abandonó la
URSS y se refugió en Holanda y más adelante en Suiza, bandera bajo la cual jugó durante el resto de su carrera.
Víktor Korchnoi
en Holanda en 1976
Tras su huida las cosas se complicaron para él y su familia,
que se encontraba recluida en Moscú, lugar de donde no se les permitía salir. Inclusive
su hijo Igor fue encarcelado.
Fue declarado traidor y enemigo de la patria. Las autoridades
soviéticas trataron de sumirle en el olvido borrando su nombre de los libros,
tablas de torneos y partidas publicadas en la URSS. Además, los jugadores
soviéticos tenían prohibido competir en torneos donde participase Korchnoi,
salvo en el campeonato del mundo.
En
su exilio holandés, Viktor conoció a Petra Leeuwerik, austríaca de nacimiento,
que se convertiría en su secretaria, confidente y, finalmente, compañera
sentimental. Petra había sido raptada a los 19 años, durante la guerra, en el
sector ruso de Viena, y recluida casi una década en el campo de concentración
de Vorkuta. Su odio hacia todo lo soviético era infinito.
Petra Leeuwerik
junto al gran maestro
Si Korchnoi
hubiera sido un jugador más del montón, pronto se lo habría olvidado, pero como
no fue así, ya que era uno de los mejores jugadores del mundo y que había
triunfado en las competencias selectivas de candidatos al título máximo,
consiguió el derecho de desafiar al campeón mundial, Anatoly Karpov, tanto en
1978 como en 1981.
Esta contienda pasó a ser una razón de estado para la URSS,
que puso todos los medios a disposición de Karpov, incluida la KGB. Según se ha
revelado recientemente, la KGB tenía un plan para asesinar a Korchnoi si el torneo
no era dominado por Karpov.
Los duelos fueron bastante complicados, el primero ocurrió en
Baguío, Filipinas (1978) y el otro en Merano, al norte de Italia (1981).
Imagen del match
de 1981 disputado en Merano, al norte de Italia
Durante el
primer encuentro, formaba parte de la delegación soviética un famoso hipnotizador
y parapsicólogo, llamado Wladimir Zukhar, que se sentaba cerca del escenario tratando
de ponerse frente a Korchnoi y lo miraba fijamente, procurando modificar su
concentración.
Entonces, para contrarrestar esta poderosa arma, de una forma
"muy sutil" la secretaria de Korchnoi se sentaba detrás de Zukhar y de
vez en cuando lo pinchaba con un alfiler.
Además, Korchnoi comenzó a jugar con unos lentes espejados,
para evitar la molesta mirada del parapsicólogo.
En Merano la balanza se niveló, ya que el equipo de Korchnoi
llevó sus propios parapsicólogos, que eran miembros de una secta hindú.
Víctor Korchnoi jugando
con anteojos espejados
Veamos un
pequeño video relacionado a este tema.
Otra cuestión
bastante curiosa y antideportiva que se produjo en el enfrentamiento de 1978,
es que debido al odio que se tenían ambos jugadores, se empezaron a dar patadas por debajo de la
mesa, por lo que los organizadores de la competencia de Merano en 1981, se
vieron obligados a poner un tablero de madera a modo de tabique, para que no
volviera a ocurrir.
También, el equipo de Korchnoi acusó a los
ayudantes de Karpov de pasar mensajes secretos a su gladiador durante las
partidas del match de Baguío. Según los denunciantes, los mensajes eran
trasmitidos a través de los yogures que Karpov consumía durante las partidas.
El código secreto que supuestamente se usaba estaba relacionado con el sabor y
el tamaño del yogurt, con el camarero que lo servía o con la hora a la que éste
era servido. Korchnoi hizo una reclamación que fue atendida por la
organización.
Como hemos podido apreciar en este breve relato, el ajedrez al
igual que otros deportes, también se ve afectado por cuestiones políticas, intereses
personales y pasiones humanas, por lo que el juego de caballeros (fair play) que
marca el reglamento, en este caso fue dejado de lado y, lamentablemente, dio
paso a los deseos y ambiciones de los mortales, con situaciones ridículas, absurdas y carentes de
toda ética, a la inversa de lo que debe regir en competencias de tanta
importancia.
Muy Buena nota Maestro! Fué un Grande don Víctor Korchnoi.
ResponderEliminarHéctor Holovatuck
Muchas gracias Héctor
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