Mauricio Epsztejn entrevista a Mariano Pablo Ferreyra—
Mariano Ferreyra grabando |
El un galpón donde nos entrevistamos, alguna vez pudo oficiar de depósito o pequeño taller de manufacturas. Sin embargo, reformado a puro pulmón y dividido con aislamiento acústico, ahora juega de sala de ensayos, de grabación o de reunión, según las necesidades e incluso algunas se pueden desarrollar al mismo tiempo. Para quién lo dude, hay una tira fotográfica que documenta el progreso de la obra.
—Como todo tiene una historia, un origen, y seguramente tu relación con la música no escapa a la norma, contame dónde te cruzaste con ella.
—El comienzo fue bastante banal y adolescente. A mi me gustaba la guitarra y en séptimo grado de la primaria me prestaron una para ir a lo de un profesor. La cosa duró tres meses. Yo quería tocar como Silvio Rodríguez, pero yo iba muy lento para llegar al nivel de Silvio Rodríguez y lo dejé. Después, ya en el secundario, seguí practicando hasta que a los 15 años, con otros compañeros de la escuela armamos un grupo de rock donde como ya había dos guitarras, a mi me ofrecieron que toque el bajo! Al poco tiempo nos animamos a tocar en un pub, uno de esos antros chiquitos a los que solíamos ir, donde no estaba claro si los parientes que nos acompañaban iban a escucharnos o cuidarnos. Era un sucucho que, antes de lo sucedido en Cromañón, como muchos de esos espacios under, no respetaba ninguna norma de seguridad. Mi crecimiento en edad y artístico, también se reflejó en un cambio de relaciones y proyectos. Pero, para hacértela corta, te cuento que toqué con Carlos Andino, uno de los representantes de la movida rioplatense, con Germán Vilella ex baterista de Los Rodríguez, Gabriel Carámbula entre otros. Pero recién en el 2004, con mi hermano y unos amigos del barrio decidimos formar un grupo donde pudiéramos volcar nuestras inquietudes y, sin atarnos a ningún prejuicio, tomar la propuesta que surgiera o se nos ocurriera, trabajarla y decir “vamos para delante y después vemos qué pasa”.
—Posiblemente por prejuicio, por ignorancia o por ambas, me llama la atención la diversidad de géneros musicales que cultivás, a diferencia de lo que sucede con otros que privilegian estilos más acotados.
Cuatro payasos muertos |
—¿Cómo resolvés las actuaciones cuando coinciden las de tus distintos grupos el mismo día?
Cuarteto impar |
—Es decir, los grupos no son el mismo que cambia de disfraz y maquillaje, sino cuatro distintos, en los que participa un montón gente donde cada integrante tiene sus propios ritmos de actividad y vida.
Con Débora Infante |
—Sin embargo, como enfrente tenés un público que viene con determinadas expectativas y dispuesto a interactuar con vos, porque el espectáculo incluye eso, ¿cómo reacciona cuando te cambiás el chip?
—Mirá, con el “Cuarteto impar” no pasa tanto, pero con “Los habitués” y los “Cuatro payasos muertos”, que venimos de una generación similar, tenemos como un hilo conductor, una base tímbrica o sonora o estética que después te da un marco para casi cualquier cosa,
Los Habitués |
Al hablar de estilo musical, a veces eso permite darle cierta contención y contexto, pero en otros casos es inútil porque empobrece sus colores. A la música hay que escucharla y ver qué efecto te causa; después le ponés el nombre que se te antoje.
—¿Vos componés?
—Siendo del bajo, para mí es más difícil porque armónicamente tenés una visión parcial. Así y todo, me gusta, aunque me cuesta sentarme o encontrar el momento para hacerlo. Recién después que se armó “Cuatro payasos muertos” pude abrir ese espacio mío de componer a partir de ideas que allí se fueron volcando. Además, hasta ese momento yo cantaba muy poco y casi no componía o lo tenía muy guardado, sin mostrar. Por otro lado, la contra del bajista es que siente su aporte a la creación casi desde un costado.
—Durante tu carrera, ¿por qué escenarios pasaste?
—Pasé y pasamos por los más variados, desde los más chiquitos y oscuros, hasta el Luna Park haciendo el soporte de grandes bandas; desde el camión de La Rock and Pop con Pergolini, hasta festivales a beneficio de los inundados; desde la Quebrada de Humahuaca, hasta la antigua cárcel de Ushuaia; desde el conurbano bonaerense, hasta las estribaciones de la cordillera mendocina. A partir del 2004 lo seguí haciendo pero con proyectos propios, independientes y autogestionados, donde rige una democracia horizontal que conlleva discusiones en apariencia eternas, pero cuyo resultado da una fuerza importante.
—¿Se puede vivir de la música?
—Sí, cuesta, es difícil, pero se puede.
—¿Cuál es tu opinión acerca de si un artista debe tener compromiso político?
—Yo creo que sí, que un artista debe tener una postura política, ideológica, aunque no pertenezca a un partido. Nosotros, tanto en el “Cuarteto impar”, como en “Cuatro payasos muertos” o “Los habitués”, de manera más o menos explícita asumimos una postura y nos plantamos desde un lugar. A mi me llega más el artista que asume un compromiso, no tanto el de la canción panfletaria, la del slogan partidista, que a lo mejor en otro momento cumplió un rol, pero en estos tiempo ya no. A mi no me llegan las letras partidistas, no me refiero a las que tienen contenido político, sino a las partidistas. Así como te dije antes, me gustan las canciones de los Quilapayún que escuchaba mi viejo antes que lo secuestraran y desaparecieran, pero si hoy alguien compone como ellos cuando hablaban de los mineros, me parece una mentira, porque es como si estuvieran mirando a los mineros por Internet y no que este ahí con la problemática de los mineros. Hoy la relación es distinta y el obrero también es distinto al de aquella época.
— ¿En qué se diferencian los “Cuatro payasos muertos” de los “Los habitués”?
—De los primeros algo ya te dije. En cuanto a “Los habitués”, su look es el de los oficinistas de los años ´70, es decir, se visten con la ropa característica de aquella época, que a la salida del trabajo se juntaban en un bar a canturrear, mamarse, discutir de política, de fútbol y de mujeres. Eran años en que había una euforia y un vibrar importantes, quizás como ahora. El repertorio está compuesto de tangos muy viejos y temas más actuales que posicionan al grupo políticamente, pues la mayoría se define como anarco-peronista o peronistas anarcos. De hecho el título del disco es “Las patas en las fuentes”, que juega un poco con la estética peronista sin calzarse la bandera encima, porque no todos son peronistas ni kircheneristas, aunque por ese lado el conjunto asume cierta impronta que trasciende más de lo que realmente el grupo le pone al asunto.
—¿Cuáles serán las próximas actuaciones de los cuatro?
—El 20 de septiembre vamos a estar con Los Habitués en la Casa Cultural José Martí en Senillosa 2092, casi Cobo, en ciudad de Buenos Aires. Los Cuatro Payasos Muertos vamos a estar el 19 de septiembre en Chivilicoy y el 27 de septiembre en Mercedes, con el resto estamos programando para más adelante.
Después de superar una hora de charla, buena parte grabada, unoytres le presenta a sus lectores una somera mirada sobre un espacio de cultura joven y de calidad, uno de los tantos que crecen a lo largo y ancho de nuestra geografía. Y se los recomienda, porque conocerlo más y mejor, vale la pena.
Los Cuatro Payasos Muertos
Cuarteto Impar
Débora Infante
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar, compartir y opinar