viernes, 31 de enero de 2014

Motivos para enamorarse de Laura

Por Ma. Mercedes Alemán—
Hace poco mi amiga Laura, una colombiana que conocí cuando vino a estudiar Letras a Buenos Aires, compartió una nota titulada “No te enamores de una mujer que viaje y/o escriba ”(http://marialajuana.wordpress.com/2013/08/13/no-te-enamores-de-una-mujer-que-viaje-yo-escriba/). El mundo de los blogs permite que uno encuentre un montón de premisas femeninas contrapuestas. Un mar de estrógeno flota en el éter exaltando un modelo de mujer independiente y exitosa en lo económico; liberada de la cocina, la costura y la plancha, pero no del consumo, ni del deber de complacer al sexo opuesto. La nota contribuía a este modelo femenino, un modelo irreal e irrealizable.

Desde que conozco a Laura sé de sus viajes. Sus idas y vueltas Argentina- Colombia, Paris, Chile, San Francisco, Grecia, Alemania (sólo por una noche), México y alguno que seguramente esté olvidando. Teniendo en cuenta el historial viajero de mi amiga y las historias de amor de sus mails, sentí que la nota iba contra las pasiones de la colombiana y que, a la distancia tenía que hacer algo para revertir el post antiayuda que había llegado a nuestros ojos. Por lo tanto decidí objetar el escrito y dar las razones por la cuales conviene enamorarse de una mujer que escribe, lee, canta y, ante todo, viaja.
“Es necesario e imperante que atiendas a mi llamado- comienza el post- no está bien que te enamores o enredes tu vida con una mujer que ame leer, escribir, viajar o cantar”. Por lo tanto, persona que atienda el llamado de María La Juana (autora del post), enamórese de un hongo, de un maniquí o de una muñeca inflable porque:
A)  Las personas que no leen suelen ser aburridas, poco fantasiosas y de pocos sinónimos. Por lo tanto se expresan mal y van a creer que son queridas cuando en realidad son estimadas.
B)  No conozco persona que no cante, aunque sea bajo y estando sola. En todo caso, al igual que con la lectura, preocúpese por lo que canta. Aunque sea completamente subjetivo, como ejemplo les diría, “no te enamores de una mujer que canta Arjona, o peor, que cita sus metáforas como genialidades poéticas y lingüísticas”.
C)  Es un estúpido si deja de enamorarse porque un post lo dice.
Los viajes merecen un capítulo aparte. Como mujer que se angustia mudándose de un cuarto a otro en la misma casa, que siente nostalgia de su ciudad del conurbano ni bien se sube al tren para hacer los 30 km. que la separan de la Capital federal, admiro a las personas que viajan. Admiro la capacidad de extender las raíces y ser, como dice Atahualpa, de donde diga el destino. Así, mirando de afuera mujeres viajeras como Laura, pero compartiendo una fuerte amistad, puedo armar una pequeña lista de motivos para enamorarse de ella y de muchas otras que no temen soltar y marcharse.
La mujer que viaja es curiosa y andariega, siempre va a estar en búsqueda de aventuras. Por lo tanto estar con ella va a ser divertido, para nada estanco y va a traer siempre cosas desconocidas hasta el momento. Comidas, músicas, costumbres, escritores, palabras, va a ir floreciendo y sorprendiendo.
Seguramente te lleve de viaje con ella y su experiencia te permita tomar mejores decisiones en el camino y la estadía, resolver mejor los conflictos que puedan presentarse y elegir variados destinos. Una mujer viajera no te va llevar todos los veranos a Mar del Plata.
No viajar con ella tampoco estaría mal. Tendrías tiempo de soledad, que siempre hace bien; recibirías unos mails llenos de ternura, eternos con descripciones y comparaciones de ciudades, realizadas según sus gustos y medidas que, como es tu pareja, suponemos entiendes y te interesan más que la generalidad de las revistas de turismo. Además de la alegría del retorno y del recuentro, seguramente traiga algún presente. Punto extra, difícilmente ese presente sea una caja de alfajores Havanna, conseguible en casi cualquier esquina y nunca más rica que un Cachafaz.
Pero ante todo la mujer viajera no especula con el amor. Ama en el tiempo y espacio en que se encuentra y te obliga a actuar de igual manera. No los gasta para histeriqueos e indiferencias. Quien lo pierde con este tipo de chicas, habrá dormido mientras ellas ya están subiendo a un nuevo tren.

La mujer viajera no se ata ni a un lugar ni a una persona y, acostumbrada por los viajes, no teme estar sola. Por lo tanto no va a llorarte en el teléfono, ni esperar tus decisiones, ni caretear frente a sus amigos. Va a pedirte que comprendas su espíritu nómade, pero no va a obligarte a seguirlo. Va presentarte el desafío de vivir con intensidad y determinación. No todos están dispuestos a semejante arrojo. Para los temerosos siempre habrá muñecas pseudo independientes que escriban en un blog y decoren sus días.

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