de Néstor Vergara (Pajáro)
Seudónimo
Jamás escribí una poesía,
como nunca escribí un cuento.
Mi nombre no figura
ni en revistas literarias,
ni en diccionarios literarios, ni en premios nóbeles de literatura.
Mi nombre tiene un número,
un legajo policial,
con muchos trabajos sin aviso de retorno
y un silencio marchito en el bolsillo.
Apenas salgo a la calle
me olvido quién soy
y como tal, nadie me conoce.
A veces me disfrazo con aires de importancia,
y por ser aires de impotencia (nada más)
se los lleva el viento.
Es que ni siquiera cumplo con la palabra empeñada, porque estoy en un hueco acurrucado
tratando de sobrevivir
con los hombros más pesados que la mierda
y esta soledad que nos echan encima…
Me doy asco a veces
pensar que espero el grito
para salir de furgón de cola.
Pero no es cierto que no estoy
cuando estoy sentado en la vereda de mi casa
con el mate puesto leyendo el diario del domingo.
¡Estoy!
Estoy esperando por lo bajo pero estoy.
Estoy junto a mi pueblo porque estoy.
y estar leyendo las mágicas palabras
que imprimen en diarios serios, serios escritores.
Y dichas a los cuatro vientos
en glorioso vuelo de arrogantes dimensiones,
no son poemas ni poetas dicen
eso de escribirle a la vida de comer todos los días
con miserables monedas agobiantes
regreso a mi pieza (tengo frío)
enciendo un tango en la radio
y pienso…
Hoy quisiera escribir una poesía
que no tengo escrita
porque quiero enamorarte
(sin que lo sepas).
Gaviotas
Son gaviotas
que cruzan pasajeras
las flores del mar,
que se agitan,
acarician el aire,
blancas,
ágiles,
soberbias,
tan perfectas,
como estas ganas que tengo …
De volar.
Después
Después…
Después de la borrasca,
de los besos,
de la fiesta,
después del goce.
Después,
más después.
Después de vos,
del último canto,
del último regocijo.
Después de la mañana
y la mañana más allá de la tarde
cuando llegan los fantasmas con promesas inútiles
y palomas mensajeras dentro de la noche.
Después,
Cuando estoy solo
yo solo
frente a mi.
Desnudo.
Sin máscaras ni disfraces absurdos,
extiendo mi cuerpo,
tibio.
Pálido.
Sonoro.
Sobre la longitud de las sábanas.
Y una luz opaca empaña las paredes
y hay flores marchitas en la tela de un cuadro.
Después, más después,
todo es ahora,
recuerdo,
olvido.
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