Osvaldo Riganti—
A pesar de declamar sistemáticamente
valores humanitarios, Estados Unidos los ha pisoteado y ha tenido un tardío
reconocimiento de derechos elementales de nivelación social.
La
segregación racial fue de tal magnitud en el llamado Gran País del Norte
que los blancos tenían allí barrios, escuelas, hospitales e iglesias para su
uso exclusivo. La gran mayoría de los comercios y bares le pertenecían. “Los
racistas podían amenazar, maltratar e incluso matar a los negros con toda impunidad”
cuenta “Solidaridad.net”.
El pastor de la iglesia Bautista, Martín
Luther King, encabezaba el movimiento contra la discriminación racial, que
luchaba de manera pacífica por conseguir que se les reconocieran los derechos civiles
a todos, independientemente del color de piel que la persona tuviera.
Entre sus iniciativas más recordadas
está el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955.
Tras una de sus primeras intervenciones
en manifestaciones fue detenido y desde su calabozo escribió una larga carta a sus “queridos hermanos en el
ministerio” instando a los negros a “crear en la sociedad, por medios no
violentos, la tensión que ayudaría a los hombres a salir de las profundas
tinieblas del prejuicio racial para alcanzar las cimas augustas de la
comprensión fraterna”.
En 1957 junto a otros líderes negros
fundaron la Conferencia del Liderazgo Sureño Cristiano para usar medios
pacíficos contra la discriminación y progresar en los derechos civiles.
En 1964 fue condecorado con el Premio
Nobel de la Paz por su lucha contra la segregación racial.
Bisnieto de un esclavo del sur de
Estados Unidos, había nacido en Atlanta el 17 de enero de 1929.
En 1963 encabezó una gran marcha sobe
Washington donde, ante a 200 mil personas congregadas frente al monumento de
Lincoln, pronunció el famoso discurso “Yo tengo un sueño”.
Él y otros representantes de organizaciones
antirracistas fueron recibidos por el presidente John Kennedy, quien se
comprometió a intensificar su política contra el segregacionismo en las
escuelas y contra el desempleo que castigaba especialmente a la comunidad
afroamericana.
A fines de marzo de 1968 se trasladó a
Memphis, para apoyar una lucha de trabajadores negros que estaban en huelga por
mejores condiciones laborales y salariales. Cuando el 4 de abril se disponía a
encabezar una marcha solidaria, desde un grupo de conspiradores le dispararon y
murió en la sala de primeros auxilios del St. Joseph Hospital a las 20 horas.
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