Mauricio Epsztejn—
Alfredo Schaab al frente del grupo |
Bajo un cielo sin nubes y un sol de otoño que iluminaba a
pleno la Plaza de los Periodistas en la porteña Buenos Aires, el teatro
comunitario Alma Mate de Flores
volvió a presentar durante las primeras horas de la tarde del reciente 25 de
abril su tercer espectáculo, “Aviso de
Obra”, una creación colectiva, que a través de las herramientas del teatro
callejero, encuentra este medio de expresión “…al ver como la codicia va
destruyendo a martillazos lo que alguna vez fue nuestro barrio. Flores,
arrasado en su identidad, pasará a ser sólo un recuerdo”.
Dado que el reclamo y la resistencia conviven muy bien con
la poesía, la metáfora, el humor, la ironía y la sátira, el grupo las usa sin
mezquindad y a discreción en un texto chispeante de punta a punta.
Buscando entender cómo han logrado que un sueño nacido hace
más de trece años siguiera vivo a pesar de avatares y contingencias, unoytres.com.ar conversó con Alejandro
Shaab, uno de sus directores (la otra es Ana Laura Kleiner) y la asistente
Corina Casaretto.
unoytres—¿Qué los
llevó a constituirse como grupo teatral en 2001?
—Era el año en que empezaron las Asambleas barriales
—recuerda Alejandro —y una de ellas funcionaba en esta plaza. Acá también estaba
la murga “Arrebata lágrimas” que yo codirigía. Una vez fuimos a un encontro con
Ricardo Talento, el director del Circuito Cultural de Barracas, en un lugar de
Flores Sur porque allí parecía que se podía organizar un grupo de teatro
callejero. Como la iniciativa no prosperó, nos cuestionamos cómo seguir. —Armen
un grupo ustedes allá —nos contestó. Con esa idea volvimos a la plaza, lo charlamos
con la murga y la asamblea barrial, que nos apoyaron y con tal impulso convocamos
una reunión en “La Palmera”, el lugar donde ahora nos reunimos cuando hace mal
tiempo o mucho frío. Fue el 6 de julio de 2001. Hacía como siete grados bajo
cero —exagera — y éramos cuarenta y cinco personas. De esos, quedamos unos
veinticinco decididos a encarar lo de hacer teatro. En ese momento el panorama ya
pintaba distinto: una cosa es largarnos cuatro o cinco y otra veinticinco.
A los tres meses estrenamos la primer obra (Promesas
rotas-2002) con 18 vecinos actuando; en 2006/2007, la segunda (Fragmentos de
calesita) y en 2014, la tercera (Aviso de obra).
unoytres —¿Cómo logran
la continuidad y permanencia de la gente?
—No hay permanencia , hay mucha movilidad. Es complicado.
Cuando se va un integrante, lo lamentamos, pero eso se compensa con alegría de
un nuevo ingreso. El tema de la inestabilidad lo resolvemos conociendo todos, todas
los textos y papeles, cosa que cualquiera pueda pueda reemplazar al ausente por
la razón que fuere, sea una enfermedad, deserción o un imprevisto.
unoytres—¿…y a
futuro?
—El proyecto es no abandonar la plaza, el espacio abierto,
público. Por otro lado, lo que tenemos que resguardar bajo techo son objetos,
que, como verás no son tantos y fácilmente trasladables.
unoytres —¿Cómo
elaboran los contenidos?
—Se hace de manera conjunta, colectiva —aclara Alejandro —,
a partir de pautas que fija la dirección, tanto en la dramaturgia como en los
contenidos, es decir, hay participación pero no verticalismo ni anarquía.
Trabajamos mucho con la metáfora y la poética y si bien lo llamado ideológico está
presente porque fue una razón para juntarnos, no quiere decir que haya “algo”
que nos propongamos “decir” porque en el grupo habemos de todo y nos une la
voluntad de hacer este tipo de teatro.
unoytres —¿De
algún modo piensan institucionalizarse, conseguir un espacio físico propio?
—Tu pregunta no tiene respuesta. Cuando hablamos de teatro
comunitario sólo esperamos que nuestra tarea trascienda…por ahora nada más.
—Institucionalizados ya estamos —tercia Corina —porque hay
una ley de la Ciudad que se ocupa del tema.
unoytres —Eso se
contempla en general, pero no en el caso particular de ustedes.
—Cuando hablamos de teatro comunitario —insiste —nos
referimos a algo utópico, que no sabemos cómo, pero entre todos lo sostenemos.
En la red pasa lo mismo.
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