jueves, 2 de octubre de 2014

Pavón es más que una calle de Buenos Aires

Osvaldo Riganti—

Mitre y Urquiza
Tras los hechos de Caseros, Urquiza manifestó su deseo de organizar el país, pese a la oposición de los unitarios de Buenos Aires. Trató de atraerse a la masa rosista. Conservó la obligación del cintillo punzó y repetía que no había "ni vencedores ni vencidos".
Dos corrientes diferenciadas confluyeron en Caseros contra el régimen rosista y fueron grandes protagonistas. Una representaba la voluntad integradora, la otra –la del partido de los ideólogos– casi todos emigrados y proclives a tomar posiciones colonialistas. Un retrato de Urquiza en esos momentos reflejaba bien su postura: lucía uniforme militar azul con banda cruzada mitad rojiblanca y mitad blanquiazul, mostrando una transición entre las dos grandes tradiciones políticas de la Confederación.
Mediante los Protocolos de Palermo se dejó en manos de Urquiza el manejo de las Relaciones exteriores hasta que se reuniera un Congreso Nacional.

El victorioso general de Caseros puso en marcha su proyecto político, que exigía el concierto entre todas las provincias para establecer el gobierno nacional durante la transición y la organización definitiva.

El 31 de mayo de 1852 se firmó el Acuerdo de San Nicolás que otorgó a Urquiza el título de Director Provisorio de la Nación.

Sin embargo en Buenos Aires surgió un debate entre dos posiciones antagónicas: una, la favorable, era encabezada por Vicente Fidel López y la otra, desfavorable, dirigida por Mitre y Vélez Sarsfield, que al imponerse y rechazar el acuerdo la condujo a separarse de la Confederación por temor a ser absorbidos por Urquiza, imponiéndoles el mando militar y un uso distinto al que se venía desarrollando hasta entonces de las rentas de la aduana. El porteñismo liberal y unitario consideraba excesivas las atribuciones que la ciudad debía compartir con el resto de las provincias llamadas despectivamente "13 ranchos". Entonces, para la sociedad porteña Urquiza dejó de ser el "Libertador de la Tiranía" para transformarse en el "Segundo Tirano".

La revolución setembrina en Buenos Aires depuso a Vicente López y la provincia se separó de la Confederación. Provisoriamente se hizo cargo del gobierno el general Pinto, hasta que la sala de representantes nombró a Valentín Alsina.

A todo esto el 1º de mayo de 1853 se sancionó –conmemorando el aniversario del pronunciamiento de Urquiza– la Constitución, sin la presencia de los diputados de Buenos Aires. Urquiza tenía su basamento en la clase ganadera saladerista y se convirtió en el jefe del partido federal, tras la caída de Rosas.

A todo esto en Buenos Aires fue electo gobernador Pastor Obligado, rodeado por los principales hombres del grupo porteño, con Mitre a la cabeza, a su vez General en Jefe de las tropas porteñas. Urquiza al frente las fuerzas de la Confederación invadió Buenos Aires y lo derrotó el 21 de octubre en Cepeda. El 11 de noviembre de 1859 se firmó el pacto de San José de Flores, también conocido como de Unión Nacional.

La ciudad-estado se vio obligada aceptar el tratado, incorporarse a la Confederación, someterse a sus autoridades, entregar la Aduana y se le prohibió mantener relaciones diplomáticas.

La elección siguiente recayó en Derqui, que asumió la presidencia el 5 de marzo de 1860.

El Congreso Nacional no aprobó los diplomas de los diputados nacionales designados por Buenos Aires porque no habían sido nombrados de acuerdo con la Constitución Nacional sino con la de dicha provincia. Esto motivó una nueva ruptura entre la Confederación y Buenos Aires. Mitre se autodenominó "Gobernador del Estado de Buenos Aires) y ambos estados –la Confederación y Buenos Aires –se prepararon para la guerra. Una comisión negociadora se reunió en Santa Fe en un buque de guerra británico. Buenos Aires impuso condiciones inaceptables,

Mitre invadió Santa Fe, produciéndose el encuentro junto al arroyo de Pavón el 17 de setiembre de 1861. Las caballerías entrerrianas barrían a Mitre, pero entonces tuvo lugar uno de los sucesos más inesperados. Urquiza abandonó el campo de batalla en medio del desconcierto general. Se fue "al trotecito" al frente de sus tropas y cruzó sus tropas a su provincia, alojándose en el palacio de San José.

El Ejército de Buenos Aires se encontró con el camino libre hacia Paraná, sede del gobierno de Derqui, que renunció, en un intento de lograr la unidad. Hubo un breve interregno de Pedernera. Tras ello Mitre se hizo cargo del gobierno y lo trasladó a Buenos Aires. Urquiza dio cuenta de su abandono "enfermo y disgustado por el encarnizado combate".

Su claudicación  fue notoria. Dejó el campo libre para que Mitre arrasara el interior. De todas las consecuencias que tuvo esta batalla para el interior del país, una persona salió indemne. Ni su provincia, ni sus posesiones ni sus inmensos bienes fueron tocados.

En la publicación "Retorno" del 5 de noviembre de 1964, el historiador José María Rosa consideraba que lo acaecido en Pavón era "un misterio no aclarado todavía". Alude Rosa a una serie de posibilidades entre las que cita la intervención de la masonería, también que "un misterioso norteamericano" estuvo en los campamentos de Mitre y Urquiza y arregló el desenlace que permitió a Urquiza dejar "a salvo su persona, su fortuna y su gobierno en Entre Ríos".

El hecho de Pavón tuvo consecuencias definitorias en la marcha del país. El historiador Salvador Ferla ha dicho que así como en la Guerra de Secesión de Estados Unidos el Norte, democrático e industrialista, se impuso al esclavista Sur, acá la batalla de Pavón consagró por largos años la hegemonía conservadora.

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