viernes, 28 de febrero de 2014

A 25 años del Caracazo, la situación en Venezuela y sus implicancias para la región

Por Mauricio Epsztejn—
Por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
De: Evangelio según San Mateo- capítulo 7

Venezuela quiere paz
El 27 de febrero se cumplieron 25 años del “Caracazo”, como se le llamó la rebelión popular, entre la que predominaban los más humildes, que en 1989 ganó las calles de Venezuela y convergió sobre Caracas al sentirse traicionados por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, que había asumido ese mismo mes y en lugar de satisfacer sus expectativas aceptó y aplicó desde el primer día el programa impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La protesta duró varios días y la represión dejó centenares de víctimas, que algunas fuentes estiman en 400 muertos y más de 3000 heridos.
Pocos meses después en Argentina, el 8 de julio de 1989, Carlos Saúl Menem reemplazaba a Raúl Alfonsín en la presidencia, cuyo reemplazo anticipado fue acelerado por sucesivos golpes de mercado. No bien asumió el gobierno, Menem designó como su Ministro de Economía a Miguel Ángel Roig, uno de los principales directivos de la multinacional Bunge y Born, que aplicó el plan elaborado por el mismo FMI, que luego continuó la Alianza y terminó sumiendo al país en la debacle de 2001.

En Venezuela, Pérez fue destituido por el Parlamento, procesado por la justicia y condenado por peculado y malversación de fondos públicos. Cumplida la pena fracasó en su intento por volver a la política y en 1996 huyó a Miami para eludir un nuevo proceso y allí murió. La traición a los intereses nacionales de los principales partido venezolanos dio paso a una nueva fuerza política encabezada por el Comandante Hugo Chávez Frías, quién ganó la presidencia en febrero de 1999 y desde entonces el chavismo obtuvo 18 triunfos sobre las 19 compulsas electorales habidas en ese país.
En 2002 el presidente Chávez sufrió un golpe de estado que lo sacó del gobierno y mantuvo preso por 48 horas, de donde fue rescatado por la movilización popular y las tropas leales que lo restauraron en la presidencia.
Desde entonces hasta hoy, primero contra Chávez y ahora contra Maduro, los Estados Unidos y la derecha venezolana no han hecho más que conspirar para desplazarlos del poder. De allí que, ante sus reiterados fiascos electorales, se desesperan e insisten  con ese objetivo a través de maniobras desestabilizadoras para las que no escatiman esfuerzos, ni dinero. El objetivo es presentar a Venezuela como un país ingobernable que justifique alguna forma de intervención militar norteamericana. En esa dirección ya hay muertos, heridos y violencia callejera. El gobierno de Maduro hizo un llamado a la nación, especialmente a los sectores más recalcitrantes de la oposición, para sentarse a dialogar, para tranquilizar los ánimos y retomar el camino de la paz, que desgraciadamente los extremistas de dercha han rechazado. 
¿Qué tiene de especial Venezuela que atrae tanto la atención estadounidense y su coro de amanuenses continental y mundial?
Tiene petróleo, las segundas mayores reservas mundiales.Es un atractivo irresistible para el belicismo norteamericano que miente sobre lo realidad de ese país, igual que lo hizo con Irak y las supuestas armas de destrucción masiva, luego fue con Libia y continía con los países del medio oriente que no se le someten.
La Argentina también está en la mira, no tanto por su petróleo, sino porque, según Washington, es un mal ejemplo. Y acá tiene personeros con vocación de colonia que se esfuerzan por mostrar quién le es más fiel  y tiene capacidad de liderazgo. Uno, el de amplia sonrisa y pose de predicador, incluso se iba a confesar a la embajada norteamericana cuando aún era alto funcionario kirchnerista, según lo revelaron los cables de Wikileaks. Parece ser el que hoy mejor pinta como nueva esperanza blanca. Por eso, quien aquí escribe coincide con Mateo: los hechos desnudan a las personas y ponen en claro sus verdaderas intenciones, escondidas tras verbas plagadas de generalidades. De allí que al pronunciarse a favor de los desestabilizadores venezolanos, de quienes se niegan respetar la legalidad y convocan a derrocar al gobierno legítimo, como hizo Sergio Mas S.A., implícitamente confiesan su proyecto para la Argentina.
“Por sus frutos los conoceréis” previene Mateo un montón de siglos antes que siquiera se hable de democracia y elecciones.
En cuanto a conspirar, los de aquí se igualan con los de allá. Y les sobran razones: no olvidan el fracaso del ALCA, frustrado en Mar del Plata por la acción combinada de Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula. Tampoco perdonan la independencia respecto al FMI, la heterodoxia económica, la política de derechos humanos, la militancia de Argentina por conformar un bloque sudamericano y caribeño independiente de E.E.U.U., el rescate del orgullo nacional, la independencia en cuestiones militares y de seguridad y tantos otros temas urticantes para la sensibilidad de las multinacionales y sus socios locales.

Por eso los ataques contra los gobierno populares de Venezuela y Argentina son tan furibundos, no porque respondan a un mismo modelo o ejecuten las mismas políticas, cuestión falsa, sino porque sobre todo miran el interés nacional y sostienen que todos deben respetar la institucionalidad democrática y la voluntad de las mayorías. Y esos sí son pecados imperdonables, según creen las concepciones elitistas y los grupos económicos concentrados.

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