Víctor Daniel Domast--
…ó veinte años que no son verduritas
Porque pensamos que cuando más conozcamos de otra comunidad vamos a estar más cerca de la inclusión y mucho más lejos de la discriminación. Con estas ideas desde “unoytres” nos acercamos un domingo soleado, cerca del mediodía, al Bajo de Flores para conocer a Teresa. Llegamos a su verdulería, por suerte para poder hacer nuestro trabajo no había clientes. Las frutas y las verduras estaban acomodadas, vistosas.
Teresa tiene unos cuarenta años, está casada con Leo y tienen tres hijos. El hijo mayor nació en Bolivia y cuando tenía un año y medio llegó con sus padres a la Argentina. Las otras dos hijas ya nacieron acá, una va al colegio secundario y la más chica a la escuela primaria.
Teresa y Leo vinieron desde el departamento de Oruro hace unos veinte años. Oruro es una región que está en la meseta del Altiplano a unos 4000 metros sobre el nivel del mar y limita al norte con el departamento de La Paz.
En Oruro Teresa trabajaba en el mercado, trayendo frutas y verduras desde el campo para venderlas en la ciudad, pero “trabajaba muchas horas y nunca llegaba a reunir buen dinero“. Entonces el matrimonio tomó la decisión de venir a la Argentina en busca de un mejor porvenir económico.
Sus primeros tiempos en Buenos Aires fueron difíciles, con trabajo, sacrificio y solidaridad de mucha gente que le brindó lo que ella necesitaba. Teresa dejó en Oruro a sus padres y a sus seis hermanos, su familia es lo que más extraña de su lugar de nacimiento.
Teresa, con sus casi cuarenta años y su hablar bajito y pausado, me cuenta que se siente muy bien en nuestro país. Saca a relucir su sentimiento de madre y dice que está muy feliz “porque mis hijos están contentos, estudian todos y están muy bien aquí “. Está agradecida con la Argentina y considera que puede ser su segunda patria.
Teresa y Leo cumplen largas jornadas de trabajo, de lunes a sábados atienden la verdulería desde la mañana hasta la noche. También abren los domingos hasta el mediodía.
“unoytres” quiso conocer una típica receta boliviana y ella nos la explicó: es el rico “picante de pollo”.
—Se prepara una salsa con mucha cebolla rehogada —empieza a explicar y gesticula como si la estuviera revolviendo en la olla —, después se agregan los distintos ajíes en vaina, grandes y molidos en piedras que se dejan cocinar un poco; entonces se añaden los condimentos: orégano, pimentón y laurel para que quede bien sabrosa; y por último se le echa el pollo crudo cortado en dados, para que se cocine en esa salsa picante. Este plato generalmente se sirve acompañado con arroz blanco ó con papa deshidratada (que es muy común en Bolivia) rebosada con maní. ¿Te quedó claro?
Hubo algo que se le olvidó a Teresa y que completamos desde “unoytres”: a los comensales les recomendamos tener un buen vino blanco en la heladera para saborear junto al picante de pollo. ¡Salud amigo lector!
Muy buena nota !!!!!
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