domingo, 30 de junio de 2013

ECOBOLSAS

Proyecto de inclusión social que genera trabajo y promueve ecología

Miriam Bigliano--
Entrevista a Patricia Frankel, kinesióloga de profesión y fundadora del proyecto*
Con mis manos haré bolsas para guardar mis sueños.
Con tus manos construiremos un camino diferente
que permitirá que algún día puedan ser realidad.
Así se presentan quienes lo integran. Jóvenes que viven en situación de calle, voluntarios que se comprometen realizando acciones concretas para mejorar la calidad de vida de aquellos con mayor vulnerabilidad social y su fundadora, que un día sintió la necesidad de hacer algo al respecto.
Ecobolsas nació en el año dos mil nueve. Mi marido y yo participábamos de una olla popular en barrancas de Belgrano y después de vivirla durante tres años, nos dimos cuenta que los hijos de éstas personas, crecían repitiendo la misma situación de pasividad, el mismo camino hacia la dependencia y la caridad, se iban estructurando dentro de lo que podían recibir sin hacer más que esperar”.

Y así surgió la idea de generar algo para que esos jóvenes pudieran recuperar la confianza en ellos y dignificarse con el trabajo.
El tema era qué cosas hacer, fáciles de implementar y que a su vez fueran bien recibidas por la sociedad.
“Algo ecológico dijimos —nos cuenta Patricia —y entonces surgió la idea de hacer bolsas de tela”.
Partieron de una total ignorancia sobre cómo hacerlo. Nadie sabía coser, no tenían un lugar físico, no tenían elementos ni experiencia,  pero sí la profunda convicción que había que ponerse en marcha.
Comenzaron por conectarse con diferentes organizaciones capaces de ayudarlos. Algunos docentes y alumnos de la  Universidad de Buenos Aires (UBA) se interesaron con el proyecto. Allí crearon el logo ECOBOLSAS – ESTA BOLSA DIO TRABAJO y así se diseñó la primera.
“Algunos conocidos nos aportaban telas y de a poco fuimos consiguiendo los elementos necesarios: esténcils, pinturas y un taller en Flores que las cosía. A la asociación de vecinos de la estación Coghlan le interesó mucho nuestro trabajo, entonces nos pasaron una donación que habían recibido para destinarlo a un proyecto ecológico. Fueron esos dos mil pesos el puntapié para empezar el camino”.
Con lo conseguido volvieron a la olla popular para contarles la idea a los jóvenes e impulsarlos a participar.
“Era pleno agosto, ya casi noche, con mucho frio y mucho entusiasmo compartimos el proyecto y tímidamente una jovencita de 17 años dijo yo quiero. Entonces hicimos espacio sobre una mesa, le dimos algunos elementos y empezó a dibujar. Así, de a poco, se fueron sumando otros.”
Al día siguiente se dirigieron al taller de Flores donde terminaron de pintarlas y las dejaron para que las cosieran.
Cuando tuvieron algunas ya terminadas, montaron unas mesitas en las calles del Barrio Chino de Belgrano y trataron de venderlas. No fue nada fácil lograr que la gente se acercara.
“Nos dimos cuenta que producía cierto impacto el ver trabajar a personas en situación de calle. Siempre se cree que no quieren trabajar o que si se acercaban podían robarles”.
El trabajo se hacía complicado al no tener un lugar fijo, hasta que con la ayuda de Dora, de la Asociación de Vecinos y actual coordinadora del proyecto, pudieron instalarse en un sector de la estación de trenes de ese barrio.
“La asociación nos prestaba la mesa, las sillas y nos guardaba los elementos en el baño. Y así fue como empezamos a recibir más donaciones: por ejemplo, máquinas de coser…era bárbaro, pero nadie sabía usarlas. Algunos de los chicos fueron a un centro de capacitación, el Centro Garrigos, que da becas por asistencia. Uno solo se quedó y aprendió, después fue enseñándole a los otros.
Las primeras bolsas fueron terribles, hubo que esforzarse mucho para perfeccionar el trabajo: aprender a pintar, a coser, a vender.
Formamos un grupo básico de cuatro o cinco jóvenes de entre dieciocho y treinta y cinco años y los otros van rotando. No trabajamos con más de diez, primero por una situación económica y también por un tema grupal. No es fácil mantener la armonía. Son chicos muy anárquicos y si hay roces se pueden generar situaciones muy violentas. Tratamos de movernos en un clima comprensivo y tolerante pero con reglas y la más firme es que no pueden venir ni alcoholizados, ni drogados. Esto los obliga a cuidarse, por lo menos un día antes de los encuentros. Todo el tiempo generamos tareas y cuando no hay nada que hacer, inventamos. Nunca hay que dejar de hacer”.
Los voluntarios y coordinadores se llevan el dinero, los chicos lo administran y cada uno cobra según la tarea que realiza.
Siguen tratando de conseguir subsidios pero es algo que no han logrado hasta el momento. “La gente mira para otro lado, no te ven, no existís…”.
Por suerte desde hace unos meses, les han dado un aula dentro de la Parroquia de Jesús Misericordioso, en Coghlan, calle Rivera 4755, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), donde se los puede encontrar todos los martes y jueves de 9,30 a 13,30 de la mañana.
Ahora están bajo techo, con reparo del frio y del clima adverso, a la espera de nuevos voluntarios y de todo aquél que quiera colaborar desde el lugar que pueda.
“Estos chicos viven el día a día, pero Ecobolsas les abre una ventana chiquita que los acerca a un proyecto de vida, a saber que tienen un lugar de pertenencia, que se los contiene y por ahí pasa lo más importante”.
Me voy con la imagen fuerte de Patricia, quién a pesar de conocer lo duro del camino elegido, nunca abandonó la sonrisa, ni la dulzura en el relato. Ojalá más gente se vaya sumando a esa elección de no mirar para otro lado, de hacer de una buena vez visible lo invisible y seguir creyendo que es posible…lo imposible.
“Ese gesto de una mano
imposible olvidarlo
porque se parece
a la melodía de los sueños.
Una mano que toma una mano
una mano que aprieta y atrae
hacia la forma perfecta de la dicha”
Gustavo Roldán.
*Contactos.
Patricia Frankel   celular 15 5835 1467   patriciafrankel@yahoo.com.ar
Dora  celular 15 5328 0815   dorajoven@gmail.com

Facebook  f/ecobolsas.coghlan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar, compartir y opinar