Mauricio Epsztejn—
La trágica muerte del fiscal Alberto Nisman al comienzo de
un año signado por una decisiva disputa electoral en octubre próximo, hizo
volar un hormiguero cuya profundidad y extensión parecieran difíciles de dimensionar.
Esta nota es un intento por reflexionar a partir de poner el hecho en contexto.
Lo único claro hasta el momento es que tomó de sorpresa tanto al gobierno como
a la mayoría de la oposición institucional. Sin embargo, a esta altura del
partido no pareciera aventurado
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Alberto Nisman |
Sin duda lo que el drama dejó a la vista es que los
principales interesados en esclarecer el hecho a fondo son, en primer lugar los
familiares —que hace más de 20 años buscan justicia —; también lo es el
gobierno, destinatario de la operación golpista y las instituciones de la República.
De rebote, el caso podría representar un punto de inflexión en el camino por romper
el entramado de intereses económicos y de poder que hasta ahora impidió
transparentar y democratizar al Poder judicial y a los servicios de
inteligencia.