Osvaldo Riganti—
Julio Argentino Roca |
Ya la presidencia de Mitre había echado las bases de lo que se llamaría el modelo agro exportador, que subsistiría por décadas, facilitado con las
concesiones ferroviarias a las empresas inglesas que construyeron las líneas hacia el puerto para exportar los recursos naturales y llevarlos hacia sus metrópolis. El Chacho fue degollado y en 1865 Brasil, Argentina y Uruguay, con acuerdo inglés planificaron la destrucción del Paraguay, ejecutado durante la llamada guerra de la Triple Alianza que mató a dos tercios de la población guaraní. Hacia 1875 empezó la gran oleada inmigratoria.
El triunfo provinciano en 1880 llevó la exasperación porteña al máximo nivel. Una vez más el mitrismo buscó avasallar la
expresión popular. Los comicios consagraron al roquismo y "El Nacional" resumía en sus columnas el resentimiento de los perdedores: "Basta de Presidentes provincianos o iremos a la guerra civil”. Pero los nacionales de Roca sepultaron a los porteños de Tejedor y al país que ellos representaban. Aunque el nuevo tenía similares moldes, con las élites provincianas integradas al sistema y participando del banquete de la intermediación colonial.
El 12 de octubre de 1880 asumió Roca. Las rebeliones de los pueblos originarios y provinciales sucumbieron ante su régimen que consolidó la apropiación latifundista del suelo y profundizó las relaciones con el capitalismo europeo.
Inició su "modernización" sustentada en el trabajo de miles de criollos que fecundaban los campos con trigo y maíz, esquilaban y cuereaban animales y tendían kilómetros de vías férreas.
Los hombres del ´80 se dedicaron a gozar de la riqueza material, la Argentina quedó en manos de pocos y fue un emporio mercantil. Se adueñaron de grandes estancias, entre ellos el mismo Julio Argentino Roca, un tucumano humilde que avanzó en la política hasta llegar a Presidente, sustentando su prestigio en la llamada “Campaña del Desierto” y una brillante carrera militar que lo llevó a recorrer y conocer el país de punta a punta.
"Paz y administración", definió Roca los rasgos esenciales de su gestión. Para Sarmiento en cambio había sido "Remington y empréstitos". Roca maldecirá al sanjuanino tras concretarse su desplazamiento del círculo del poder. "El viejo crápula y desagradecido lleva el arpón clavado en el lomo. Démosle una muerte segura" le dirá entonces a Juárez Celman, su concuñado y sucesor. Y Sarmiento morirá en su maldecida tierra guaraní.
Hacia 1880 la Revolución Industrial, nacida en Inglaterra, seguía conquistando el mundo. La máquina a vapor multiplicó la capacidad productiva y las potencias europeas, con Inglaterra a la cabeza, buscaban mercados para colocar sus excedentes. La Argentina, organizada a "piaccere" de las clases dominantes ofrecía las condiciones propicias, con un territorio privilegiado por sus riquezas naturales y la supresión física del gauchaje y la indiada. Nuestro país importaba trigo de Chile y harina de Estados Unidos. Quería desarrollar su capacidad productiva y Gran Bretaña le dio el visto bueno. Necesitaba construir ferrocarriles, puertos, puentes y caminos. Entre 1880 y 1904 —período que abarcó las dos presidencias de Roca —se construyeron 17 mil kilómetros de vías, llegaron unos 200 mil inmigrantes por año, se estructuró el sistema financiero y el país se desarrolló agropecuariamente. Argentina desenvolvió una economía complementaria de la británica que condujo al trueque desventajoso de materias primas por productos industriales.
Los años del roquismo fueron jalonados por el crecimiento del poder central y la construcción de la Nación, pero avasallando las autonomías provinciales, el fraude electoral y la distribución desproporcionada de la riqueza. En sus comienzos se apoyó en notables ideólogos como Olegario Andrade, Eduardo Wilde, José y Rafael Hernández, Damián Cané. Durante ese período se echaron las bases de una moderna institución castrense y se realizaron obras fundamentales: no sólo se construyeron ferrocarriles, sino también puentes, edificios públicos, telégrafos, aduanas, teatros, puertos, calles, ciudades, escuelas y correo. Se fundó en Buenos Aires la primera compañía telefónica, la Panteleónica Gower Bell. Sin embargo, el país se conformó con participar en condiciones subordinadas en la división internacional del trabajo. Con Roca el país se desarrollo y creció pero al mismo tiempo se endeudó y se transformó en la provincia-granja de un imperio.
A fines de 1884 comenzaron los signos de la grave crisis que vendría. El Banco de la Provincia de Buenos Aires suspendió los pagos en metálico. Roca encargó a Pellegrini gestionar un "arreglo" en Europa al que llegó con consorcios franceses con quienes acordó cláusulas que fueron combatidas. Por ellas se hipotecaba la aduana de Buenos Aires para pagar los servicios de la deuda y para cualquier acción judicial impulsada por los acreedores el gobierno argentino fijaba como domicilio legal la legación argentina en París, aceptando la competencia de los tribunales franceses y se fijó un 2,6 % en concepto de comisiones y gastos (alrededor de 800 mil pesos oro). En la faz final de su presidencia Roca volvió a negociar con Baring Brothers, que exigió afectar al pago de la deuda una parte proporcional de las rentas de la Aduana de Buenos Aires. El general Roca, luego de transferir el cargo a Juárez Celman, se trasladó a Inglaterra, donde banqueros y comerciantes lo recibieron agradecidos por su política económica a la medida de sus intereses.
Por todo eso el régimen empezó a ser jaqueado y los sucesores de Roca afrontaron levantamientos de la oposición política, huelgas y manifestaciones obreras y agrarias, que procuraba controlar con "policías bravas" y leyes prohibitivas de la acción sindical como la de Residencia, que permitía la expulsión del país de los activistas gremiales. Como contrapartida el ministro Joaquín V. González impulsó un moderno Código Nacional de Trabajo que mejoraba las deplorables condiciones laborales. González fue un pionero de la nueva corriente social que se oponía a la concepción del trabajo como mercancía, pero chocó con la oposición de sindicatos anarquistas y socialistas que se oponían a la intervención estatal y de las patronales que lo rechazaban por entender que era demasiado beneficioso para los trabajadores.
Así la Argentina se introdujo en el siglo XX en medio del ocaso del roquismo y las rivalidades imperialistas por el reparto de las colonias, mientras presenciaba al ascenso de Hipólito Yrigoyen en medio de un Centenario donde al país lo manejaban las manos de algunos "dandys" que se vestían en París, que detestaban la "pereza criolla" y los desórdenes del "populacho", ante su estado miserable que presagiaba los años de violencia anarquista y las conspiraciones radicales que se las traían.
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