Ma. Mercedes Alemán--
Té de té |
Lo miró, no le hablaba. Se reía sin entender qué la había llevado a buscar chocolate una vez terminado el vino. Era julio, un martes. Faltaban unos minutos para que empezara el miércoles.
Tenía las manos frías. Pateaba como niña ofuscada y se reía pensando como había perdido los guantes. Como los puso en el canasto de la bici cuando salía del trabajo y como, mientras andaba, un pozo se cruzó en el camino. Derrapó.